Opinion

Saca a la 'minoría rapaz' grito por el voto útil

LA COLUMNA
de El Diario

2018-05-05

Mayo y junio serán de rojo intenso por todo el territorio nacional según la emocionante víspera de los últimos días en los que dejó ver su poderosa mano la alta clase empresarial azteca para frenar los casi 20 puntos de ventaja que algunas encuestadoras le conceden a Andrés Manuel López Obrador. Ellos le ponen replay hasta en guerra sucia a lo del peligro para México, él no está manco y los llama rapaces acostumbrados a robar.
El primer debate no movió los números aunque los opositores a López Obrador le hayan echado montón particularmente con la amnistía a los líderes de grupos criminales. Ahora llegan los empresarios a tomar la batuta y a montar en sus hombros a Ricardo Anaya.
Se han apostado por el panista porque ven por ahí la rendija única para no perder el poder. La lucha entonces se reduce a dos: López Obrador y Anaya pelean con todo, con un tabasqueño que se mantiene en la delantera, el azul que sube un poco y Meade que saca fuerzas de la flaqueza con switch como el de Ochoa por Juárez pero sin avanzar. Los otros continuar sin pintar.
Es la razón por la que hombres de negocios están propiciando un voto útil con un solo candidato fuerte que enfrente al de Macuspana. Esto abrió una dura refriega mediática que culminó en adjetivos y desplegados, que desbordaron ánimos y pasiones. 
El ambiente se polariza aún más y las estrategias políticas se refinan: Andrés Manuel se presenta en el horario estelar de Televisa, en el regreso de Tercer Grado, y se asume tácitamente como presidente: contestó y dijo lo que quiso. Relajado frente a la pantalla hizo chilar y huerto de los entrevistadores, entre ellos López Dóriga.
Al mismo tiempo Mexicanos Primero sufría un duro revés, con un spot de niños llamando a la responsabilidad en el voto para proteger la transformación educativa. Fue bajado del aire por orden del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación bajo la aplicación estricta del principio de mordaza: los particulares no pueden contratar radio y televisión para influir en electores. 
Así transcurrió un primer tramo de campañas presidenciales, sin modificaciones de fondo en las preferencias electorales, fenómeno inercial que es catastrófico para el PRI hasta el momento, a tal grado que Peña Nieto cede la Presidencia del otrora partidazo, a un alfil del candidato presidencial, quien sin rubor operó el cambio, en busca de una solución desesperada a la inmovilidad en la operación electoral, con el conocimiento cierto de que asumirse como ganador en una contienda, donde se encuentra en el lejano tercer lugar, es una apuesta muy arriesgada. Los votos no están ni muy cerca de tercios. Pero Meade ahora sí toma el control del partido y va con todo a poner orden.

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Todo comenzó cuando AMLO acusó reuniones de los hombres de negocios con Ricardo Anaya. En una atropellada conferencia de prensa banquetera en Zongolica, Veracruz, soltó los nombres y apellidos: Claudio X. González, Tricio, Senderos, Larrea, Bailleres y el de Cinépolis, Ramírez.
Todos tendiéndole una celada, en busca de concretar un acuerdo cupular para que Peña acepte la propuesta de ir con un solo candidato fuerte para impedirle llegar a la Presidencia.
Los hombres de negocios no se quedaron callados. En un desplegado con lenguaje severo, titulado “Así no”, rechazan los golpazos realizados en su contra: piden respeto y cese a ataques personales y descalificaciones, en un debate propositivo que construya voto informado.
Ese mismo día, el jueves, Andrés Manuel volvió al ataque con un obús de artillería mediática, precisamente en la sede de la Semana Nacional de la Radio y la Televisión: les dijo rapaces, “no quieren dejar de robar”, y los inculpó de todos los males nacionales habidos y por haber. No quieren soltar el privilegio de mandar ni de robar, acuchilló.
Las palabras del tabasqueño inmediatamente inundaron los medios de comunicación y las redes sociales.
Todo mundo entró al quite. Por supuesto los candidatos presidenciales. El Consejo Coordinador Empresarial inmediatamente refrendó su respaldo al Consejo Mexicano de Negocios. El mismísimo Javier Corral no se aguantó las ganas y aventó inofensivos petardos a López Obrador, cobrándole afrentas cercanas.
La acusación contra el tabasqueño es muy clara: el violento que nunca se ha ido, que solo se ocultó para alcanzar un mejor nivel en las encuestas. Todos uniformaditos, hasta Margarita Zavala, en su cascarón de alguno de los personajes que más famosa hicieran a Florinda Meza.

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Lo de esta semana, en esos avatares de dimes y diretes, presenta a un Andrés Manuel muy distinto al cuasipresidente, maquillado, reluciente, del miércoles en la noche, donde Azcárraga le dio la bienvenida en el horario estelar de Televisa.
Ahí, el abanderado de Morena paseó con las preguntas directas e indirectas. Contestó lo que quiso. “No me voy a enganchar”. Sonrió. Desenfadado, se acomodó en la silla, recostado, a gusto. Al fin todo el auditorio para él solo.
No fue la entrevista ríspida de Milenio Televisión. Fue la entrevista cómoda del candidato puntero a la elección presidencial. 
Seguramente los hombres de negocios y empresarios se arremolinaron inquietos al ver el juego de la televisora, que coincidió con la semana tormentosa y de enfrentamiento con el sector económico.

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Probablemente el responsable de todo el periplo mediático semanal es Anaya. Su apertura a buscar alianzas con quien sea para evitar que Andrés Manuel pise Palacio Nacional, abrió las especulaciones y arreció la rispidez política nacional.
Fue una declaración abierta del que no logra alcanzar al líder en la competencia. Un desesperado grito de no puedo.
Aún y cuando Javier Lozano, como vocero de Meade se deslindó, y lo consideró ocurrencia -Un voto útil para un inútil!!- lo confirmó: hay acercamientos de personajes que proponen una coalición de facto para interponerse en el camino del tabasqueño.
Una candidatura única, donde uno se sume al otro, por más simplista que parezca, ahí está. Es real. Inviable en los hechos pero real como propuesta.
Legalmente es imposible hacerlo a estas alturas, y operativamente es muy complicado orientar los votos, por decreto, de uno a otro candidato. Solo es una medida desesperada.
La encuesta de Reforma es muy clara con un López Obrador que se mantiene con 48 por ciento de preferencia, contra un Ricardo Anaya que se acerca cuatro puntitos, para ubicarse en 30.
Un lejano Meade que cae un punto y se coloca en 17 y los borrados de la contienda, Margarita con 3 y “El Bronco” con 2, cinco puntos muy buenos, interesantes, pero que también son muy difíciles de trasladar a otro equipo como por arte de magia.
Esos números -más menos de acuerdo a la encuesta a la cual se acuda- retrata la contienda de dos.
Por ello la ocurrencia del decline y el voto útil. Una sumatoria simple lleva a Anaya 22 puntos adicionales, con lo cual quedaría apenas arriba del de Macuspana.
Pero la experiencia indica que no es así. Enrique Serrano en Chihuahua sufrió las de Caín, pretendiendo hacer lo mismo. Corral también lo intentó. Y los números al final no cuadraron. No hubo tal traslado de votos, al menos con la efectividad requerida.

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La apuesta no está en el aire, los dados electorales están cargados con una orientación que se ha movido muy poco. La certeza es que hay un líder en la contienda. Y que tales hechos obligan a los rezagados a asumir decisiones, sean cuales sean, que les permitan aventajar.
La rudeza de la semana pasada permite avizorar que la polarización va a llegar a un punto de mayor enfrentamiento. El discurso de odio que el sector empresarial huele en Andrés Manuel, les va a dar el perfecto pretexto para intervenir de manera más directa en la contienda, y no solo financiando la guerra sucia, como advirtió AMLO, con un TRIFE que no quiere problemas y que bajará cualquier spot con atisbo de influencia electoral contratado por particulares.
Por ello, la batalla se trasladará con crudeza a las redes sociales, donde no hay quien ponga mano ni orden, todo sea por conquistar la voluntad electoral.
Y sí algún dato faltara para la especulación, ahí está doña Roberta Jacobson, flamante embajadora norteamericana, ya renunciada. Un día antes de dejar el cargo, soltó que Andrés Manuel no es incómodo para las barras y las estrellas. Una cereza del pastel para la contienda.

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