Opinion

¿Barbie feminista?

Cecilia Ester Castañeda/
Escritora

2018-03-17

La polémica desatada por la edición de una Barbie en homenaje a Frida Kahlo es un nuevo capítulo de la relación entre el mercantilismo y el feminismo. La marca de muñeca más vendida de la historia es famosa por presentar una sexista imagen de la mujer, con cuerpo idealizado. La pintora mexicana, en cambio, era una compleja artista discapacitada desde muy joven, comunista y bisexual.
En otras palabras, usar la figura de Frida Kahlo en una muñeca tradicionalmente con fama de superficial y tonta, es algo así como si alguno de los integrantes del grupo de origen gay Village People se hubiera vestido de Ernesto “Che” Guevara para interpretar “Macho Man”.
No obstante la imagen pública de ambos personajes latinoamericanos ha cobrado vida propia, vendiéndose en productos que van desde camisetas hasta protectores de celulares entre un público probablemente poco conocedor del legado de esos ídolos de culto.
El caso de Frida Kahlo se ha prestado también a prejuicios. En pleno 2018, se duda la nacionalidad de quien sea quizá la artista visual del siglo XX más famosa de nuestro país.
“¡Si ni siquiera es mexicana! ¡Es judía..!”, escuché decir sobre el lanzamiento de la muñeca. No creo que el fabricante de Barbie se haya puesto a hacer una encuesta sobre el concepto de mexicanidad en México –donde, por cierto, hay libertad de culto–, ni tampoco pretendiera dirigirse antes que nada a este mercado en particular. Pero recordé las críticas a la película de “Frida” de Salma Hayek por no estar hecha en español.
Frida Kahlo nació en México, hija de padre alemán y madre mexicana. Mattel la eligió, supongo, para su línea “Mujeres Inspiradoras” debido parcialmente a la familiaridad de su nombre a nivel mundial así como ese toque autóctono tan popularizado. “Constituye una forma conveniente de satisfacer la necesidad de una representación latinoamericana en una línea de juguetes”, señala J.P. Brammer en Into.
Y al más puro estilo Barbie se estilizó el rostro de la artista suavizando las características cejas juntas de una mujer orgullosa de su estilo, dejándola asimismo sin rastros de limitaciones físicas y, dice La Neta Noticias, pareciéndose más bien a Bibi Gaytán en opinión de algunos usuarios de las redes sociales.
“No puedo creer que hayan hecho una Barbie de nuestra Friducha que nunca trató de parecerse a nadie y siempre celebró su originalidad”, escribió Hayek en Instagram.
La muñeca de la pintora forma parte de una serie que incluye deportistas, empresarias, una chef, una defensora del medio ambiente, una actriz, una periodista, una bailarina, una aviadora y una matemática de diferentes países. Se trata del paso más reciente en la diversidad iniciada hace años en respuesta a las ventas a la baja y las críticas hacia la muñeca que, dice la revista Time, más ha influido en la historia.
Barbie empezó en 1959 como una modelo rubia adolescente, transformándose poco a poco según cambiaban las demandas de una sociedad en plena era de la liberación femenina y de creciente multiculturalismo en Estados Unidos. Sin embargo, a decir de analistas, en el imaginario colectivo continúa predominando la joven de medidas imposibles interesada en la moda, la playa y los accesorios por encima de ampliar sus horizontes. A pesar de atuendos de trabajo cada vez más variado, feminista no es.
Curiosamente, fuera de las de papel, Barbie fue la primera muñeca adulta dirigida a niñas, lo cual significa la posibilidad de imaginar un futuro más allá de ser madres. Solo que la espigada figura ha tenido algunos efectos poco deseables: ha llegado a convertirse en un modelo de belleza física para niñas en busca de ideales poco realistas.
De hecho, Barbie ha contribuido a los estereotipos sobre la mujer.
No es el único. ¿Recuerda usted el chiste sobre la diferencia en las fotografías de desnudos de mujeres blancas y negras? Las de las blancas se publican en Playboy; las de las negras en National Geographic, se dice en broma.
Pues esta semana la prestigiosa revista sobre geografía, ciencia, historia y cultura mundial, en circulación desde hace más de 100 años, admitió su tradicional racismo y prometió tomar cartas en el asunto.
“National Geographic prácticamente ignoró hasta los años 70 a las personas de color radicadas en Estados Unidos”, escribió en la introducción de una edición especial Susan Goldberg, la galardonada editora que en el 2017 ya había dirigido un número sobre temas de género. “Mientras tanto presentaba a los ‘aborígenes’ de otras partes como cazadores exóticos, frecuentemente desnudos y felices, como salvajes nobles, todo tipo de cliché”. 
Ese mismo estereotipo que Goldberg atribuye a un elitista punto de vista estadounidense blanco lo apreciaron estudiosos en las imágenes tomadas a principios del siglo pasado en Ciudad Juárez, en donde algunos de los primeros fotógrafos y camarógrafos extranjeros definían la “otredad” para el vecino país retratando “realidades exóticas y extravagantes”.
En particular durante la Revolución, dicen en el libro “La mirada desenterrada” Willivaldo Delgadillo y Maribel Limongi, “para el público norteamericano que estaba acostumbrado a ver a México y los mexicanos a través de los estereotipos del ‘western’, Juárez era el escenario de la barbarie, sinónimo de bandidaje, la patria de bandoleros que desde el otro lado de la frontera amenazaban la paz estadounidense”.  
Dicha narrativa persiste en cierta forma hasta nuestros días. Hace poco, la usuaria de Facebook Isa Yanez se quejó sobre la abundancia de imágenes “racistas”, “cosificadoras”, “dicriminatorias” y “hostigadoras” de indígenas zapatistas captadas durante el reciente “Encuentro Internacional de Mujeres que Luchan” organizado en Chiapas por el EZLN. Dichas fotografías reflejan, sostiene Yanez, una “mirada de las mujeres indígenas como lo exótico, como otra especie”.
Para mí, algo de esa fascinación por las culturas diferentes ha influido en el fenómeno mediático de la “Fridamanía”.
En cuanto a las muñecas lanzadas por el Día Internacional de la Mujer, será interesante ver lo que ocurrirá. ¿Se convertirán las pioneras homenajeadas en simples figuras de plástico “consumidoras” de productos Barbie? ¿O servirán para dar a conocer la obra de mujeres exitosas en diversos ámbitos?  
Mucho depende, creo yo, de la postura de los padres que adquieran esos juguetes para sus hijas. Si se refieren a las mujeres en general como seres dedicados a embellecerse a fin de sentirse valiosos por complacer a un hombre, será un punto a favor de la Barbie artificial. Si aprovechan la oportunidad de conocer la obra y vida de figuras como Frida Kahlo, darán mayores perspectivas a las nuevas generaciones de mujeres, valorando, de paso, aportaciones casi siempre desconocidas. Representación precisa o no, yo creo que ir abandonando el estereotipo clásico de una muñeca popular ya constituye en sí algo positivo.
Frida Kahlo no es la única mexicana con nueva muñeca Barbie. La exgolfista Lorena Ochoa, varias veces ganadora del circuito LPGA, miembro del Salón de la Fama del Golf y considerada la mejor mujer golfista de Latinoamérica en la historia, agradeció el tributo.
“Me siento muy contenta por el hecho de que Barbie me haya reconocido como inspiración para muchas niñas”, dijo Ochoa en comunicado. “Este reconocimiento es una razón más para seguir mostrando que la perseverancia y el amor resultan cruciales a fin de lograr lo que uno establezca como su meta. Gracias, Barbie”.
Yo nunca fui amante de las Barbies. Pero, quién sabe, tal vez ahora me compre una de Frida Kahlo, de Lorena Ochoa y de la aviadora Amelia Earhart. Las colocaría en mi librero para recordarme que seguimos luchando.

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