Sixto Duarte/
Analista
Muchos de los grandes líderes (buenos y malos según la historia) que el mundo ha conocido, han iniciado su ascenso al poder como líderes sociales. Lenin, Hitler, Castro, Mandela, Gandhi, Martin Luther King y el propio Francisco I. Madero. Algunos han llegado al poder, otros no lo han logrado, pero todos han hablado frente a las multitudes de lo que está mal en sus realidades, y de cómo pueden resolverlo. Los que llegaron al poder, una vez que lo conquistaron, se sentaron y empezaron a tomar decisiones, a gobernar. Muchos han sido una decepción, otros lograron cristalizar sus ideales en políticas públicas, y muchos otros se han quedado en el camino.
Guardando evidentemente sus debidas proporciones y escalas, el gobernador del estado siempre fue un idealista. Al menos eso creíamos muchos. Nadie duda de su capacidad argumentativa, ni del dominio que tiene del arte del debate y la oratoria. Sin embargo, el ejercicio del poder es distinto al camino para conquistar precisamente ese poder. Corral demostró ser muy hábil para llegar, pero una vez que llegó, el estado se le escurre entre las manos. A partir de ahí, Corral convoca a una “asamblea”, como en sus mejores momentos de opositor. El problema aquí versa en que ya no es opositor: encabeza las instituciones de Chihuahua, y debe actuar como un gobernante, no como un agitador.
Cuando Manuel Gómez Morín hablaba de “mover las almas”, hablaba en sentido figurado, metafórico. Se refería a involucrar a la ciudadanía en la cosa pública. Parece que el nuevo amanecer atendió literalmente el llamado del fundador del PAN y promovió este domingo pasado un ejercicio de movilización que haría palidecer a la mismísima Pechocha. Claro, con el uso de recursos públicos porque, según el grupo en el poder, estas acciones político-electorales forman parte de su quehacer.
Después de diversos atentados contra agentes policiacos en diferentes latitudes del estado que evidencian la enorme crisis de seguridad que enfrenta Chihuahua, del incumplimiento a las demandas de médicos y de incumplir también sus prestaciones a los maestros, Corral prefiere hablar de su tema favorito, Duarte, “La Coneja” y la Federación, en la principal plaza de la capital. Creo que el gobierno, después de un año y medio de haber iniciado, sigue ciclado y sigue actuando de forma monotemática. Hay otras necesidades que demandan atención inmediata.
Solo un masoquista, o alguien que trabaje o tenga negocios con el gobierno puede a estas alturas defender la gestión de Javier Corral. En principio, su lucha contra la impunidad y la corrupción sonaron bien, y conmovieron a las masas, pues son los principales males que aquejan al país. Pero cuando esto se convierte en una obsesión en contra de un determinado grupo, cuando se viola la ley y la división de poderes (según lo resuelto por la Suprema Corte de Justicia de la Nación) para alcanzar este fin, y cuando se dejan de atender las demás carencias que el estado enfrenta, creo que es momento de reflexionar si vale la pena dejar de atender todo por perseguir una obsesión patológica.
Corral parece confiar no en la ley y las instituciones, sino en su grupo nada más. Cuando su amigo y compañero “de lucha” Santiago Nieto era el fiscal para Delitos Electorales, entonces Corral confiaba en la institución e incluso presentó sendas denuncias contra exfuncionarios de la administración anterior. Cuando dejó de serlo, entonces las instituciones federales dejaron de ser confiables para él. Justicia es lo que Corral dice que es justicia. Quedó evidenciado también la carga política que Nieto le imprimía a todo asunto que investigaba.
El estado hoy está convertido en un verdadero camposanto. No pasa un día sin que haya un ataque a policías estatales y escoltas de funcionarios en algún punto de la entidad. Dígase lo que se diga, al menos en el rubro de la seguridad, Corral tiene mucho que aprender de su antecesor. Considero que, una vez resuelto ese problema, entonces el gobernador se puede dedicar a perseguir a quien quiera, y a pelearse con quien quiera.
El tema de inseguridad en la entidad es ya insostenible. A pesar de ello, Madero, el alfil de Corral para el Senado, sigue encabezando todas las preferencias electorales. Cada pueblo tiene el gobierno que se merece.