Opinion

Debate de candidatos a alcalde

Sixto Duarte
Analista

2018-06-04

La sobrerregulación electoral impide que, como en otros países, los medios de comunicación puedan organizar debates entre candidatos a puestos de elección popular. En nuestro régimen, le compete de manera exclusiva a los órganos electorales la organización de debates entre candidatos. La ley electoral y los órganos electorales, en lugar de ser las vías que promuevan el debate, son precisamente las que los inhiben, por el ejercicio de este monopolio.
Menciono esto porque considero, a riesgo de ser tachado de antidemocrático y excluyente, que los candidatos a la Presidencia Municipal por los partidos PVEM, PANAL y PRD, fueron candidatos de relleno en la celebración del debate entre candidatos a la Alcaldía de Juárez este pasado domingo. Mal haría el árbitro electoral en organizar un debate y no invitar a todos los candidatos; de ahí, que si algunos otros organismos tuvieran la facultad de organizar debates públicos, pudieran organizarse debates más fluidos con los candidatos que tienen posibilidades reales de ganar, según encuestas y sondeos.
Ramón Galindo es sin duda el candidato que más experiencia política tiene: senador, diputado federal, alcalde, y candidato a la gubernatura. Debo reconocer que me sorprendió la intervención de Galindo. A pesar de su personalidad explosiva, pendenciera, y golpeadora, en esta ocasión actuó de manera más mesurada. Sin embargo, fincó sus señalamientos y acusaciones en el nombramiento del primer secretario de Seguridad Pública de la administración de Armando Cabada. Galindo ya gobernó la ciudad, y carece de legitimidad para hacer esta clase de observaciones, pues funcionarios de su administración, -como lo señaló el propio Cabada- estuvieron presos por ciertas conductas delictivas. Galindo no puede entonces argumentar honestidad con estos antecedentes. También es recordado como el misógino alcalde que señalaba que ciertas regidoras del Ayuntamiento que él encabezaba, tenían “problemas hormonales”, solamente porque no se plegaban a sus designios. Aunado a estos lamentables antecedentes, Galindo está impedido para ser presidente municipal y funcionario, de conformidad con lo establecido en el artículo 198 de la Constitución de Chihuahua, pues es residente de Estados Unidos. Digamos que es una especie de “Nestora” en el ámbito local. De la corrupción de su administración hablaremos en otra ocasión.
En el caso de Armando Cabada, se le vio bien plantado y seguro en todos los argumentos que hizo valer durante el debate. Esa seguridad es la que da el hecho de ser quien ostenta el poder y planea reelegirse por los próximos tres años. Cabada fue el principal objetivo de los ataques del resto de los candidatos, pues la mayoría de los candidatos le hicieron señalamientos. Su problema es que muchos de esos señalamientos fueron fundados, tales como los hechos por Ramón Galindo respecto de los contratos de publicidad, o la falta de obra e infraestructura en la ciudad. Cabada inicia este proceso electoral cuestionado por el tema de “Juárez Iluminado” (mismo que tuvo un enorme costo político para su proyecto), y esperanzado que Morena no crezca más en la ciudad, pues es quien en realidad tiene en jaque sus deseos reeleccionistas.
Por otro lado, Javier González Mocken hizo señalamientos muy puntuales a la administración de Cabada, cuidando la imagen de no ser percibido como un golpeador. Sus intervenciones tuvieron como objetivo dar a conocer propuestas que emprendería en caso de llegar nuevamente a la Presidencia Municipal. No cayó en el juego de las provocaciones, y eso fue una medida inteligente, pues en un proceso electoral tan agitado como éste, el electorado busca respuestas a las demandas colectivas. Su principal fortaleza es la honestidad con que se condujo siendo alcalde la vez anterior, y la fuerza que adquiere Morena conforme se acerca la jornada electoral.
Los tres candidatos antes mencionados tienen en común que ya han gobernado la ciudad. Esto juega a favor y en contra de ellos mismos, pues el electorado ya los conoce, y puede evaluar sus actuaciones al momento de emitir su sufragio. Creo que en un balance general, quien menos debería mencionarlo es Ramón Galindo, pues, a pesar de que lo hizo hace más de veinte años, no es recordado como un buen alcalde. También es quien intentó chapulinear a la gubernatura del estado en aquel entonces, incurriendo en uno de los vicios que más desprecia el electorado: el oportunismo político.

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