Opinion

Adiós a los tres grandes

María Marván Laborde/
Analista

2018-03-29

Ciudad de México.- Más allá de quién gane la Presidencia y, sobre todo, de la composición del Senado y la Cámara de Diputados, la correlación de fuerzas entre el PAN, PRI y PRD será muy diferente.
Desde la reforma electoral de 1990, con la que nació el, ahora, INE, hemos tenido tres partidos que, enfrentados entre sí, definían la política y las políticas. Fueron los actores centrales no solo en las boletas, sino principalmente en las negociaciones en el Congreso.
Entre estos tres partidos han rediseñado el sistema político, el de partidos y el electoral. En el año 2000, ellos aglutinaron más del 90 por ciento de los votos, pero en 2015 ya les quedaba solamente el 60 por ciento.
Contrasta la estabilidad de estos tres grandes partidos con la inestabilidad en la aparición y desaparición de otros partidos llamados pequeños, pero que han sido determinantes en las coaliciones. Desde 1977 hasta la fecha han aparecido en nuestras boletas, por sí mismos o en coalición, más de dos decenas de partidos.
La coalición política Por México al Frente es producto de una profunda crisis, tanto del PAN como del PRD, y provocará una fuerte transformación interna en ambos partidos, con independencia de los resultados electorales. No ignoro que serán más sencillos los reacomodos poselectorales si ganan que si pierden, pero en cualquiera de los dos escenarios habrán de refundarse.
El PAN tuvo la Presidencia de la República de 2000 a 2012 y ha tenido más de tres decenas de gobernadores desde que Ruffo ganó en Baja California. Sin embargo, es un partido que apenas sobrepasa el número indispensable de militantes para ser considerado legalmente partido.
En las presidencias de Madero y Anaya hicieron una limpia del padrón y se cerraron a nuevas adhesiones. Queda claro que no es, nunca ha sido, un partido de masas, pero tampoco es un partido de cuadros, porque estos son inexistentes, y para demostrarlo habría que preguntarse, ¿dónde están los cuadros que pudieron (debieron) haber formado Fox, Calderón y cada uno de sus gobernadores? Los intelectuales de la talla de Gómez Morin, González Luna, Christlieb o Castillo Peraza brillan por su ausencia.
La salida de Margarita Zavala y muchos otros militantes es producto de la crisis interna que se profundizará con los resultados en las urnas el 1 de julio próximo. 
El PRD está desfondado al punto de parecer un cascarón vacío. Desde su fundación se permitieron las corrientes internas que acabaron siendo disfuncionales. Concibieron la democracia interna como acuerdos cupulares que repartían cuotas de candidaturas y dinero acorde a la fuerza y presencia de cada corriente. Hace tiempo, “Los Chuchos” se apoderaron del partido hasta que en 2012 López Obrador decidió dejar de pelearse con ellos y hacer su propio partido.
El PRI, a pesar de haber recuperado la Presidencia, está en su crisis más profunda desde que se fundó en 1929. La corrupción ha minado su credibilidad al punto de presentar a su candidato presidencial como ciudadano externo, único capaz de tener una cara de honestidad que no ha resultado creíble para el electorado en general y, paradójicamente, quienes sí lo ven como ajeno son los priistas de cepa, especialmente los operadores del voto.
Para dimensionar la profundidad de la crisis, basta ver las encuestas de aprobación de Peña Nieto, pero, sobre todo, las de intención del voto. Meade va mal, pero le acompañan los otros nueve candidatos a las gubernaturas que están en juego. En el único estado que el candidato del PRI está en segundo lugar de las preferencias es en Yucatán.
Ésta es la realidad actual de los tres partidos que fueron grandes en el pasado. Después de julio habrá inevitablemente un punto de quiebre en su vida interna y hacia el exterior. Necesariamente se redefinirán frente a Morena que, con solo dos elecciones, es la contraparte más importante y cohesionada.

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