Enrique Aranda/
Analista
Ciudad de México.- Al margen del inusual y, por ende, digno de encomio y consideración cierre de filas en torno del presidente Enrique Peña Nieto, que siguió al posicionamiento que, a nombre de la República, asumió el mismo frente a la última puntada -para no hablar de estúpidas ocurrencias, claro- del cada vez más impresentable Donald Trump, lo cierto es que, prácticamente de inmediato, el asunto repercutió en la adopción de medidas que, al menos en un tema, genera incertidumbre…
Un tema, la previsible posposición del inicio de la anunciada octava ronda de negociaciones trilaterales de cara a la actualización-modernización del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), que si bien no es hoy el asunto más relevante, dada la envergadura del agravio que suscitó el desencuentro binacional, sí deja de manera por demás clara que nadie en su sano juicio, independientemente de que sea o no presidente de una potencia, puede jugar a hacer política poniendo en entredicho la soberanía de otra nación.
El jueves, aunque no de manera oficial, prácticamente todos los participantes en las estratégicas conversaciones previstas para reanudarse el próximo domingo en Washington: funcionarios de la Cancillería y la Secretaría de Energía, en especial, dirigentes y técnicos del sector empresarial, entre otros, daban por hecho la posposición del arranque de los trabajos de esta nueva ronda “intermedia o técnica” en tanto, al menos, que conozcamos el posicionamiento que ante la claridosa respuesta de México asuma quien, huelga insistir, parece dispuesto a cancelar toda posibilidad de relación respetuosa y armónica entre su país y el nuestro… ¡convencido de que eso abona a su personal imagen y gobierno!
Y esto, no porque exista temor de que el avance conseguido hasta ahora pudiera revertirse o, peor, cancelarse sino, en términos prácticos, no es en forma alguna sencillo movilizar a poco más de 100 negociadores, miembros de los llamados cuartos de junto y auxiliares técnicos, incluso de México y Canadá, a la capital estadunidense para, ya ahí, encontrarse con un escenario no previsto o, más, indeseable y no adecuado para cumplir la tarea que les llevó allá…
...menos, cuando de sobra se conoce el carácter irascible del mandatario de Estados Unidos que, hasta la entrega de este material, al menos, no había respondido al mensaje ni, en particular, a la “amable sugerencia” que en el mismo le hiciera el presidente Peña Nieto de que “si sus recientes declaraciones -y acciones, agregaríamos nosotros- derivan de una frustración por asuntos de política interna, de sus leyes o de su Congreso, diríjase a ellos, no a los mexicanos” (pues, agregó) “no vamos a permitir que la retórica negativa defina nuestras acciones”.
Así que, por lo pronto, habrá que esperar… aunque, en virtud de la seriedad del asunto y el inmediato impacto que tiene en cuestiones de orden práctico, cual es la negociación del estratégico acuerdo trilateral, no parece que vaya a ser por demasiado tiempo.
Asteriscos
*¡Vaya duro golpe! Al margen la obvia pretensión de sus afines de minimizarlo, el que “por no respetar el principio de uniformidad” propinó el jueves a las aspiraciones de Ricardo Anaya en Jalisco, la Sala Regional del Tribunal Electoral que, en atención de una impugnación cuyo autor nadie conoce, aunque en el blanquiazul se le atribuye al expanista José María Chema Martínez, revocó la coalición PRD-PAN-MC en 74 municipios y 11 distritos.
*Digno de mención, por cierto, el “silencioso” trabajo que en el marco de las negociaciones de tratados comerciales entre México y otros países juega la Comisión Federal para la Protección de Riesgos Sanitarios (Cofepris), de Julio Sánchez y Tépoz, en la definición de los capítulos relativos a Barreras Técnicas al Comercio y Medidas Sanitarias y Fitosanitarias, en concreto.