José Buendía Hegewisch/
Analista
Ciudad de México.- El mensaje es muy negativo, otra raya más al desprestigio del mundo de la política. De poco vale esta vez tratar de explicar las trampas apelando a maquinaciones del “cártel de los partidos” que coartan la competencia o achacarlas a la incompetencia del INE. Si los independientes a la Presidencia tenían más que dudosas credenciales de representar verdaderos esfuerzos ciudadanos, sus prácticas confirman su identidad en usos y costumbres de la política tradicional. Aun así, conviene no tirar esta opción de renovación al agua sucia, porque también hay independientes que sí oxigenan la vida política, sino que hay que revisar las reglas de un juego perverso para la democracia.
Los independientes llegaron al terreno electoral como aire fresco ante el monopolio de los partidos, porque parecían una opción para abrir el ostión de su poder. Las solicitudes para participar en las elecciones 2018 a cargos de representación popular rebasaron las expectativas, a pesar de las condiciones que les impiden convertirse en una alternativa real para la ciudadanía. No obstante, la fragmentación del voto pronto los situó como factores que podían alcanzar un rol decisivo en el resultado de la contienda presidencial, en una competencia muy cerrada. Sin embargo, su papel dista en mucho del objetivo de cambiar viejas prácticas y formas de hacer política, entre otras, porque la ley no está diseñada para eso.
Pero su intento de irrupción en la carrera presidencial ha resultado en una desvergüenza. En la revisión de las firmas para estar en la boleta hay miles de irregularidades y rúbricas falsas que, incluso, podrían configurar delitos electorales y penales, como la de manipular el padrón electoral. De su primera criba, el INE ya había alertado que los tres candidatos más fuertes, el exgobernador de NL, Jaime Rodríguez, El Bronco; Margarita Zavala y el exsenador Armando Ríos Piter, tenían en conjunto más de dos millones de firmas “cachirules”. Una vez descontadas, El Bronco y Ríos Piter no alcanzaron el umbral para obtener el registro porque, en el caso del primero, seis de cada 10 fueron inválidas, y el 90% del segundo. Solo Zavala cumplió de panzazo -3,500 firmas de más de las 860 mil necesarias-.
Pero hay también verdaderos esfuerzos ciudadanos que sí cumplieron, como los aspirantes al Senado Pedro Kumamoto o Manuel Clouthier, así como el caso de Carlos Brito para la alcaldía de Jojutla, quien decidió participar tras los sismos de septiembre junto con otros jóvenes que regresaron de EU a su ciudad para levantarla de los escombros. Este último buscó sin éxito ser candidato al Constituyente CDMX en 2016, a través de la primera aplicación digital para recabar firmas y el colectivo “Tú Constituyente”, que desde entonces alertó al INE de la existencia de un “mercado de firmas” de independientes.
A pesar de la carga de la prueba de firmas falsas, El Bronco impugnará ante el TEPJF para revertir el informe del INE y Ríos Piter tratará de probar “mano negra” (de Calderón, ¡imagínense!) en un recuento “firma x firma”, que logre trasmutar cada registro falso en una persona de “carne y hueso”.
En 2016, el TEPJF habilitó a 17 candidatos independientes al Constituyente CDMX con el criterio de presumir la “buena fe” de los aspirantes al no poder confirmar la autenticidad o no de firmas, a pesar de denuncias de manipulaciones del padrón.
Las barreras de entrada a la competencia para los independientes son casi infranqueables, algo que se sabía desde la reforma de 2014. Por ello, el INE desarrolló una aplicación que facilitara identificar irregularidades, pero las irregularidades debían haberse llevado a la Fepade, por corresponder a delitos electorales. Más allá de las deficiencias de la aplicación y los errores naturales, el mayor error del INE en este proceso es no haber dado vista a la instancia judicial desde que comenzó a detectar anomalías y hoy será el punto más débil en la impugnación en tribunales. Ahora tocará ver la independencia de criterio del TEPJF.