Opinion

Diversificación cultural en Juárez

Víctor Guzmán/
Académico

2018-05-08

"Si vives en Juárez, eres de Juárez”. Frase famosa difundida entre los juarenses, que trataba de armonizar las diferentes culturas en un solo lugar.
Paso del Norte, nombre antiguo de Ciudad Juárez, ha sido por décadas un lugar de paso hacia Estados Unidos, y por consiguiente también de estancia, por ello la complejidad de sus habitantes y la cultura que la componen.
Sin duda el auge maquilador trajo consigo a miles de personas a la ciudad con la esperanza de mejorar las condiciones de vida, por supuesto que en varios casos se cumplieron las expectativas. No porque los salarios mínimos hayan sido muy elevados o competitivos, pero sí por las oportunidades brindadas en esta noble tierra, que fueron mejores que las de su lugar de procedencia.
Los años de mayor migración fueron los 60 y 70, principalmente del mismo estado de Chihuahua, enseguida atraída por las mejores oportunidades llegó gente de Durango, Coahuila y Zacatecas, durante los años 80 y 90. Y por último, una cantidad considerable de veracruzanos en busca de casa y sustento seguro. Además del paso constante de migrantes de toda la República que hacen de esta frontera un tránsito obligado para llegar al ‘sueño americano’.
Miles de personas que no logran cruzar se quedan en la ciudad, al igual que miles de deportados que mes con mes expulsan por los puentes internacionales, y que se convierten en parte de la población flotante que no se alcanza con precisión a saber cuántos son por ese movimiento constante.
Con lo anterior surge la trama de culturas llamado transculturación, una convivencia diaria, pero que aún guarda con recelo las entrañas de procedencia. Se convierte en una defensa de sus costumbres y tradiciones que no deja traspasar la identidad juarense, para convertirse en un todo.
Existe una necesidad de identidad hacia la ciudad, debe haber afinidad por parte de la población de sentirse comprometida y parte de la misma. Molestarse al ver personas tirando basura en la calle, denunciar los delitos, exigir sus derechos, sentir interés de lo que pasa a su alrededor, no ser partícipe de hechos que denigren.
No es posible que sigamos escuchando insultos regionales entre los que convivimos en un mismo espacio, o burlas por proceder de diverso lugar, por distinta color de piel o complexión. Al final de todo seguimos siendo mexicanos con las mismas necesidades, privaciones, pero también oportunidades.
El involucramiento de la sociedad en actividades que pretendan mejorar el entorno en las áreas de residencia es una estrategia que ha dado resultados. Los parques, en su cuidado, deben estar a cargo de los vecinos y personas que lo usan, para crear ese sentido de pertenencia y cuidado hacia lo que nos sirve. Se podría implementar en otros casos.
Las instituciones educativas son formadoras, y las generadoras para crear identidad con materia prima nueva, estos niños y adolescentes que no tienen arraigados los vicios o lastres del pasado. Es necesario implementar programas que afiancen los vínculos de afinidad entre los estudiantes y la ciudad, crear una generación con cuidado del medio ambiente y el involucramiento en la solución de problemas sociales.
Nos han repetido que somos una ciudad resiliente, haciendo énfasis en la época de violencia que se vivió del 2007 al 2013. Pero hay otros muchos casos que debemos solucionar como la limpieza de las calles, el grafiti, tirar las colillas de cigarro al ir manejando, mala crianza de las mascotas, animales de la calle, entre otras.
Para todo hay una solución, es necesario la organización y participación ciudadana con real compromiso para vivir en armonía.
Cuando se termine de pensar en el beneficio de manera individual y se piense de manera grupal, va existir un cambio verdadero, el individualismo egoísta jamás ha permitido el progreso del pueblo.
La sociedad que vive en una región es un solo componente, con todas sus variantes, semejanzas y diferencias. Representada por todos a la vez.

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