Opinion

Los servicios invisibles

Oscar Fidencio Ibáñez Hernández/
Académico

2018-03-02

Hace un par de semanas el presidente de la Junta Municipal de Agua y Saneamiento (JMAS) de Ciudad Juárez, Jorge Domínguez, me invitó a revisar un video que habían realizado para ver el estado del colector de aguas negras instalado bajo el bulevar Juan Pablo II. En varios puntos se apreciaban daños en el mismo, pero en dos particularmente se observaban condiciones con riesgo de colapso.
Dado que los hundimientos en el pavimento por fallas en los colectores es un asunto frecuente en la ciudad, Jorge y el equipo técnico de la JMAS han estado revisando la infraestructura para prevenir accidentes antes de que sucedan. Incluso utilizando tecnología no destructiva de geofísica. Se decidió por lo pronto aislar los dos puntos de riesgo en el bulevar prohibiendo la circulación sobre esos sitios mientras se preparaba el plan para su reparación.
El pasado sábado iniciaron los trabajos de reposición a las 4 de la mañana bloqueando varios kilómetros del Juan Pablo II, la obra se proyectó entre semana para terminar el lunes por la noche, de tal manera que solo un día hábil se afectaría el tráfico.
Al iniciar las reparaciones, se detectó otro punto con riesgo de hundimiento, así que se procedió a reparar también ese tercer punto; durante el sábado se aceleraron los trabajos en los tres sitios y se logró adelantar el procedimiento de pavimentación utilizando concreto de fraguado rápido con el objetivo de terminar el domingo por la noche, se habló con la empresa que provee el concreto y se logró que tuvieran el material disponible en domingo.
Las cuadrillas de trabajadores de la JMAS estuvieron trabajando sábado y domingo hasta el final del día, para dar el tiempo de fraguado necesario durante la noche y finalmente poder abrir la vialidad el lunes en la madrugada, de tal manera que la gente no tuviera problemas de tráfico ni retrasos a la hora de ir a la escuela o el trabajo, además de evitar colapsar las otras vialidades de la ciudad con tráfico pesado.
El lunes, miles de vehículos utilizaron la vialidad Juan Pablo II y ni siquiera se percataron del trabajo que se realizó durante el fin de semana, un servicio invisible que recibieron todos aquellos que de otra manera hubieran tenido que esperar largas colas de tráfico, llegar tarde a su destino y aumentar el nivel de estrés al inicio de semana, gracias a que varios trabajadores de la JMAS sacrificaron su fin de semana para que miles de juarenses no se vieran afectados.
Y así es el servicio de alcantarillado y drenaje de la ciudad, un servicio invisible, ya que va enterrado bajo las calles de la ciudad. Sacar el agua sucia de casas, comercios e industrias, agua contaminada por heces fecales, grasas, tierra, y sustancias de todo tipo incluyendo algunas tóxicas es un “trabajo sucio”, de esos que nadie quiere hacer, las aguas son transportadas bajo tierra a través de kilómetros de tuberías.
Esta infraestructura costosa y difícil de mantener, presta también un servicio invisible para el que no fue diseñada, ayuda a conducir el agua de lluvia e inundaciones que aquejan a nuestra comunidad cada vez que llueve, y esto afecta su vida útil, destrozándola y provocando los hundimientos que cada vez son más comunes en toda la ciudad.
Todos sabemos que la sangre que circula en nuestras venas nos ayuda a oxigenar el cuerpo y al mismo tiempo a limpiar los residuos que se generan por el metabolismo, es una red invisible que constantemente funciona en nuestro cuerpo y que nos mantiene vivos, aunque sólo nos hacemos conscientes de esta red cuando por alguna herida fluye la sangre fuera de las venas, igual el drenaje, solo lo vemos cuando hay una ruptura, fuga o hundimiento.
¿Cuantos servicios invisibles recibimos y disfrutamos cada día y no nos detenemos a considerar y agradecer? Muchos de ellos se dan en la vida cotidiana de familia, cuando alguien lava la ropa, barre, limpia, cocina y sirve, por ser cotidianos estos servicios se vuelven invisibles, y sin embargo son vitales para nuestra existencia.
Utilicemos nuestra capacidad de reflexión, observación y gratitud para volver visibles los servicios invisibles, para poder ver y agradecer a quienes los proveen y a quienes muchas veces ignoramos. Esto lo podemos hacer en la familia, en la escuela, en el trabajo, y en todo lugar.

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