Opinion

Profesionistas sin vocación

Samuel F. Velarde/
Académico

2018-03-05

En mi experiencia como profesor de educación superior se llega a la conclusión de que si no existe una buena orientación vocacional, se estarán formando hombres y mujeres con mediocridad profesional, desperdiciando no solamente recursos económicos al formar estudiantes que escogen una carrera para luego desertar o egresar de mala manera, sino que también se están generando profesionistas con baja autoestima que a la larga, puede acarrear frustración.
La orientación vocacional por desgracia brilla por su ausencia en varios bachilleratos y preparatorias, si existe, simplemente es impartida por personas sin ninguna base pedagógica que le permita al estudiante ubicarse y tratar de escoger su carrera con objetividad y conocimiento de causa. Por otro lado, la vocación real –cuando la hay- es aniquilada por las fuerzas del mercado, orillando al joven a estudiar una carrera desde un punto de vista monetario. Cosa que se explica por la situación económica de miles de familias, pero también tiene sus consecuencias negativas.
Asimismo, la falta de orientación vocacional es un problema para la institución superior que los recibe, ya que en el proceso de enseñanza-aprendizaje se está echando en barril sin fondo los recursos y el esfuerzo docente. Es difícil enseñar cuando frente al profesor hay un buen porcentaje de alumnos que no entienden en lo más mínimo la esencia de la carrera que estudian y que al preguntárles el por qué la escogieron, sencillamente contestan que es fácil, barata o que era su segunda opción, pero con estos criterios, ¿se podrán formar buenos profesionistas?
Y esto es muy recurrente en las instituciones de educación superior en Ciudad Juárez y en otras del país, donde el estudiante se deja llevar por la oferta laboral de un mercado incluso saturado de ciertas profesiones que a pesar de ser “carreras productivas” no encuentran trabajo fácilmente y si lo hacen, se ocupan en tareas diferentes a lo que estudiaron; hay casos donde administradores hacen trabajos de ingenieros en sistemas o industriales, o abogados realizan actividades de administradores, por decir mencionar algunos.
Pero, ¿cómo repercute un profesionista sin vocación socialmente hablando? Simplemente pierde su ethos, su esencia del compromiso hacia su carrera, convirtiéndolo en un individuo sin razonamiento, incluso vulnerando su ética profesional y siendo insensible con los demás, pues al no tener vocación se desempeñan mecánicamente perdiendo su sentido crítico, pero lo más triste es que nunca se sentirán satisfechos con lo que son.
Ante los miles de problemas que aquejan al sector educativo en sus diferentes niveles, la orientación vocacional debería ser parte importante en la formación de los jóvenes, no pasarla por alto y así ayudar a que los estudiantes estén seguros de sus carreras en el tiempo que la cursen.
Creo que las autoridades de las universidades e instituciones de educación superior de nuestra localidad, deberían darse tiempo de poner este problema sobre la mesa, como algo necesario en materia de educación, ya que el proceso de enseñanza-aprendizaje se vuelve complejo al formar jóvenes dudosos de lo que estudian y dificultando lograr calidad en su formación profesional.

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