Opinion

Urgente reconvertir la economía nacional

Luis Javier Valero Flores
Analista

2018-06-06

Las consecuencias son varias, y diversas, pero todas adversas en el corto y mediano plazo; podrían ser positivas en el largo, pero a costa de la puesta en marcha de un vasto programa nacional de transformación de la política económica del país, la que se deberá tomar en cuenta un hecho cardinal: las economías de EU y México están indisolublemente ligadas, pero, en nuestro caso, obligados a replantear esa ligazón, en un sentido casi absolutamente contrario a lo realizado en las últimas cinco décadas.
En esa “reconversión” a la economía mexicana deberán jugar un papel central las de las regiones fronterizas, en especial la juarense; por diversas razones, entre ellas las dimensiones de la industria maquiladora de exportación, tanto por el volumen de las mercancías maquiladas, como por el valor de las mismas, así como el número y calidad de empleos generados por esa industria.
La imposición de la elevación de los aranceles al acero y aluminio, decretada por el presidente Trump, y las consiguientes respuestas del gobierno mexicano, además de las anunciadas por el canadiense y las que en su momento han dado los gobiernos europeos, japonés y chino, son ilustrativas de la extremada fuerza de la globalidad de la economía mundial, ante lo cual las respuestas individuales deberán ser pensadas en el largo plazo, pero, en un giro opuesto a lo anterior, teniendo en cuenta que, primero, deberá apostarse a las medidas que tengan una repercusión en los estándares de vida de los mexicanos, en un entorno internacional en el que se le apuesta al comercio exterior, pero en el que las principales economías están en la orientación contraria, la de favorecer las economías propias.
La diferencia estriba en que Europa lo piensa como un solo país, y actúa en consecuencia, con todo el peso económico de que es capaz para competir con Estados Unidos, Japón y China que, por su cuenta, son lo suficientemente poderosas como para que el gobierno de Donald Trump deba negociar de manera distinta al modo en que afronta al de México.
El problema es que la dependencia mexicana, respecto de la economía norteamericana, es tan grande que los cambios deberán, necesariamente, darse paulatinamente, las cadenas comerciales y productivas están tan ensambladas que alterarlas puede originar verdaderos problemas de abasto y carestía.
Es un momento crucial, no tan solo por la elecciones generales de este año, sino por el giro que le puede imprimir a la economía norteamericana el presidente Trump, tan grande que obligará al nuevo gobierno a actuar en esa realidad, que puede incluir un Tratado de Libre Comercio distinto al actual, incluso más agresivo para nuestra economía y que obligará a repensar todas esas cadenas de la economía pues, sin duda, la política de Trump será aún más proteccionista.
El problema es que la orientación de la política económica es hacia el comercio exterior. Efectivamente en ese sector de la producción se encuentran las empresas más dinámicas y de mayor éxito, incluidas las dedicadas a la agroproducción.
No podemos decir lo mismo del resto de la economía, en particular las de la industria agroalimentaria, a pesar de que la balanza comercial en este sentido tengamos un superávit frente a Estados Unidos. Sin embargo, debemos importar la mayor parte de los alimentos básicos del país y cambiar las reglas arancelarias nos puede llevar a arrostrar elevaciones importantes en el precio de las mercancías.
Así, por ejemplo, al imponerle México un arancel del 10 por ciento a la importación de carne de cerdo, hará que su precio se eleve sustancialmente pues la mayor parte de la que se consume en el país es extranjera, pues México no es autosuficiente.
Y lo mismo ocurrirá con “la papa, manzana, algunos quesos, piernas y paletas de cerdo, arándanos, láminas, tubos de acero, y varillas, entre otros productos”. (Nota de Iris González y Cinthya Ávila, El Diario de Juárez, 6/VI/18).
Vistas así las cosas, lo más prudente, y eso debió contemplarse siempre, es que la discusión sobre el TLC deba posponerse hasta principios del 2019 -aunque seguramente las decisiones de Trump no pueden llevarnos a ningún otro escenario más que ese-, cuando ya haya un nuevo gobierno en México y, también, una nueva representación en el Congreso norteamericano.
Pero lo más urgente será, cualquier fuerza que obtuviera el triunfo presidencial, el replanteamiento de la política económica; virar hacia el mercado interno y reactivar la economía nacional con una ruta de una mucho menor subordinación.

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