Opinion

Los traidores

Óscar Fidencio Ibáñez Hernández/
Académico

2018-03-30

La Biblia se puede leer como La Palabra de Dios por parte de los creyentes, o como la obra de literatura más conocida e influyente por parte de los no creyentes, en ambos casos, su contenido nos puede ayudar a reflexionar este Sábado Santo desde distintas perspectivas.
Al final de la vida de Jesucristo, dos de sus amigos lo traicionaron, Judas por dinero y Pedro por miedo, uno lo entregó con un beso, y el otro lo negó tres veces esa misma noche. Ambos eran hombres de fe y fueron escogidos por Jesús como parte de su equipo de apóstoles. Sin embargo, la actitud de los dos frente a la vergüenza de la traición fue distinta, uno escogió la muerte y el otro la vida.
Después de su traición, Judas supo que Jesús había sido condenado y “lleno de arrepentimiento” fue a devolver el dinero; no sabemos si antes o después de la crucifixión el viernes o durante el sábado se suicidó, lo que sabemos es que optó por la muerte.
Pedro por otra parte, después de negar a Jesús mientras este era torturado y condenado, se fue a esconder, ni siquiera estuvo al pie de la cruz, y permaneció el sábado encerrado bajo llave por temor a que lo mataran también, incrédulo y derrotado, con la pena de la traición en el alma, decidió vivir.
Ninguno de los dos pudo pedirle disculpas a Jesús por su traición a pesar de que ambos se arrepintieron, ya que murió crucificado antes de que lo pudieran ver, entonces ambos cargaron con la pena de la traición, Judas se arrepintió públicamente frente a quienes le habían pagado, Pedro no.
Esta historia nos ayuda a reflexionar sobre las innumerables situaciones de angustia, sufrimiento y dolor que todos enfrentamos, y que a muchos llevan incluso a quitarse la vida. En ocasiones la pena por haber fallado en algo nos lleva a esconder nuestra falta y optamos por el silencio o la muerte en vida.
Al igual que en la historia bíblica, las traiciones muchas veces ocurren entre familiares, amigos y compañeros cercanos: Infidelidades entre esposos, desobediencias y engaños de los hijos, situaciones que nos llevan a la experiencia de luto y silencio del Sábado Santo cuando Jesús estuvo en la tumba.
En el trabajo también podemos traicionar a los demás cuando se construye sin calidad o en zonas inundables o de riesgo, cuando un profesionista hace cosas que sabe que están mal o que van a provocar problemas, cuando se acepta dinero para que alguien robe o haga mal su trabajo, cuando cobramos por un servicio mal hecho.
Las traiciones son tan comunes que dejamos de considerarlas como tales, a veces son dejar que alguien hable mal de un conocido y no defenderlo, no atreverse a hablar bien de alguien para que sea promovido, murmurar y hablar de la gente a sus espaldas, no ser capaces de dar la cara por la verdad y sufrir las consecuencias.
En la perspectiva religiosa, Pedro tuvo la oportunidad de ser perdonado por Jesucristo una vez que resucitó, y esta es la experiencia y esperanza de todo creyente frente a las faltas y errores cometidos, optar por la vida, por el perdón y la oportunidad de hacer las cosas mejor, acogiéndose a la misericordia y ternura de un Dios que demuestra su poder y su amor en el perdón.
En la perspectiva del no creyente, la actitud de Pedro de llorar su pena, y posteriormente demostrar con hechos a Jesús su arrepentimiento sirviendo a los demás, representa una segunda oportunidad en la vida que puede llevar a un cambio de actitud hacia el bien y de esta manera recuperar la paz, aunque el perdón para quien no cree en Dios, se busca a través de los demás o de sí mismo.
El silencio de este día es un espacio para revisar nuestras traiciones que no han sido perdonadas y que nos empujan a la muerte interior, o que nos mantienen encerrados bajo llave, con miedo y sin posibilidades de abrirnos al servicio a los demás. No basta el arrepentimiento, podemos optar por la vida a través del perdón, o podemos hundirnos más y caminar hacia la muerte si no somos capaces de buscar el perdón.
El Sábado Santo termina en el Domingo de Resurrección, y para el creyente esta es la razón de su fe y esperanza en la vida eterna, para el no creyente representa una metáfora para alejarse de la muerte y retomar la vida, para todos es optar por la vida a través del perdón y el amor.

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