Opinion

El poder de elegir

Francisco Ortiz Bello/
Analista

2018-04-14

Los electores juarenses tendremos en nuestras manos, literalmente, un gran poder el próximo domingo 1 de julio. Cada uno de los votantes podrá elegir ese día, en una absoluta libertad, al presidente de la República, a los senadores por Chihuahua, al diputado federal de su distrito, a su diputado local, a su alcalde y a su síndico municipal. Seis diferentes cargos de elección popular, en los ámbitos federal y estatal, con al menos cinco opciones en cada uno de ellos. Es decir, un importante ejercicio de elección entre decenas de distintas opciones. Importante y trascendente decisión.
Ese es el poder del ciudadano, del elector que con su voto mayoritario decidirá quiénes nos gobernarán en el país y en la ciudad, y quiénes nos representarán en el Congreso de la Unión y en el de Chihuahua. Es un poder real, auténtico, que más vale tomar conciencia que lo tenemos y lo que significa ejercerlo o no. Solo quienes decidan votar ese día harán válido ese poder. Es real, y es muy grande esa fuerza, porque es el mandato ciudadano sobre los políticos y los que no lo son, pero que ejercerán algún cargo.
Cada uno de quienes vayamos a votar el próximo domingo 1 de julio, tendremos en nuestras manos seis boletas electorales con los nombres de quienes se han postulado a todos los diversos cargos que ya mencioné líneas arriba. En el ejercicio de ese poder de elección radica la viabilidad de México como nación, de Chihuahua como entidad y de Ciudad Juárez como nuestra casa. No es lo mismo, ni tiene el mismo impacto que vote el 40 por ciento del electorado, a que lo haga el 60 o el 70 por ciento, como ocurrió en el año 2000 con Vicente Fox. A mayor participación ciudadana, mayor representatividad y fuerza social.
Si consideramos que 89 millones 393 mil 283 de mexicanos conforman la lista nominal, es decir, los que tienen todos sus derechos a salvo para votar el domingo 1 de julio, y que de acuerdo con el más reciente censo poblacional del Inegi (2015) en total somos 119 millones 938 mil 473 ciudadanos mexicanos, resulta que solo el 74.5 por ciento de todos los habitantes de este país puede votar. Solo siete de cada diez pueden votar.
Adicionalmente debemos considerar que, en la segmentación por grupos de edad, en este año los ciudadanos de18 años de edad, inscritos en la lista nominal son 1 millón 943 mil 392 votantes, que representan el 2.17 por ciento, y que en el rango de 19 años se cuentan 2 millones 52 mil 530 electores, que significan el 2.3 por ciento, y que en el grupo de 20 a 24 años de edad son 11 millones 087 mil 878 de nuevos votantes, los que representan el 12.4 por ciento, estamos hablando de que, en total, en este año casi el 17 por ciento de los electores son primovotantes, es decir, jóvenes que podrán votar para presidente de la República por primera vez en su vida, y casi el 14 por ciento que lo podrán hacer por primera para todos los demás cargos.
Entre más bajo es el porcentaje de participación ciudadana (número efectivo de votantes entre población total), más bajo es también el nivel de representatividad de un servidor público electo, llegando incluso a poner en serio dilema la legitimidad de su representación. Solo para ilustrar la aseveración anterior, analicemos la elección de 2012 de Enrique Peña Nieto, como presidente de México.
En la elección de hace seis años votó el 63 por ciento de los electores posibles (solo como apunte, en el año 2000 la participación fue del 73 por ciento). Un poco más de 50 millones de votantes ejercieron su derecho al voto en 2012. Y de esos 50 millones que sí votaron, solo 18.2 millones lo hicieron por Enrique Peña Nieto. En 2012 habia 112.3 millones de mexicanos en total (incluidos los que no votan por diversas causas). En otras palabras, el actual presidente de México fue electo por apenas el 16 por ciento de los mexicanos. Solo uno de cada diez. Solo 16 de cada 100. Solo 160 de cada mil. Ese es el tema de la representatividad.
En ese sentido, la figura o concepto del "poder ciudadano" es real, tangible. Son los ciudadanos que votan quienes les confieren el poder a los gobernantes o representantes populares. Pero solo lo transmiten, lo transfieren. Son quienes votan los que ejercen su poder de elegir. Quienes no votan ceden ese poder, lo regalan a los partidos y sus candidatos.
Por eso es necesario hacer toda esta reflexión -documentada en cifras y estadística dura- para concluir que, en la elección de este año, los votantes deben analizar muy bien su voto. Es más, la primera y más importante reflexión y decisión antes que la descrita anteriormente, será la de votar. Sí, primero debemos estar plenamente concientes del deber que ello implica. Es impostergable ya la obligación de ejercer el derecho y obligación al voto.
De nada sirve un poder que no se usa. El poder del voto es real, absolutamente real si lo usamos. Con el voto se emite una orden clara, diáfana, que el gobernante o servidor público electo deben cumplir.
Pero el siguiente análisis es sobre cómo votar habiendo tantos cargos y tantas opciones. Es un hecho que, hoy, todos los partidos políticos le han quedado a deber mucho a la sociedad. Los políticos y gobernantes emanados de las diversas fuerzas políticas que existen, han faltado a su responsabilidad y obligación de responder positivamente a la confianza que la sociedad depositó en ellos. Por eso, actualmente los partidos políticos son las instituciones peor calificadas en cuanto a credibilidad y confianza ciudadana.
Es un lugar común observar votaciones en bloque en todos los congresos. Tanto en en el federal como en los estatales. Es muy triste y condenable ver como los legisladores, diputados y senadores, que deberían de representar los intereses y demandas del pueblo, de la sociedad, porque para eso fueron electos y esa es su función constitucional, terminan totalmente subordinados obedeciendo indignamente a las altas cúpulas de sus partidos. Traición evidente al mandato popular.
En 2016, los juarenses pusieron una valiosa muestra a todo el país. Votaron por las personas y no por los partidos. Dejaron de creer en las falsas etiquetas del marketing político, que solo vende espejitos y oropel de los candidatos, para centrar su atención en la historia de vida de las personas y en sus propuestas reales, aquellas que son 100 por ciento realizables.
Debido a ese razonamiento, Ciudad Juárez es quizá la única ciudad en todo el país que tiene candidaturas independientes en todos los rubros de los cargos locales a elegir. El alcalde Armando Cabada ganó en 2016 con la cifra histórica más alta de votos para un presidente municipal. No obstante eso, el entonces candidato a síndico municipal, Aarón Yáñez del PRI, obtuvo el triunfo con más votos que el candidato de su partido a la Presidencia Municipal, y el PAN ganó casi todos los distritos locales de diputados, cosa que no ocurría desde 1992.
Independientemente de cuál sea la simpatía por partidos o candidatos, todos los electores con derecho a hacerlo deben salir a votar el domingo 1 de julio, para que ese "poder ciudadano" se haga presente. Como empecé este artículo: un poder que no se usa, no sirve para nada. El problema no radica pues en el poder o en la potestad de quien lo tiene, el problema radica en que no usamos ese poder del que disponemos. Y luego nos quejamos por todo y de todo, pero nada hicimos cuando se podía hacer.

X