Cecilia Ester Castañeda/
Escritora
Actualmente el Parque Central y el Museo de la Revolución de la Frontera tienen en común algo más que ser dos lugares emblemáticos locales. La presente semana al reabrir sus puertas, el espacio verde en restauración vuelve a recibir a los visitantes de la jirafa Modesto. El MUREF, por su parte, este mes hospeda en su sala principal el esqueleto de un mamut. Es hora de hablar de animales grandes.
Modesto lleva 16 años en Ciudad Juárez, de acuerdo con información de El Diario. En ese tiempo la jirafa macho se ha convertido en un tipo de estrella de nuestro “zoológico” público extraoficial donde también habitan patos, pavorreales, tortugas y avestruces.
La jirafa, desde luego, sobresale por su figura de aproximadamente cinco metros, por el diseño de su pelaje, por su callado deambular -las jirafas casi no emiten ruidos-, por su docilidad, por la novedad de ser una exótica especie poco común. No en balde es un personaje famoso entre niños y grandes. Sin saberlo, se transformó en el atractivo que tanta falta hacía en un punto de reunión al aire libre para las familias juarenses.
Pero el Parque Central Poniente no es un zoológico. Hace años dos leones perdieron la vida en ese lugar, recordémoslo -un macho adulto murió por causas desconocidas, un cachorro se ahorcó accidentalmente en un tronco; había un venado, ¿no?-. En todo caso, cuidar especies salvajes no es igual a atender perros o gatos.
A mí siempre me ha parecido inadecuado el recinto de Modesto. Debe de ser muy frustrante tener agua tan cerca sin poder alcanzarla, se me ocurrió primero. Luego recordé las ilustraciones de mi enciclopedia infantil: las jirafas tienen el cuello tan largo porque se alimentan de las copas elevadas de los árboles. En su espacio en el Parque Central Modesto no contaba con árboles altos, ni con objetos con los cuales entretenerse, ni siquiera con pasto en el suelo. Me alegré mucho al enterarme que durante el remozamiento del parque se tenía previsto mejorar el área de la jirafa.
Sin embargo esta semana solo vi “remodelada” su casita -¿acaso será muy difícil instalar una palapa con ramas en lo alto?-. Ya no veo la lona que contenía los datos elementales de la especie: la jirafa es el animal terrestre más alto, es originaria de África, llega a medir seis metros y a pesar mil 900 kilogramos, es herbívora y rumiante y duerme muy poco, según fuentes especializadas.
Modesto nos ofrece una oportunidad única para aprender sobre la relación del hombre con las especies protegidas. Las razones de que el número de jirafas esté disminuyendo, dice el sitio de internet Rincón Animal, son la caza y la reducción de su hábitat debido a la actividad humana.
Eso me lleva al mamut que puede apreciarse en el MUREF. Se trata de un espécimen localizado en el Estado de México, de 10 mil 500 años de antigüedad y parte del acervo del Museo Casa de Morelos, de Ecatepec. Si usted vio las películas “Noche en el Museo” o “La Era de Hielo”, esto es lo más cercano de esas representaciones prehistóricas que llegaremos a estar en Ciudad Juárez. Y no hacen falta técnicas de animatrónica para asombrarse ante unos cuernos tan enormes ni conocer la historia de Manny o de Ellie a fin de imaginar lo impresionante de convivir en la vida real con un animal de cuatro metros de altura y 10 toneladas.
Bueno, pues en 1956 se hallaron en Zaragoza dientes de un mamut colombino, según Armando B. Chávez, quien en su libro “Historia de Ciudad Juárez” asegura que en nuestra región abundaban restos de mastodontes y elefántidos. También en el Valle se localizó en 1976 el fósil de un mamut de 20 mil años de antigüedad, publicó El Diario. Entre el 10 mil y el 5 mil 500 AC, tribus nómadas cazaban mamuts en lo que actualmente es Juárez-El Paso, dice el historiador Óscar Martínez en “Los primeros pueblos”.
En otras palabras, aquí vivían animales como el exhibido en el MUREF. En una era de cambio climático, me parece, un dato así obliga a reflexionar sobre nuestro papel en las extinciones de otras especies y nuestra dependencia de éstas para sobrevivir.
Mejor habría de asombrarnos que existan animales como los rinocerontes y los elefantes, dijo alguien frente al mamut.
O los bisontes, pensé yo, esos grandes mamíferos casi extintos propios de esta región.