Opinion

Han creado todas las condiciones para perder

LA COLUMNA
de El Diario

2018-06-09

Quienes junto con Andrés Manuel López Obrador andan desgañitados gritando este arroz ya se coció lo hacen a partir de las engañosas encuestas que todo mundo usa pero todo mundo cuestiona según la conveniencia. Así de contradictorio. Herramientas importantes, sí, pero relativas.
En promedio esas terapias futuristas han ofrecido 50 puntos para el tabasqueño, 25 para Ricardo Anaya y 20 para José Antonio Meade. Anaya y los panistas discuten que no es tanta la diferencia pero no se han atrevido a decir que van arriba de AMLO, igual Meade. Sondeos de los más propanistas dan 12 de diferencia al jefe de Morena.
Las encuestas son mediáticas. Efectivamente bastante discutibles. Cuadernos de trabajo en los cuarteles de guerra electorales. Buenas también para matar el tiempo en largas conversaciones de café o interminables tertulias con algo de alcohol sobre la mesa. Son tomadas como punto de partida aquellas que ofrecen los números más significativos entre quienes van abajo y quienes van arriba. Al final cada quien es puesto en su lugar tras las elecciones.
Estamos hoy ante señales y algunos datos bien documentados que van más allá de esos ejercicios que miden tendencias electorales; necesario anotarlo, a escasos 20 días para que la verdad aflore por completo.
Tenemos datos en esta columna que hablan de asesores, consultores y profesionales de distintas ramas que a lo largo de la campaña venían prestando sus servicios, o los prestan todavía, a José Antonio Meade y a Ricardo Anaya, pero que ahora comparten esos mismos trabajos con las sutilezas indispensables en favor de López Obrador. Difusión de encuestas, memes, videos armados exprofeso; lo necesario en favor del tabasqueño.
Hemos presenciado eso particularmente durante la última semana en coincidencia plena con otras informaciones más públicas y más profusas sobre el ‘perdón’ de Televisa a López Obrador, sobre sus ‘cálidos’ encuentros con los ‘hombres de negocios del país’, con el buen tratamiento que le dispensan medios de comunicación de los catalogados como nacionales cuando antes ni un vaso de agua le convidaban... Con la facilitación del Estadio Azteca para el cierre de la campaña electoral, con su cuidado extremo en materia de política internacional; Trump sigue siendo el diablo para él pero no en esos términos. “Convencer a Trump de que equivoca su política exterior”, dijo diplomáticamente en Ciudad Juárez al iniciar su campaña.

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Desde el arranque de las precampañas mencionamos en este espacio que la traición se encaminaba hacia julio por distintas vías y desde las entrañas de los partidos políticos y los grupos de poder. No flotaba más aroma que desconfianza y deslealtades por todo el territorio mexicano.
Empezaron mejor que bien en ese sentido Ricardo Anaya y Javier Corral pero perdieron los pesos por los centavos, si nos es permitido hablar en pasado. Se hicieron de la candidatura a la Presidencia de la República echando del PAN a los calderonistas y en especial a la exprimera dama Margarita Zavala. Tomaron el PRD como refuerzo, pero lo despanzurraron y la estampida no se hizo esperar justo hacia el bando izquierdista afín y de origen, López Obrador, Morena.
Lograron tener en público y a todo color al exdirigente nacional del PRI, Manlio Fabio Beltrones Rivera. Estuvo el sonorense magnate en la cancha del incipiente Por México al Frente, molesto con algunas figuras de su partido como Osorio Chong que le metió el pie en el 2016 para que el PRI fuera derrotado en más gubernaturas de las que naturalmente hubiera perdido.
Beltrones salió espantado de la trampa con una extremidad arrastrando, sujetado por lo picos del engaño de Corral y sus Galileos. Hablamos del tiburón de los más grandes, felino de los más astutos, maestro de maestros entre la fauna política azteca... Herido pero regresó a la probada seguridad de sus siglas, las del Revolucionario Institucional.
Anaya fue ungido candidato pero escasamente aceptado entre las filas panistas y poco conocido entre los mexicanos. Debió recurrir por ello al depravado dedazo para imponer su postulación oficial.
En lugar de cerrar filas y fortalecer a la escuálida figura de su abanderado presidencial, Corral Jurado se entusiasmó con el espejismo ilusorio de que podría caer Anaya y él elevarse hasta el Everest de la candidatura con ‘inminente’ desemboque en Los Pinos.
Una maravilla mental, según su razonamiento; una prolongación mental, de acuerdo con los que miraron el absurdo representado primero con los ‘encuentros Chihuahua’ gobernador-Galileos y después con la caravana campañera ‘por la dignidad y la justicia’ emprendida de Juárez a la Ciudad de México, sin más impacto que el golpe a las arcas públicas estatales por los millones gastados. Se revirtió. Volvió al redil anayista tras el fallido cuartelazo para quedarse con la postulación.
Gobernación intentó negociar con el chihuahuense pero no hizo más que caer en el garlito. Corral subió decibeles a su discurso contra su antecesor el duartismo y como plus colocó a su lado al presidente de la República, Enrique Peña Nieto. Tomó los 900 millones de la negociación, macheteó con la retórica de la corrupción y metió en el paquete de sus objetivos al que antes sedujo para integrar el frente, Manlio Fabio Beltrones. Horror para el sonorense, en su vida sabía de amparos salvo los que debían promover sus enemigos. Sacó varios para él ante el temor de ser atrapado por la policía corralista.

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Un error lleva a otro, enroló Javier en su conducta y en su discurso a Ricardo Anaya. Ambos creyeron erróneamente que si Corral obtuvo la gubernatura acuchillando a César Duarte, también obtendrían la Presidencia de la República golpeando a Peña Nieto. Buscaron sin clemencia destrozar la yugular. Olvidaron los buenos oficios operados por Osorio para completar el triunfo de Corral en Chihuahua. Al menos de la vista gorda se hizo el presidente de la República en aquel 2016.
Tiraron gobernador y candidato presidencial golpes verbales pero no efectivos; eso sí, asustaron lo suficiente a la clase empresarial y priista en el poder federal para planificar su voto útil hacia el proyecto de López Obrador. Aun el peor enemigo puede convertirse en el mejor aliado.
El dilema de todos los amenazados entre dejar el camino libre a quienes evidentemente no solo no respetan acuerdos sino que traicionan, y quien modificó completamente su postura y su retórica hacia la no persecución, es fácil deducir a cuál botón de opciones le apachurraron.
En principio la violencia verbal le funcionó a Anaya. Subió algunos puntos en las encuestas hasta que el sistema puso en función su eficaz maquinaria de desquite. Sacudieron la alfombra donde escondía su cola el queretano y dejaron al descubierto las sonadas operaciones de lavado de dinero con los Barreiro. Millones de pesos a puños, no miles.
El candidato panista no creció más en las preferencias. AMLO solo esperó a que cayeran los frutos madurados por su principal opositor y tardó solo unas semanas y dos debates para colocarse en ese dos a uno del que ahora todos hablan y que en el terreno del tabasqueño repiten como el arroz ya cocido.

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Dejemos entonces a sus majestades las encuestas como puntos de referencia para la discusión y algunos análisis cafetero-mediáticos pero hasta ahí. No las tomemos como explicación toral sobre el rumbo que han venido tomando las campañas y las tendencias electorales correspondientes.
La mejor encuesta es la radiografía que paso a pasito nos presenta el desempeño de los principales contendientes de López Obrador, incluido el sistema priista, asfixiado por los memes-parodias contra Peña y la corrupción intergaláctica que mantiene al país al borde de la inanición. Ningún sondeo contempla variables consideradas fundamentales como esas expuestas aquí.
Ni siquiera los gobernadores panistas, los 11 que tiene el blanquiazul a nivel nacional están sumados a la campaña de Anaya. Se negaron a respaldar abiertamente la caravana electoral de Corral porque supieron en tiempo que el objetivo no era el de justicia para Chihuahua, sino el de promoción electoral. Con sus territorios e intereses controlados han tomado la cumbre más alta de su seguridad para no ser arrastrados por el alud que amenaza consumir presente y futuro del gobernador chihuahuense y de Ricardo Anaya Cortés.
¿A poco creerían ambos políticos que sus opositores les perdonarían aquel debate por la presidencia del PAN en el que Corral llamó siete veces corrupto a Anaya para luego apoyarlo como abanderado presidencial? Pretender jugar con la inteligencia de los mexicanos, no es recomendable. Fue este otro factor no incluido en la medición electoral que ha afectado considerablemente al proyecto presidencial blanquiazul.
Falta un debate y 15 días después para conocer la verdad completa; por lo pronto tenemos toda esta película para dilucidar los motivos por los cuales ese binomio azul ha quedado a varias cuadras del desfile que marcha hacia Los Pinos; en la punta, sin despeinarse mucho a diferencia de hace seis y 12 años, López Obrador.

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