Opinion

Debate #3: ¿Cómo promover la competencia?

Viridiana Ríos
Académica

2018-06-11

Ciudad de México.- México sería otro país si no tuviera monopolios y concentración de mercado. Esa es la gran piedra invisible de nuestro progreso y una de las más importantes razones de nuestro mediocre crecimiento.
Si el sector productivo y los sindicatos no estuvieran capturados por los intereses de unos cuantos viviríamos en un país diferente. De hecho, como la Comisión Federal de Competencia (Cofece) ha mostrado recientemente en su reporte (2018), un México con competencia y sin concentración de mercado sería uno donde el crecimiento de la productividad laboral podría ser entre 20 por ciento y 30 por ciento (Symeonidis, 2008), donde los precios podrían ser entre 10 por ciento y 23 por ciento menores (Davies et al 2004, Connor 2014), donde la tasa de desempleo podría ser uno por ciento menor (Fiori et al 2012).
Desafortunadamente, en este país, la voz de la Cofece es un grito en un campo despoblado.
Sorprende cuán poco se habla en nuestro país sobre la necesidad de crear un verdadero ambiente de competencia, donde el mexicano más capaz, y no el más conectado, sea quien tenga más éxito en sus negocios. No es para nadie desconocido que México es un conjunto de monopolios y oligopolios, en el cual unos cuantos se han dedicado a extraer rentas a partir de ser cómplices del gobierno o de acaparar mercados.
Por el contrario, en varias capas de la sociedad mexicana es evidente la aversión a la competencia.
El hecho de que el Consejo Coordinador Empresarial (CCE) haya decidido substituir el término “competencia” por “competitividad” en toda su agenda pública, y en toda la agenda pública de las organizaciones de la sociedad civil que financian, es evidencia del problema. Ser competitivo es tener una ventaja comparativa, lo que no necesariamente implica que se esté compitiendo. Ya la Cofece ha sido clara en esta diferencia.
El hecho de que la CROC y la CTM sean los principales enemigos de la democracia sindical, proponiendo la cancelación del voto secreto de los empleados, es evidencia obvia de la falta de competencia. Los sindicatos de este país han decidido contentarse con tener el poder, sin que por ello signifique que representan a los trabajadores.
Hago pues un llamado a Puig, Warkentin y Alatorre a que utilicemos este último debate para centrar la discusión en las consecuencias tan obviamente negativas del oligopolio empresarial y sindical para la economía mexicana.
Me parece pertinente preguntarle a Anaya por qué la palabra competencia no aparece ni una sola vez en toda su plataforma económica. Ni una. Anaya habla constantemente de “impulsar el incremento sostenido de la competitividad”, pero nunca habla de si esa competitividad se logrará promoviendo la competencia ¿Su gobierno otorgará a la Cofece la facultad de ejercer acciones de inconstitucionalidad en contra de leyes contrarias a la competencia? ¿Se escucharán e implementarán todas las recomendaciones de este organismo? ¿Dejará Anaya que gobierne la Comisión Nacional Bancaria y de Valores o los bancos del Consejo Coordinador Empresarial?
Me parece pertinente preguntarle a AMLO si, dado que habla de promover la competencia en la banca y en la representatividad sindical, realmente estará dispuesto a tocar al SNTE ¿Permitirá que el SNTE deje de ser el representante cuasi exclusivo de las relaciones laborales de los maestros? ¿Le exigirá que base sus decisiones en el voto individual de sus agremiados, que revitalice a los Representantes de Escuela, y a los Comités Ejecutivos Nacionales? ¿Dejará AMLO que gobierne el secretario de Educación o la CNTE?
A Meade hay que hacerle las preguntas de AMLO y de Anaya porque él es el único candidato que no dice la palabra competencia una sola vez en su plataforma (meade18.com) y tampoco se pronuncia sobre ningún aspecto sindical. Más, importantemente, hay que preguntarle a Meade si dejará que gobierne alguien que no sean los jefes económicos del PRI.
El debate sería muy productivo si después de éste nos quedara claro cómo piensa evitar cada candidato que los ciudadanos sigamos siendo los que pagamos los platos rotos por la falta de competencia. La economía mexicana tiene un enorme potencial desperdiciado que debemos recuperar.

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