Opinion

Crisis de instituciones en Chihuahua

Francisco Ortiz Bello/
Analista

2018-04-07

Vivimos una profunda y grave crisis política en Chihuahua. Las instituciones del Estado se encuentran cuestionadas, ninguneadas, bocabajeadas y nulificadas, en medio de absurdas controversias jurídicas que las han colocado en el limbo total, en la nada. No existe, en este momento, un Poder Judicial conformado y reconocido. Tampoco hay un auditor superior legítimo. En el Ichitaip tampoco está bien definida su conformación. Tenemos un Congreso estatal que, por la vía de los diputados panistas y su primera minoría, le obsequian al gobernador del Estado votaciones a modo para satisfacer hasta el más irracional de sus caprichos. Crisis total de instituciones y de gobernabilidad.
¿Hasta dónde nos han llevado los excesos, caprichos e impericia de Javier Corral como gobernador? A una situación delicada de alta vulnerabilidad e inestabilidad política de las instituciones, pero, sobre todo, a un ambiente de confrontación social y política, a una situación de incertidumbre, ausencia de conducción y liderazgo político, así como a altos niveles de crispación entre actores políticos y sociales. Es el momento que vivimos en Chihuahua, derivado de las acciones, decisiones y medidas tomadas por el gobernador Javier Corral desde que asumió el poder.
La división de poderes en Chihuahua simplemente no existe. El titular del Ejecutivo ha atropellado, vulgar y groseramente, cualquier vestigio de independencia y autonomía que pudiera haberles quedado a los otros dos poderes, luego de la gestión del también autoritario César Duarte. Lo que tanto criticaron siempre los panistas sobre la forma de ejercer el poder de los priistas, hoy lo replican sin el más mínimo recato ni escrúpulo los blanquiazules en el gobierno.
Desde su llegada al Gobierno estatal, Corral inició con una serie de medidas tendientes a "desaparecer" literalmente todo lo que oliera a Duarte. Dio inicio a la denominada "Operación Justicia para Chihuahua" que se convirtió en instrumento jurídico para perseguir al duartismo en el estado. Sin embargo, en su momento señalamos que dicha persecución, si bien estaba justificada y debería realizarse, tenía que encuadrarse escrupulosamente dentro del marco legal, dentro del ámbito institucional con una investigación profesional y científica. No se puede aplicar la ley violando sus preceptos. El Estado de Derecho debe prevalecer acuciosamente cuidado en cada acto de gobierno.
Hace año y medio, y durante todo el tiempo transcurrido hasta hoy, cuando he señalado en diferentes publicaciones, comentarios en radio y televisión, sobre esta enfermiza obsesión del gobernador por desaparecer al duartismo y todo lo que estuviese vinculado de alguna forma con el exgobernador, atropellando la ley y las instituciones, he sido severamente criticado y denostado por los defensores a ultranza del mandatario estatal. Incluso, no faltó quien me acusara de argumentar a favor de Duarte, de ser su defensor oficioso. Hoy, el tiempo me da la razón. El tiempo y la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Señalar los fallos y errores de un funcionario o gobernante no significa, en modo alguno, que se defienda alguna postura o persona. Solo significa lo que se dice, no más, ni menos. Es muy probable que el exmandatario Duarte deba recibir algún castigo o sanción por conductas ilegales efectuadas durante su mandato. También lo es que algunos de sus colaboradores más cercanos estén en la misma circunstancia. Que así sea. Pero, para llegar a ese objetivo se deben transitar los caminos establecidos en las leyes, respetando cabalmente el ámbito de las instituciones, dentro del marco del Estado de Derecho, y no atropellando torpemente todo lo que a su paso se encuentre.
Lo cierto es que el gobernador Corral desde el inicio de su gestión manifestó un gran desconocimiento en el ejercicio de gobernar, además de una gran torpeza para hacer política constructiva, para sumar esfuerzos y alinear los intereses de los diversos grupos y sectores políticos y sociales. Desde el principio se comportó como el rijoso, pendenciero y bravucón legislador que fue siempre. Atributos por cierto que, como legislador, le venían como anillo al dedo, pero no ya como gobernador. Hoy, nuevamente, el tiempo me da la razón. Los adjetivos utilizados no son para denostar o insultar a Corral, son los que mejor lo describen en toda la dimensión de su personalidad.
Es menester decirlo porque esos "atributos" o rasgos de personalidad del gobernador son los que explican el momento crítico que vivimos hoy en Chihuahua. Distraído en sus afanes, intereses y objetivos personalísimos, Corral ha descuidado gravemente la delicada tarea de gobernar que le confirieron con su voto los chihuahuenses en 2016. Organizando caravanas por la dignidad, maratones deportivos y encuentros por causas nacionales (la serie realizada en Casa Chihuahua), tiene abandonadas por completo las tareas básicas y fundamentales de la administración estatal.
Hace siete meses le fue aprobada por el Congreso una reestructuración de la deuda pública, o refinanciamiento. Transcurrido ese tiempo, hoy, aún no se tienen resultados positivos de esa aprobación. Los conflictos y reclamos de grupos sociales son constantes. Lo mismo con productores agrícolas que con maestros o diversas fuerzas políticas, la administración de Corral no ha logrado un diálogo franco, abierto y respetuoso que permita alcanzar acuerdos o soluciones a las demandas expresadas. La seguridad pública es otro tema en el que Corral no ha logrado satisfacer las exigencias de los chihuahuenses. La lista de pendientes es larga, casi tanto como la lista de los distractores que mantienen al gobernador ausente de los asuntos de Chihuahua.
Con un Congreso completamente entregado a los caprichosos vaivenes corralistas mediante la indigna subordinación de los diputados y diputadas panistas; con instituciones y organismos severamente afectados en su independencia y autonomía; con su constante confrontación innecesaria hacia todos quienes piensan distinto, y justo en medio de un proceso electoral concurrente, el gobernador Corral tiene sumida a su administración en la ingobernabilidad casi absoluta, y eso no es bueno para Chihuahua, ni para los chihuahuenses por supuesto.
Aún está pendiente en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, la resolución de la controversia constitucional que cuestiona la conformación del Consejo de la Judicatura estatal, y el proyecto de sentencia del máximo órgano judicial del país no parece que vaya a favorecer las decisiones tomadas entonces.
Los ministros de la SCJN, en la resolución reciente que mencioné en párrafos anteriores, le dicen al gobernador -o al gobierno de Chihuahua, pues- varias cosas de trascendencia mayúscula que más le vale no echar en saco roto. Primero dicen que la destitución del magistrado Sepúlveda como presidente del TSJ fue inconstitucional, que el Congreso no tenía, ni tiene, facultades para eso. Luego, aseguran que en virtud de tal acción, en Chihuahua el Poder Legislativo violentó gravemente la autonomía e independencia del Poder Judicial. Intromisión de poderes. Un tema que puede dar materia, incluso, para un juicio político contra los legisladores que aprobaron en su momento tal aberración jurídica.
Antes, en otro caso distinto pero parecido en esencia, un juez federal determinó que la destitución del comisionado presidente del Ichitaip, Rodolfo Leyva, también se realizó ilegalmente y sin facultades para tal acto. No obstante, los comisionados afines a Corral pretenden llevar al extremo dicha controversia. En el tema del Poder Judicial del Estado y la orden de la SCJN de reponer la elección de su presidente, varios magistrados han denunciado presiones del gobierno corralista para elegir de nueva cuenta al magistrado destituido del cargo, lo que por supuesto no parece buena idea. Persiste el afán de entrometerse donde no debe.
Personalmente considero que ha llegado el momento de que el gobernador se serene. Que se siente con un grupo de asesores bien capacitados en los diferentes temas de su gobierno y que los escuche, que le digan algo así como: “Javié vamo a camano”, y que entienda que él no tiene porqué saber de todos los temas y que asuma su investidura de gobernante de todos los chihuahuenses, para que pueda abandonar posiciones y actitudes facciosas que a nada bueno nos llevan. Pero es solo mi humilde opinión.

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