Martín Espinosa/
Analista
Ciudad de México.- A partir del viernes próximo ya no bastarán las descalificaciones hacia sus adversarios para tratar de subir en las encuestas; llegó la “hora de la verdad”. Para cuando inicien formal y legalmente las campañas electorales, el próximo 30 de marzo, la crítica fácil al oponente político deberá quedar en el pasado. Ahora sí, los ciudadanos esperamos menos “golpes” y más “iniciativas”; las propuestas deberán ser la parte fundamental del discurso de quienes aspiren a gobernar el país.
Pero no generalidades; de esas hemos tenido muchas; faltan propuestas concretas sobre la forma en que se puedan resolver los grandes problemas nacionales que nos afectan a todos los ciudadanos. Y de ahí, el debate serio, profundo, de los proyectos de nación de cada candidato. Sin debate no hay democracia, han repetido hasta el cansancio los intelectuales que aún creen en esa forma de gobierno para México. Llegó la hora de tenerlo. Sin ello, los votantes no tendremos los elementos para contrastar cada proyecto y poder escoger el que más nos convenza para emitir nuestro sufragio.
Sin embargo, no todo será “miel sobre hojuelas” para los electores. Hay mucho “ruido” en el escenario político. Las “campañas negras”, de odio, de encono, siguen presentes en el entorno político. Al fin que “difama que algo quedará”, como han insistido algunos “estrategas de propaganda” que insisten en la diatriba y la calumnia. A eso nos tendremos que enfrentar los ciudadanos. Y vaya que hay “pasto seco para incendiar la pradera”; el horno no está para bollos, dirían algunos.
Se perciben, principalmente, dos cosas en el “clima social” de estos tiempos, sin importar clase o condición: El hartazgo por la ineptitud y la corrupción de quienes toman las decisiones en los gobiernos, sean federal o estatales, y un rechazo generalizado al pleito o los enfrentamientos entre la clase política. Ya es hora de debatir a fondo y con argumentos convincentes sobre qué proyecto, qué programa de gobierno, es el mejor para los próximos años por venir.
Lo interpretaba de forma muy objetiva Juan Pablo Castañón, presidente de la “cúpula” empresarial, cuando en la 35 Asamblea Anual Ordinaria del Consejo Coordinador Empresarial -la semana pasada- afirmaba: “A los candidatos les decimos: Ya basta de agravios, de respuestas fáciles y superficiales que sólo apelan al encono social y a la división; ya es tiempo de un debate serio, profundo y responsable sobre el país que estamos construyendo”. Nada más certero.
Será difícil, pero necesario, ir en contra de la violencia política -sin duda, reflejo del “clima” que actualmente vivimos- y que en el actual período electoral en que nos encontramos, que inició el 8 de septiembre del año pasado, ha dejado la muy preocupante cifra de 12 candidatos a alcaldes asesinados; 58 políticos, entre alcaldes en funciones, diputados y aspirantes a un cargo de elección popular, han sido víctimas de la violencia por motivos políticos, lo que da un promedio de 9.6 personas por mes. La descomposición de la clase política es evidente, reflejo de la descomposición social que nos agobia, por más que se quiera minimizar.
Los retos de este año son muy grandes; pero sin un debate electoral de altura difícilmente podremos arribar a buen puerto. No es con calumnias ni descalificaciones entre los candidatos como vamos a resolver los problemas del país. Se requiere de algo más.