Cecilia Ester Castañeda/
Escritora
Probablemente Filiberto Terrazas Sánchez sea una de las figuras más activas de la cultura juarense a lo largo de los últimos 60 años. Sin duda, sus aportaciones se han extendido en el mayor número de ámbitos.
Nadie mejor para recibir el doctorado “honoris causa” que le fue otorgado hace unos días por parte de la Universidad Cultural en reconocimiento a su trayectoria: escritor, abogado, promotor, maestro, gestor, ajedrecista, historiador, funcionario público, mentor. También es políglota y descendiente de una de las familias fundadoras de Paso del Norte.
Nacido en 1934 en Cuauhtémoc, Chihuahua, el doctor en Derecho llegó aquí en 1959 como juez de Primera Instancia de lo Penal. Desde entonces ha contribuido incesantemente al desarrollo de la frontera. Fue él quien redactó la carta entregada al presidente López Mateos para la creación del Instituto Tecnológico Regional de Ciudad Juárez, la primera institución educativa pública de nivel superior en la localidad y una de varias donde Terrazas Sánchez fue catedrático a lo largo de 35 años.
“Hemos sembrado una semilla, la cual ha empezado a fructificar”, me comentó hace años.
Lo dijo un polémico hombre acusado por algunos de impositivo e inaccesible. Inteligente y despistado, dicen otros. A mí me parece generoso.
Porque Terrazas Sánchez conoció un Ciudad Juárez de 250 mil habitantes con atención oficial prácticamente nula a la cultura. Si la vida fronteriza avanzó un poco en ese aspecto conforme crecía la población fue, en parte, gracias a la labor de personas como él.
Desde el principio colaboró con el Ateneo Fronterizo, trayendo figuras artísticas e intelectuales de renombre nacional a los eventos de la organización que dirigió en dos ocasiones. Ha sido director de Educación y Cultura del Municipio, es uno de los cofundadores de Juarenses, AC, y desde el 2004, funge como el cronista de la ciudad.
El que hoy en día sea más conocido por su faceta de historiador se debe a que desde 1962 ha publicado 13 libros cuyos temas oscilan entre la historia -algunos de ellos con contenido regional-, el derecho, la filosofía, el ajedrez y las biografías así como a su continua participación en foros. Pero el currículum del polifacético primer abogado y biógrafo de Juan Gabriel es muy amplio.
Más allá de sus diversos puestos como funcionario público, Terrazas Sánchez sobresalió como ajedrecista representando a México en cuatro olimpiadas del deporte-ciencia. En la primera de ellas -La Habana, 1966- ocurrió una de las anécdotas más interesantes de su carrera. En plena Guerra Fría el chihuahuense jugó una partida amistosa nada menos que con Fidel Castro, según ha contado Terrazas Sánchez en entrevistas, tras departir el día anterior con el mandatario cubano después de contestar su discurso de bienvenida.
Ese juego histórico quedó registrado en una fotografía donde se aprecia a ambos contrincantes enfrascados en la acción en el tablero. No alcanza a distinguirse en la famosa imagen, sin embargo, a Bobby Fischer. Terrazas Sánchez había invitado al ajedrecista estadounidense a asesorarlo en la partida aprovechando que el campeón mundial soviético Tigrán Petrosián había corregido una jugada del líder cubano -y pensando, admitió luego, en evitarse posibles problemas migratorios en Estados Unidos si constaba la presencia de un representante de este país a su lado en ese mar comunista.
Terrazas Sánchez recordaría ese viaje como algunos de los días más felices de su vida y el inicio de su amistad con el excéntrico genio norteamericano, contó en entrevista de YouTube a Ciudades en Movimiento.
El expresidente de la Federación Mexicana de Ajedrez aún participa en torneos para veteranos. Sigue escribiendo, es representante legal de uno de los hijos de Juan Gabriel y disfruta de su biblioteca en varios idiomas donde tiene una pintura para la cual posó Francisco Villa. Sin embargo, en fin maestro, Terrazas Sánchez asegura que una de sus mayores satisfacciones es encontrar conocidos dondequiera que vaya.
Pero culturalmente Ciudad Juárez aún parece estancada en ese despertar que él alguna vez describió como “una fase histórica sumamente interesante”.
Deberíamos implementar las recomendaciones de Terrazas Sánchez para fomentar la cultura: divulgarla, crearla, estimularla.