Opinion

Con ánimo fregatorio

Santiago González/
Analista

2018-04-06

Sorpréndome y admírome de tanta devoción que últimamente se puso a las afirmaciones de la Real Academia Española relativas a una consulta sobre la inclusión de “las” y “los” como medidas para eliminar la exclusión y sexismo en el lenguaje que la RAE calificó de “desdoblamientos artificiosos e innecesarios”. Seguro estoy de que quienes compartieron la nota lo hicieron por amor a la correcta expresión y el buen decir, y nunca me atrevería a pensar que su improvisado interés por la Academia pudiera partir de ese ánimo fregatorio de compartir notas que contradigan y refuten las luchas con información incorrecta, discriminatoria o falsa,, siempre en contra de los avances en los derechos de los grupos vulnerables.
Caso similar pasó con la nota multicompartida sobre el Tribunal de Estrasburgo o Corte Europea de Derechos Humanos que supuestamente determinó en una sentencia dictada por 47 jueces que el matrimonio igualitario no era un derecho fundamental. Información difundida por miles de personas en esta frontera, muchas de los cuales difícilmente sabrían dónde se encuentra Estrasburgo, o siquiera que existía un Tribunal de Derechos Humanos en aquella ciudad; pero infundidos de un repentino respeto por los tribunales que resuelven controversias sobre los derechos fundamentales, específicamente de Europa, la nota se compartió en redes por miles. Pocos se enteraron y menos les importó que la nota resultara ser totalmente falsa, plagada de mentiras y exageraciones, y quienes la compartieron (muchos profesionistas) y hasta hicieron extensas opiniones públicas, jamás se volvieron a interesar por aquel Tribunal que desde hace décadas ha reconocido el derecho de todas las personas a formar una familia.
Referente a la RAE, fue real, si bien no es un organismo vinculante, tiene como objetivo mantener la unidad esencial del idioma español, sin embargo, han dado cátedra en temas de discriminación con definiciones como fácil, tratándose de una mujer que accede sin problemas a tener relaciones sexuales; gozar, conocer carnalmente a una mujer; padre, jefe de una familia; femenino, endeble, débil. La Academia debe abrir sus ventanas, porque aún huele a siglo XVI (siglo en que se creó), y en sus salones de terciopelo rojo hay un olor a rancio, cierto tufo a discriminación.
Por lo que respecta al Tribunal de Estrasburgo eso sí fue cosa seria, digo, ¿quién que goce de sentido común puede pensar que 47 jueces hacen una sola resolución? ¿Cómo puedes creer que un continente avanzado en derechos humanos, que no solo reconoce el derecho al matrimonio, sino incluso a la adopción por parejas del mismo sexo, va a contar con un tribunal que resuelva algo tan francamente homofóbico? Y estamos hablando de España, Francia, Holanda, Bélgica, Dinamarca, Suecia, Alemania, Finlandia, Noruega, etc. Sobra decir que el ánimo de compartir esas notas, no parte del amor por el lenguaje o respeto por los organismos de derechos humanos, sino de minar, abierta, velada o agazapadamente las luchas por la inclusión, por el respeto a todas las personas más allá de sus preferencias sexuales, género o cualquier otra condición, pero además, el goce y uso de los derechos ante y desde sus diferencias.
A esas personas les resulta de mucha ventaja compartir información de ese tipo, no requieren justificar fobias, ya están fabricados los argumentos; no hay responsabilidad en las afirmaciones, pues se traslada lo que alguien más dijo, en este caso instituciones; y no hay necesidad de debatir si se atrincheran detrás de la reputación de quienes supuestamente son autoridades en el tema.
Publicar en redes notas que menoscaban las luchas de inclusión es violar la Constitución, si tu inocente publicación en una red social es de una nota que tiene como resultado menoscabar un derecho reconocido, estás discriminando.
No voy a citar las cifras ni nuestro ranking en materia de discriminación, de sobra sabemos que estamos muy mal, y poco hacemos en nuestra vida cotidiana para mejorar. Debemos reflexionar sobre lo que expresamos y compartimos, y cómo influye esto en nuestra sociedad. Si nos conducimos teniendo presente la inclusión y el respeto de todas las personas mas allá de nuestras diferencias, llegará el día en el que al fin digamos: “La noche quedó atrás”.

X