Opinion

Población hambrienta

Víctor Guzmán
Académico

2018-06-05

Nadie es tan pobre que no tenga nada que dar, y nadie tan rico que no tenga algo que recibir.
En el año 2017 se instalaron en Ciudad Juárez 45 comedores comunitarios por parte del programa federal Cruzada Nacional contra el Hambre, a cargo de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), lo mismo se hizo en otras entidades del país. La finalidad, quitar el hambre a los habitantes de esas zonas con mayor índice de marginación y pobreza.
Estos nuevos comederos se sumaron a la labor alimentaria que otros organismos ya venían desarrollando, aunque, sin ningún apoyo gubernamental. El número de personas beneficiadas por centro de apoyo, fluctúa de 60 a 140 como máximo, entre desayuno y comida diariamente. El comedor de la asociación civil Ministerio Verbo Vida, menciona que en su mayoría recibe hombres de edad adulta, con una menor afluencia de niños y mujeres, en la zona Centro. El director, Conrado Monterrosa, en su trayectoria de cuatro años atendiendo el comedor, afirma “nuestro mayor número de beneficiarios son adultos mayores, que por diversos motivos se han quedado solos”.
En la zona de Lomas de Poleo, se encuentra la asociación Aposento Alto que brinda un espacio para dar alimento a niños de bajos recursos, antes o después de asistir a la escuela, con un pequeño espacio para la diversión. “Hay niños que vienen descalzos a comer y con enfermedades en la piel por la tierra, y algunos no asisten a la escuela” dice Grissel Ramírez, directora de la asociación.
Algunos de estos merenderos que nacieron con el proyecto federal de la Sedesol, a la fecha ya no existen por diversos motivos, desde falta de colaboradores, de recursos básicos, hasta la suspensión del apoyo gubernamental por no cumplir los requisitos establecidos por la dependencia nacional.
Si están estos espacios dispersos en la ciudad, la lógica indica que hay hambre en una parte de la población y lo más grave, hay niños hambrientos que diariamente, ya sea antes o después de salir o entrar a la escuela, son favorecidos al recibir de manera gratuita los sagrados alimentos. De la misma forma se benefician personas que van de paso, que solo están unos días y aprovechan esos lugares para saciar sus necesidades básicas.
Alimentación, vestido y vivienda son las necesidades básicas que todo Estado debe proveer a sus pobladores, quizá nos encontremos lejos de alcanzar estos tres aspectos en pleno siglo XXI. El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) en el 2015, señala a Ciudad Juárez como uno de los municipios con mayor número de personas en situación de pobreza con 396 mil 882.
El hambre jamás termina, el dicho nos dice: “No solo hay que darles el pescado, hay que enseñarles a pescar”, por ello urgen programas que generen oficios o empleos técnicos que culminen con la empleabilidad de cientos de jóvenes y adultos en situación de calle o pobreza extrema. El no hacerlo a tiempo trae lamentaciones en el futuro.
Los niños necesitan mayor atención, son los tiempos de encauzarlos para que ejerzan una ciudadanía con los principios elementales de respeto y conciencia social. Los comedores pueden ser espacios para sembrar esa semilla, a través de juegos lúdicos, actividades recreativas o espacios de tareas.
En cuanto al alimento, existen gran cantidad de industrias maquiladoras y restaurantes, algunos apoyan con lo sobrante de alimento en buen estado para que las instancias señaladas lo repartan a los beneficiarios, pero la gran mayoría prefiere tirarlo, antes que apoyar con esa noble causa; aún no saben el significado de ser Empresa Socialmente Responsable (ESR).

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