Opinion

Avanza la sucesión en la UACJ

Javier Cuéllar Molinar/
Analista político

2018-05-05

En el ámbito universitario de la UACJ se acercan las fechas para la sucesión rectoral y la comunidad de maestros y alumnos se aprecia inquieta porque se está conformando la consabida terna de aspirantes a suceder al licenciado Ricardo Duarte Jáquez, hermano del exgobernador César Duarte, que por cierto esta semana acumuló otras tres órdenes de captura en su contra, mismas que habrán de engrosar la ya larga fila de mandamientos judiciales que esperan que el proceso de extradición avance. La situación del exgobernador se complica cada día más.
Pero para el actual líder de la universidad local las cosas no están tan mal, la comunidad universitaria está acomodando la terna y en los últimos sondeos parece que esta tríada de distinguidos universitarios estará formada en primer lugar por el doctor Ernesto Morán, en segundo lugar por el también distinguido doctor David Ramírez Perea y en tercer lugar por el licenciado Ignacio Camargo Nassar.
El hecho de que un miembro de la comunidad universitaria simplemente aparezca en la terna ya es un honor porque se atiende a sus magníficas cualidades de honestidad personal y de capacidad académica que lo distinguen con un liderazgo que se considera benéfico para el futuro de la institución, sin embargo, la mayoría absoluta de los consejeros universitarios que habrá de votar en la elección de agosto están ya alineados respaldando al doctor Ernesto Morán por su capacidad académica y su quehacer científico de todos estos años. El señor Manuel Loera técnicamente está descartado aunque tiene posibilidades de participar por una regiduría o diputación plurinominal en el próximo proceso electoral dentro de tres años si su familia sigue apoderada e incrustada en el grupo de los morenistas, donde prácticamente son dueños de la franquicia a nivel local, pero en la UACJ las cosas se inclinan definitivamente a favor del doctor Ernesto Morán.
Imagínese usted que la UACJ cayera en las garra de la izquierda Trotskista delirante, la destrozarían según han hecho con cuanta universidad ha sucumbido bajo su poder y para mayor ejemplo a nivel local la convertirían en una escuela de terroristas como lo hicieron con la Escuela Superior de Agricultura Hermanos Escobar de triste memoria, que tuvo que cerrarla en su tiempo el gobernador Francisco Barrio por las graves corruptelas que estaban pasando en esa escuela. Pero en la UACJ no pasarán.
Chihuahua y sus instituciones bajo fuego
Muy preocupante para el gobernador Javier Corral y para toda la ciudadanía los sanguinarios ataques que ha recibido la Fiscalía General del Estado, al parecer de parte de una potente célula del crimen organizado con saldo trágico de media docena de heridos y dos agentes ministeriales muertos, esto a pesar de que la gendarmería está en alerta máxima y se mueven en operativos múltiples de autoprotección. Las plazas de Ciudad Juárez y Chihuahua capital se están calentando al máximo y nuestras autoridades no aciertan a diseñar y mucho menos implementar una línea de acción que restablezca la paz y el orden constitucional en nuestro estado.
Urgente el debate sobre el futuro de las drogas
Los caminos que actualmente más se discuten en este tema son dos. Uno proceder a la legalización del uso de drogas con fines recreativos comenzando por la mariguana y otro seguir con el esquema prohibicionista que tantos dolores de cabeza y derramamiento de sangre ha causado en nuestra sociedad. (Doscientos cincuenta mil asesinatos solamente durante el periodo de Felipe Calderón Hinojosa.) Este camino ya lo ha transitado dolorosamente nuestra sociedad.
Dos personalidades destacan entre otras muchas que apoyan la ruta del esquema prohibicionista: El almirante Vidal Soberón, secretario de Marina, que ha declarado a contenido en el número 657 correspondiente al mes de marzo del 2018: “El gobierno no puede pactar con la delincuencia organizada porque sería convertir al Estado en parte de la delincuencia organizada”. Y el licenciado Ricardo Anaya, actual candidato a la Presidencia de la República por el PAN y partidos coaligados, que ha sostenido que a la delincuencia organizada y al narcotráfico hay que combatirlo con toda la fuerza del Estado y con estrategias de inteligencia y por otra parte el licenciado Andrés Manuel López Obrador, que ha sostenido que pudiera implementarse una amnistía y una especie de cogobierno o pacto patriótico con las bandas de narcotraficantes para de perdida restaurar la paz y la seguridad pública. Al respecto el candidato del PRI, José Antonio Meade, ha guardado silencio tal vez porque considera que calladito se ve más bonito.
Pero el actual momento electoral es propicio, adecuado y de urgente abordaje para el debate de este importantísimo tema nacional que inexplicablemente se está dejando de lado. Así las cosas tenemos que Andrés Manuel López Obrador ha sido muy criticado por su postura permisionista y condescendiente para lidiar con las grandes mafias del crimen organizado, pero lo cierto es que en la mayoría de los países del mundo este tipo de pactos soterrados existe. El problema reside en cómo implementarlos.
Al efecto podemos tomar dos posturas: una, la que implementaron al parecer los regímenes que mayormente han ocupado la Presidencia de la República donde se dividió al país en alrededor de 15 zonas y a cargo de cada una de ellas se colocó a un capo preponderante que es el que se encargó en su territorio de controlar al crimen organizado y al desorganizado, apoyando al gobierno en reducir los índices de asesinatos y criminalidad como robo de autos, secuestros, extorsiones , robos de baterías y toda una gama de delitos que agobian a la sociedad, respetándosele a ese líder “maligno” una cierta liberalidad en su acotado territorio. Ya se comprobó que es mejor tener varios jefes mafiosos que uno solo.
La otra opción adoptada por el régimen de Felipe Calderón fue la de otorgar a un solo capo libertad de operación en todo el territorio nacional lo cual llevó a entronizar a un solo cártel de una manera inaudita que hasta lo internacionalizó llegando a aglutinar asociaciones delictivas en más de 60 países con una membresía superior a la OTAN y solo inferior a la FIFA y a la ONU. Organización que después fue muy difícil de controlar hasta la fecha y que desbordó la violencia en todo el país. Ricardo Anaya con su postura abolicionista y la influencia que le llega por los cuatro costados del régimen calderonista, puede precipitar al país en otra “guerra contra casi todos los narcos” con idénticos resultados de holocausto que nos causó Felipe Calderón. Si se va a adoptar el camino del pacto patriótico por México la mejor opción es la que existía antes de que los panistas ganaran la Presidencia con más de una docena de zonas de influencia de otros tantos capos. Gozaríamos de la relativa calma chicha que nos proporcionó el anterior sistema político mexicano.
La guerra contra las drogas está perdida
En todos los casos debe partirse de las premisas que la guerra contra el narcotráfico se encuentra definitivamente perdida desde hace varios años y que es imposible exterminar al crimen organizado como lo propone Ricardo Anaya y lo más razonable sería solo controlarlo como en tiempos pasados, con moderación y sin permitir que un capo sea preponderante y se les trepe a las barbas. Por mucho que la critique Ricardo Anaya, la postura de AMLO es la más sensata porque tiende también a un cierto clima de liberalización del comercio de las drogas, comenzando especialmente con la mariguana.
Para tales efectos el experimento holandés resulta muy aleccionador puesto que el factor violencia disminuyó tremendamente aunque al lado de una liberalización del mercado debe implementarse un amplio sistema educativo antiadicciones y un fortalecido sistema de rehabilitación de adictos. Como en Holanda donde las drogas se expenden actualmente con un orden adecuado a una inmensa mayoría de turistas mientras que su población nativa se ha tornado prácticamente inmune al problema de la drogadicción, especialmente los jóvenes.

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