Opinion

El que tiene más saliva, traga más pinole

Vianey Esquinca/
Analista

2018-04-15

Ciudad de México.- Arrrancaaan los debates entre candidatos que contienden a diferentes cargos de elección popular. El próximo 18 de abril se llevará a cabo el debate entre los candidatos a la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México y el domingo 22 será el tan ansiado y morbosamente esperado 1er. debate presidencial.
Desde que John F. Kennedy y Richard Nixon tuvieron el primer debate televisado en 1960, se dejó claro que los debates fueron hechos para el espectáculo, para la televisión.
Si el amable lector hurga en su cabeza tratando de recordar algo de los debates -en caso de que haya visto alguno-, difícilmente será alguna propuesta. Esto sucede porque todos juran y perjuran lo mismo: Que si llegan a ganar, acabarán con la corrupción, la inseguridad, la pobreza, las plagas, las enfermedades y todo mal que aqueja al país. Todos prometen el desarrollo económico, social, político, cultural y ambiental; defender los derechos humanos, llevar al país al primer mundo, mejorar la calidad de vida y traer el paraíso para todos, incluso para los pecadores.
Por eso quien gana los debates no es necesariamente el de la mejor propuesta, sino quien tiene mejor desempeño como orador y una mayor agilidad mental para responder y contraatacar. El carisma e incluso el sentido del humor son mejor recompensados que el conocimiento. Es más recordado el “Me ha llamado chaparro, mariquita, me ha dicho la vestida, me ha dicho mandilón”, de Francisco Labastida Ochoa en el debate del 2000; la mirada lasciva de Gabriel Quadri al derrier de una edecán en 2012 o las láminas al revés que presentó Andrés Manuel López Obrador también en 2012, que cualquier discurso.
En 2018 las cosas no tienen que ser distintas. En los debates del 18 y 22 de abril el juego es muy claro: “Tírele a los morenos”, ya que los aspirantes a vencer son: López Obrador y Claudia Sheinbaum. Por lo mismo, seguramente esta dupla va a tomarse un té de pasiflora antes de estos ejercicios para aguantar los ataques y no caer en provocaciones. Básicamente, lo único que tienen que hacer es resistir mientras sus contrincantes pelean por un segundo lugar.
En el debate presidencial cada candidato tiene sus propios retos. El tabasqueño deberá proponer, responder a los ataques y decir algo de sus enemigos políticos de manera rápida, lo cual de por sí no necesariamente se le da; José Antonio Meade debe demostrar que de verdad no tiene atole en las venas y que es capaz de emocionarse y emocionar; Ricardo Anaya deberá parecer algo más que el listillo del salón y Margarita Zavala deberá demostrar que es capaz de responder en pocas palabras, con frases contundentes y sin dar tanto rollo. El último de la lista, el candidato del Tribunal, Jaime Rodríguez Calderón, El Bronco, seguramente irá en su papel de buscón. Su mayor reto será no solo parecer el vaquero que no tiene nada que perder, sino que es capaz de dar una propuesta con sentido.
Este debate además tendrá nuevo formato. Se busca que la gente se interese un poco más, y que en lugar de monólogos aburridos sean verdaderos ejercicios de esgrima mental. El único problema es que cinco candidatos y tres moderadores suena a multitud, habrá que ver si el tan esperado formato no se convierte en un verdadero caos que termine siendo el deleite de los memes.
Salvo el debate de 1994, cuando Diego Fernández de Cevallos fue el claro ganador, o el del 2000, donde Vicente Fox confirmó su ventaja, los debates no necesariamente cambian la tendencia electoral, pero no por eso todos los candidatos dejan de hacer su mejor esfuerzo tirándose a matar. Eso es verdaderamente lo divertido de estos ejercicios.

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