Opinion

Recurre al enemigo porque no puede con el paquete

LA COLUMNA
de El Diario

2018-05-12

Del autismo al importamadrismo. No podemos pensar otra cosa. Así podemos aseverar que está navegando el gobernador Corral ante el embate de violencia que genera pánico y angustia en la población. A él no le quita el sueño, ni le merece suspender sus días de ocio en el golf y sus placenteros viajes con carácter político electoral a la Ciudad de México. Para eso hay presupuesto y aviones, no policías para cuidar a una niña de secundaria acribillada en medio del fuego cruzado entre delincuentes.
No vemos interés en Corral porque los chihuahuenses estén siendo masacrados por cientos. Las víctimas colaterales de Calderón ayer, son las víctimas colaterales de Corral hoy. Esos inocentes que salieron a la escuela o al trabajo, y que no regresaron a casa.
Eso ocurrió en Jiménez antier. Esa niña estudiante de secundaria no podrá ver de nuevo a sus padres. Las balas asesinas le quitaron la ilusión de vivir a Zaira Sugey en un intercambio de proyectiles que ni ella ni los chihuahuenses alcanzamos a entender.
Corral va de estrategias fallidas a otras más equívocas: decretó de manera autoritaria, pasando por encima de cabildos y de cualquier elemental cortesía política -que él siempre exige a gritos para sí mismo- que la policía desapareciera de los municipios por corrupción y connivencia con el crimen organizado, y hoy la Policía Estatal que él envió, se queda temerosa, oculta, sin intervenir, en hechos como los ocurridos en Ignacio Zaragoza, mientras afuera la población fue asesinada impunemente.
El gobernador asume posiciones caprichosas y veleidosas: se pelea con la Federación, desde el presidente hasta el último juez federal, usa adjetivos y calificativos mil, se rasga vestiduras, y al final, aplaude las nuevas estrategias acordadas en México con la Comisión Nacional de Seguridad Pública, la PGR y la Secretaría de Gobernación. Ni cómo entenderle más allá de su conveniencia.
Sacó el viernes por la noche a las calles a un centenar de agentes que impidieron el traslado de “La Coneja” a un Cereso federal, en lugar de enviarlos a proteger a los ciudadanos: le interesa más su disputa por el poder que la seguridad de las personas.
Encuentra espacios de “neutralidad política” en la seguridad, con un operativo de nombre rimbombante “Fuerzas de Reacción de Respuesta Inmediata Mixta”, mientras que le matan a sus policías, comandantes, a sus propios escoltas, y a los del fiscal general. Su apatía por ellos es tanta que ha dejado de acudir a sus funerales.
Plantea una solución mediática y mercadotécnica a un asunto policial que se le salió de las manos, tratando de defender lo indefendible. Que los crímenes han aumentado desde que llegó a la gubernatura, es innegable: la tasa de homicidios dolosos por cada cien mil habitantes ahí está. Solo que para él han disminuido en un 29 por ciento las ejecuciones: si antes mataban tres, hoy solo matan a dos. Bonita justificación.

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La estadística del Secretariado Ejecutivo de Seguridad a nivel nacional es puntual y pública. De enero a la fecha, han sido asesinadas 223 personas con armas de fuego y 46 han resultado con lesiones.
Esta cifra, igual que los más de dos mil ejecutados desde que asumió el poder parecen no decirle nada al feliz inquilino de Palacio, pero la tasa de homicidios es brutal: en 2015 teníamos 25.47 homicidios por cada 100 mil habitantes. En 2016, ya con Corral en Palacio desde el mes de octubre, llegamos a 32.89, y en 2017 se desataron los demonios. La tasa alcanzó la cifra de 41.41 homicidios dolosos.
Es cierto. La cantidad de homicidios se ha reducido, pero la cifra es engañosa. Por ello se utiliza la tasa, como un mecanismo que evite el maquillaje y ocultamiento de datos.
Meade tiene razón cuando le reclama a Corral que no ha podido con la seguridad y que tiene peores cifras que las de Duarte. Por eso le caló hasta la médula tanto esa crítica como aquella lanzada por López Obrador, mucho pueblo para tan poco gobernador. Verdad de a kilo.

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Pero si los números son escandalosos, el dato humano, del dolor, de las ejecuciones múltiples, es peor.
El drama es verdaderamente mayúsculo. Hay en ciernes una omisión gravísima en materia de seguridad, confirmada con la declaración impertinente, esa sí de una ignorancia supina, de Óscar Aparicio, el autónomo jefe de la Policía Estatal.
Podríamos estar frente a una responsabilidad que rehúye a su obligación de brindar seguridad a la población y la abandona de manera criminal en manos de los delincuentes.
Es de nuevo el caso de Ignacio Zaragoza. Ocho personas eran ejecutadas, una de ellas candidata a regidora por el PRD, las casas y vehículos eran incendiados, bajo un clima de terror, y los policías, 15 en total, se escondían en la comandancia de Policía, por órdenes superiores, emanadas de Aparicio. Muy grave.
Por ello no es casualidad que los criminales se hayan apoderado de muchos lugares de manera casi completa. Lo mismo ejecutan frente a las escuelas, que en pleno centro de la ciudad de Chihuahua -a media cuadra de Palacio- o a una cuadra de la Policía Federal.
Toman por asalto los pueblos como han hecho en Las Varas, Gómez Farías o Ignacio Zaragoza.
Matan a un bebé con sus padres frente a la Cedipol, a jóvenes ganaderos, a una bella modelo, Lizeth; o a una estudiante como Zaira en Villa López. No es descaro, es complacencia de la autoridad que ha abandonado a sus ciudadanos a su suerte.
Lo mismo asesinan a una persona de manera aislada, que cometen ejecuciones múltiples, como la del palenque en la salida a Cuauhtémoc en Chihuahua, donde murieron seis personas en febrero del año pasado. O los 15 del centro de rehabilitación en colonia Rosario en la ciudad de Chihuahua, o los cinco de Palanganas, o los seis de la vulcanizadora en Ponciano Arriaga, o los seis del motel en el kilómetro 15 de la carretera Chihuahua-Juárez.
Y los enfrentamientos, como el de Rubio o el de Las Varas, con decenas de muertos.
O los ejecutados de restaurantes y bares: El Show, Bacatete, Imperial, Balconcito, Cananos y Todos Santos.
Y qué decir de Miroslava, Adrián Rodríguez, Juan Ontiveros... o el doctor Godínez en Gómez Farías. ¿Dónde está el doctor? Sigue preguntando su familia sobre ese secuestro que estremeció aquella población en noviembre de 2017 y dejó a los pobladores sin servicios de salud. Huyeron doctores, enfermeros, prestadores de servicio social...
No exageramos si pensamos en un auténtico crimen de lesa humanidad. Esa es la historia que perseguirá a Corral Jurado, Aparicio y César Peniche, este segundo con dos etapas sangrientas sufridas por los chihuahuenses, la presente y aquella cuando fue delegado de la Procuraduría General de la República en el estado, entre 2007-2010.

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¿Qué pueden hacer los policías si no pueden resguardar ni su seguridad? Lo mismo matan a un comandante en Chihuahua o Juárez, que a ministeriales comiendo sus burritos, o un escolta del fiscal en Cantera 5, o vulneran el anillo perimetral de seguridad del gobernador en Francisco Villa, mientras el señor es retirado medroso del campo de golf San Francisco Country Club.
Lo que hacen es esconderse hasta que lleguen refuerzos. Patrullar de manera mixta, resguardados por tanquetas militares o federales, esa tanqueta que hicieron frente los policías estatales para impedir el traslado de Gutiérrez a un Cefereso.
Hay una completa incapacidad para hacer frente al crimen por parte de la autoridad policial estatal y un llamado urgente de auxilio.
Corral ha tenido que tragar sus adjetivos calificativos para coordinarse en materia de seguridad. Ha cedido ante la realidad de un estado fallido provocado por su imprudencia, inexperiencia e indisciplina.
Un Javier Corral siempre estridente y comunicador, hoy calla. Sus redes sociales se silencian. No hay comunicados ni mensajes de sus voceros. Reconocer que han fallado sus estrategias y no saber qué hacer más que pedir ayuda a una Federación con la cual permanece emperradamente reñido, debe ser el golpe más demoledor a su orgullo, a su soberbia. Lo superará con facilidad porque hasta vergüenza falta mucha.
 

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