Opinion

La emoción sobre la razón

José Rubinstein/
Analista

2018-04-27

Ciudad de México.- Pasó el primero de los tres debates programados entre candidatos presidenciales innovando con un más ágil formato, aplicado por los tres acertados coordinadores, limitando la participación de cada aspirante por razones de tiempo. Observar en vivo y en directo a los distintos interlocutores, sus propuestas y reacciones, contribuye más a normar una fundada preferencia que el escuchar hasta la saciedad insulsos y agresivos spots, que terminan ocasionando el efecto contrario al buscado. Sería conveniente que a mediados de junio se realizara un debate entre los 2 candidatos -podrían ser 3- con posibilidades reales de triunfo, lo cual contribuiría a convencer a buen número de indecisos. La Coparmex y cerca de 200 organizaciones de la sociedad civil proponen realizar 21 debates, en los cuales participarían contendientes a 9 gubernaturas, presidencias municipales, diputaciones, senadurías y uno más de candidatos presidenciales.
La estrategia de todo debate es embestir al puntero a fin de remontar posiciones, es natural echarle montón a quien encabeza las encuestas, el antídoto es convencer a la audiencia con argumentos sólidos. En referencia a la esencia de las propuestas, éstas se ven desplazadas por los insistentes descalificativos mutuos, resultando que todos los candidatos son corruptos. La atención de los potenciales votantes se ve distraída en dimes y diretes marginales a las propuestas de gobierno de cada aspirante. Que si uno de ellos pecó fiscalmente en la edificación de una nave industrial, que si otro no inscribió la donación de un par de departamentos en el Registro Público de la Propiedad o que si el otro fue omiso al encubrir actos de corrupción de terceros.
La gradual incertidumbre por la cada vez más factible elección de Andrés Manuel López Obrador coloca en alerta las inversiones hacia y en nuestro país, a la vez que altera la toma de decisiones en diversos entornos. El dólar frente al peso llegó antier a ubicarse en su mayor nivel desde el pasado 12 de enero -incluyendo otras causas- alentando la especulación contra nuestra moneda, a pesar de la confortante noticia con respecto a la probable exitosa culminación de la renegociación del TLCAN. Añadamos el acuerdo político de principio concluido de manera sorpresiva el pasado fin de semana, entre México y la Unión Europea, el cual garantiza la irreversibilidad de la privatización energética prevista en la reforma aprobada. La actualización del TLCUEM, vigente desde el año 2000, incluye por primera ocasión a las relaciones institucionales, un capítulo referente a energía.
Enrique Peña en su gira europea de despedida se vanaglorió de que nuestro país se haya consolidado como la segunda economía más grande de América Latina, la 15 a nivel global y el primer exportador de manufactura en la región. Peña invitó a inversionistas y empresarios alemanes a explorar las nuevas oportunidades de negocio en México, precisando que en los recientes cinco años han impulsado cambios estructurales que nos convierten en un destino confiable para invertir. En los Países Bajos, ante la Confederación Empresarial Neerlandesa, el presidente Peña buscó tranquilizar a la potencial inversión en nuestro país, puntualizando que ya hemos tenido en el pasado alternancia en el poder y quien resulte electo, dado el fortalecimiento institucional y el equilibrio de poderes, permitirá que continuemos en una ruta de crecimiento y desarrollo. Con España se reafirmó que México sigue siendo su primer socio comercial y cliente en América Latina, habiendo crecido 15 por ciento dicho intercambio en 2017, con respecto al año anterior.
De convertirse López Obrador en presidente de México, transcurrirían 153 extensos días desde su elección hasta la toma de posesión; por más honesto, eficiente, patriota, decidido y certero que fuera a ser su gobierno, más valdría llevarla bien con los inversionistas privados, aquellos que colocan su capital donde mayor certeza obtienen, sin fronteras. Sería necesario precisar sin rodeos las políticas que habrían de aplicarse con respecto a las reformas ya aprobadas, enfatizando en la energética -¿se cancelarán concesiones y licitaciones?-, el Nuevo Aeropuerto -¿se cancelará la obra, proyectos y contratos?-, ¿se mantendrán inamovibles los precios de las gasolinas? 
Que no quede duda, México es un país de instituciones y leyes, la confianza global ganada a pulso no merece exponerse con heroicos actos de ilusionismo económico.

X