Oscar Fidencio Ibáñez Hernández/
Académico
La problemática social de la frontera se ve afectada por distintos factores, entre otros, por la necesidad de que se fortalezca la formación en valores y buenos hábitos en la familia, así como los empleos que permitan el sustento económico y las oportunidades de desarrollo para todos sus miembros.
Por todas partes en la ciudad se pueden ver los letreros de vacantes, no solo en las empresas maquiladoras, sino en cualquier tipo de trabajo. Con la abundante oferta de empleo con frecuencia muchas personas optan por cambiar de trabajo o intentan opciones de economía informal.
Cada vez que hay que sustituir a un empleado se tiene que invertir en su capacitación, y el reentrenamiento es un costo adicional de las empresas que afecta su productividad; por ello, durante años -con poco éxito-, se han intentado incentivos económicos en las áreas de recursos humanos, para evitar la rotación de personal y lograr la permanencia.
Uno de los dilemas de esta época para las familias consiste en balancear el tiempo de convivencia, con el tiempo dedicado al trabajo. Es frecuente que padre y madre trabajen fuera de casa para buscar estabilidad económica y profesional, ya que, en teoría, con mayores ingresos se logra dicha estabilidad, sin embargo, ese proceso implica que el tiempo de convivencia familiar se reduzca a un grado en que el sano desarrollo de la familia se vea afectado.
Muchas veces el reclamo consciente e inconsciente de los hijos a los padres es su falta de tiempo para acompañarlos en su formación y desarrollo en todos los sentidos, siendo el más importante el afectivo, y esto cada vez tiene más impacto negativo en la sociedad.
Algunos padres al dar prioridad -consciente e inconscientemente-, a satisfacer las necesidades económicas o materiales, afectan el tiempo de convivencia esencial para formar una familia unida y el entorno que permite la independencia y libertad de los hijos para su pleno desarrollo en sociedad.
La mayoría de las empresas buscan la rentabilidad a partir del pago de mano de obra barata, lo que incentiva que hombres y mujeres tengan que trabajar para mantener estándares de bienestar económico, creando un círculo vicioso que afecta el funcionamiento de la familia y la sociedad.
Algunos negocios están explorando alternativas de productividad basadas en la estabilidad familiar de sus empleados, de tal manera que los resultados se puedan obtener con indicadores distintos a los tradicionales de horas de trabajo por semana.
Una empresa cien por ciento juarense inició un programa donde a las mamás con hijos con edad hasta 15 años, se les permite reducir por lo menos una hora su jornada laboral con el objeto de darles mayores posibilidades de organizar su vida familiar. Este mecanismo aumenta la productividad y el compromiso hacia la empresa, y también su estabilidad familiar y emocional; los resultados hicieron que por lo menos otra empresa juarense esté adoptando el mecanismo.
Una industria canadiense en esta frontera, decidió modificar el enfoque y creó un “centro familiar” abierto a todos los empleados y sus familias, donde se ofrece servicio médico extendido, incluyendo el servicio básico dental, cuenta con biblioteca y préstamo de películas, y también con café internet gratuito para que los empleados hagan la tarea con los hijos, asimismo cuenta con gimnasio y una escuela de futbol, mientras que se presta herramienta básica para arreglos en casa a los empleados, y además se ofrece servicio de lavandería gratuito donde la ropa se entrega lavada y doblada al trabajador.
Este tipo de enfoques creativos desde la empresa ayudan a resolver el dilema entre tiempo y dinero que se presenta en las familias, y ayudan a fortalecer no solo su desarrollo sino el de toda la comunidad, por ello es necesario que más empresas, además de los gobiernos, piensen soluciones y políticas con perspectiva de familia para fortalecer a las personas y al entorno social fronterizo.