Opinion

Encuestas y borregos

Sergio Sarmiento
Periodista

2018-06-06

Ciudad de México.- Las encuestas siguen generando controversias, solo que este año las opiniones están trastocadas. Las críticas de Andrés Manuel López Obrador en 2012 a las encuestas "cuchareadas" han desaparecido, mientras que los políticos que hace seis años defendían las encuestas porque favorecían a Enrique Peña Nieto hoy se quejan porque le dan el primer lugar al morenista.
Tienen razón los críticos cuando señalan que las encuestas hoy no son tan precisas como en el pasado. Son muchos los ejemplos de ejercicios equivocados y no solo en México. Algunos profesionales han subrayado sus limitaciones como instrumentos predictivos. Roy Campos de Consulta Mitofsky ha declarado: "Las encuestas sirven para todo, menos para pronosticar al ganador".
Muchos argumentos se han usado para descalificar las encuestas. Algunos dicen que los entrevistados mienten y que lo hacen más en México que en otros países; que las muestras son demasiado pequeñas, ya que mil 200 personas no pueden representar la opinión de millones; que se falsean para producir un "efecto borrego", que haría que la gente vote por un candidato distinto al de su verdadera preferencia; que las altas tasas de indecisos y de rechazo representan un voto oculto que las encuestadoras no pueden captar.
Supongo que algunos encuestados mienten, pero esto no ha impedido que durante décadas las encuestas hayan sido instrumentos eficaces para ofrecer buenas fotografías de las preferencias electorales en momentos determinados y razonables predicciones del voto futuro. Las encuestas bien realizadas no necesitan muestras excesivamente grandes. Sí hay encuestas falsas, que los partidos promueven, pero no hay realmente indicios de que el efecto borrego sea verdad.  
Sí parece haber una pérdida de precisión en las encuestas en los últimos años, quizá consecuencia de un creciente espíritu de rebeldía de la gente y su rechazo a responder a encuestadores. El fenómeno es internacional y debe tomarse en cuenta. Pero no siempre lo que se ve como grandes errores son tales. Las encuestas de Estados Unidos en 2016, por ejemplo, no fallaron; Hillary Clinton ganó el voto popular, que era el que las encuestas estaban diseñadas para captar.
Los partidos siguen haciendo esfuerzos por modificar el voto a través de encuestas falsas o atípicas.
Ayer la encuesta de Reforma, elaborada por Lorena Becerra, una profesional reconocida, colocaba en primer lugar en la Ciudad de México a Claudia Sheinbaum de Morena con 54 por ciento, contra 25 de Alejandra Barrales del PRD y 13 de Mikel Arriola del PRI. Pero ayer mismo el PRI colocó una inserción pagada en periódicos que ponía a Arriola en segundo lugar y lo destacaba como el candidato con el que más se identifican los indecisos. Esta encuesta atípica fue realizada por Pop Research, una empresa que no conozco. ¿Pueden equivocarse las encuestas? Claro. ¿Pueden estar mal todas las encuestas de empresas reconocidas? Difícil. ¿Pueden equivocarse todas más de 20 puntos porcentuales? Sería inusitado.
Al final las cosas pueden cambiar. Los ciudadanos votan en libertad en la soledad de la casilla. Toda votación tiene un grado de incertidumbre. Si no, no habría elecciones. Pero eso no quiere decir que las encuestas no sean instrumentos razonables para entender las preferencias de los ciudadanos.

Y coincidir
López Obrador y Claudio X. González Laporte hablaron de béisbol, se dieron un abrazo y coincidieron "en que todos queremos un México mejor". González Laporte ha sido cuestionado por López Obrador por el trabajo de su hijo, Claudio X. González Guajardo, en Mexicanos Primero; también lo criticó Peña Nieto por la labor de su hijo en Mexicanos contra la Corrupción. En cambio, yo respeto al padre como empresario y admiro al hijo como activista.

X