Opinion

Juárez, ciudad fallida

Carlos Murillo
Abogado

2018-06-10

Hay varios rankings sobre las ciudades con mejor calidad de vida, una revista británica usó más de 60 métricas para determinar los mejores lugares. Más allá de los parámetros tradicionales, hoy el bienestar social también tiene relación con el costo promedio de un café, la cantidad de bicicletas, los teatros y museos, centros educativos de artes, entre otros. La ciudad con mayor calidad de vida fue Tokio, después Viena y empatadas en tercer lugar Berlín y Múnich.
Otra medición considera la seguridad, los servicios públicos, la infraestructura educativa, entre otros factores. En esa medición aparecen algunas ciudades latinoamericanas; Montevideo en primer lugar, seguido de Buenos Aires, Santiago, Panamá y Brasilia. México solamente aparece con Monterrey en séptimo lugar.
En una comparación donde solo participan ciudades de México, se evaluaron aspectos como convivencia sana, oferta de museos, belleza natural con la que cuenta la ciudad, oferta de vivienda y escuelas, calidad de movilidad y el aire, así como centros recreativos. En esa medición, la mejor ciudad para vivir es Mérida, seguido de Saltillo, Aguascalientes, Mazatlán, Colima y Cancún.
Juárez aparece en la lista negra. Apenas hace unos años salió de la lista, pero de las ciudades más violentas del mundo y desde hace décadas es de las ciudades con mayores rezagos del país, mientras que Chihuahua capital se acerca cada vez más a los primeros lugares.
Según el Índice de Desarrollo Humano -que es otra forma de medir la calidad de vida-, el municipio de Chihuahua tiene un 0.806 y es el más alto del estado, mientras que Juárez está lejos de ser el primero. Desde hace cincuenta años, el dinero se invierte más en infraestructura para el municipio de Chihuahua que aquí.
Por mencionar algunos ejemplos, en Juárez hay cinco museos, mientras que en el municipio de Chihuahua hay 12, un 140 por ciento más; en Juárez hay cuatro auditorios y en Chihuahua hay siete, un 75 por ciento más; las becas para los artistas, en Juárez dan 11 y en Chihuahua 56, un 409 por ciento más.
Es por esa causa que tenemos diferencias tan abrumadoras, como el hecho de que en Juárez haya 396 mil personas en situación de pobreza y en el municipio de Chihuahua 185 mil; que en Chihuahua capital haya 88 mil personas con rezago educativo y en Juárez tres veces más, 218 mil; que en Juárez haya 225 mil personas sin acceso a la salud y en Chihuahua una tercera parte, 81 mil.
Somos un municipio con pobre calidad de vida, porque tenemos pobre infraestructura, pobres servicios públicos, pobres servicios de salud y de educación, pobre equipamiento urbano y pobres servicios de movilidad.
Pero esto contrasta con la generación de riqueza, porque somos un municipio rico en empleos, Juárez tiene el 39 por ciento de la población del estado y aquí se genera el 52 por ciento de los empleos. Juárez no está en las ciudades con mejor calidad de vida, pero es el cuarto municipio con el Producto Interno Bruto (PIB) más alto y es la quinta ciudad con mayor PIB per cápita. Si Juárez fuera estado sería el número 14 del país en PIB.
¿Cómo puede un municipio ser tan pobre en calidad de vida y producir tanta riqueza al mismo tiempo? Las causas son diversas, pero podemos mencionar al menos tres de ellas. La primera es que esa generación de riqueza se presentó principalmente en el crecimiento del sector industrial y esto generó un flujo migratorio desmedido, la ciudad no estaba preparada para enfrentar esas nuevas demandas de servicios públicos y comenzó el rezago; la segunda causa, es que el crecimiento de la ciudad no fue equilibrado con la inversión del gasto público, el Gobierno estatal nunca aportó soluciones del tamaño de los problemas, vivimos con aspirinas mientras la ciudad necesita -desde hace mucho- una cirugía mayor; y la falta de voluntad política para abatir el rezago, por la aplicación de un criterio regionalista en el presupuesto que provocó una doble marginación, esto potenció el desastre.
Así, es como se fueron formando varios Juárez. El Juárez viejo del Centro, con sus barrios fantasma; el Juárez del poniente, con un crecimiento desordenado y caótico; el Juárez de la zona dorada, con pequeños lunares del primer mundo; el Juárez del suroriente, la periferia industrial con maquilas rodeadas de marginación y el Juárez del valle, el crisol de la migración abandonado.
Al menos hay cinco Juárez completamente diferentes, donde la vida no vale lo mismo. Una ciudad, es un centro de población que comparte una actividad principal relacionada de con el comercio, los servicios o la industria. Hasta aquí Juárez cumple con la idea de ciudad. Pero, si ampliamos el concepto de ciudad con una visión del siglo XXI, entonces una ciudad es donde una sociedad participa democráticamente en los procesos de urbanización y de colaboración para la convivencia pacífica en el espacio público y donde se toman decisiones para lograr altos estándares de calidad de vida. Entonces, pocas veces Juárez es una ciudad.
El Gobierno municipal de Juárez es un cascarón hueco, lamentablemente se ha convertido en una agencia de empleos donde el 60 por ciento del gasto público se invierte en sueldos de personas que administran la precariedad, no se dedican a generar políticas para mejorar la calidad de vida, se dedican a recaudar impuestos y usar los recursos con criterios clientelares y el Gobierno estatal ha normalizado el abandono e institucionalizado el rezago.
La injusticia que vive Juárez es equivalente a que ocurra un terremoto como del 85 cada sexenio. En lo que queremos levantarnos del primer déficit ya tenemos otro igual o peor. Esa tragedia presupuestal ha provocado que Juárez sea una ciudad fallida; marginada fiscalmente del estado y del país; socialmente dividida por brechas de desigualdad; en quiebra, con un sistema financiero municipal inviable; con la peor infraestructura del país; y con el incremento de la violencia en las calles.
En síntesis, de los factores que nos trajeron hasta aquí, hay cosas que no podemos cambiar, como la migración que continuará mientras la industria siga creciendo. Nada podemos hacer con el hecho evidente de que la ciudad está en quiebra financiera y pedir más presupuesto no ha funcionado durante los últimos cincuenta años. No hay mañana para este modelo de ciudad como la tenemos.
Lo único que sí podemos hacer, es cambiar el juego que no nos favorece y alterar la geografía política para convertirnos en el Estado Libre y Soberano de Juárez, esa autonomía presupuestaria permitirá que el dinero de Juárez se quede en Juárez y no se vaya a la capital, incrementando 7 veces el presupuesto; con eso podemos elevar la calidad de vida de la frontera para hacerle justicia a Juárez y a los juarenses.
Juárez también merece ganar.

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