Opinion

Lo amenaza la expulsión como candidato

LA COLUMNA
de El Diario

2018-03-01

• Presume funcionario municipal que volverá
• Yeidckol Polevnsky arma barandilla

Las acusaciones sobre la humanidad de Ricardo Anaya Cortés siguen cayendo como bomba atómica en su proyecto presidencial. Los golpazos desde el Gobierno federal han sido igual de inclementes que los propinados en Chihuahua al duartismo por el gobernador, Javier Corral. Acá el botín fue una gubernatura, a nivel nacional es la Presidencia de la República. Centavos frente a pesos, si hablamos de números fríos.
No es poca cosa lo que tiene colocado al político panista queretano en la orilla del naufragio. Se trata de ramplona y vulgar corrupción idéntica a la conocida en políticos de su nivel pintados de cualquier color y bajo cualquier sigla.
Cuando la polémica debiera ser por la capacidad de servicio público o por la congruencia de ideas en la acción gubernamental, el señalamiento es por la obtención de verdaderas fortunas indudablemente con origen en recursos públicos. La cleptomanía por el dinero del pueblo, lo hemos dicho.
Los enemigos de Anaya en el interior y exterior de su partido han logrado probar que el candidato a la Presidencia de la República de por México al Frente pasó de ser un personaje de recursos económicos menos que modestos cuando inició su carrera política en su natal Querétaro, a un multimillonario hoy, con hijos estudiando en el extranjero y con más propiedades que los jugos energéticos.
No quedó solo en eso, ahora el debate nacional es por los 54 millones de pesos que habría lavado Ricardo junto con el empresario Manuel Barreiro Castañeda a través de una intrincada pero muy obvia operación financiera que abarcó varios países del mundo. La Procuraduría General de la República ha quedado a cargo del tema.
Todo apunta al involucramiento cierto del candidato presidencial del PAN-PRD-MC en actos de corrupción mayúscula pero más allá de esa certidumbre, lamentablemente el morbo y la curiosidad nacional están concentrados en saber si tendrá la habilidad y malicia suficiente para escapar de este nuevo bombazo o, en contrario, efectivamente es el fin de su carrera en ese lucrativo mundo que suele ser la política; el recochino negocio de la política.

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El director con licencia de Desarrollo Municipal, Edgar Chávez Tarrio, deveras creyó que lo suyo es una licencia y no un empujón fulminante del cargo.
Entre martes y jueves fue visto en distintas partes de la ciudad desarrollando actividades con toda normalidad y asumiéndose todavía como funcionario municipal... con licencia.
En la forma legal es cierto. Su calidad es la de una separación “temporal” mientras las áreas de Contraloría revisan diversos movimientos financieros relacionados sobre todo con el concurso de despensas y otros productos manejados por Desarrollo Social.
Pero en el fondo la realidad es que fue sorprendido dando lustre al cobre con licitaciones hechas a modo para empresas muy cercanas a su familia o muy cerca de ella. En muy chiquito es el Ricardo Anaya del Municipio.
Debe dar gracias a Dios Chávez de que únicamente no vuelva a la Dirección a cambio de que no termine inhabilitado o hasta sujeto a un proceso penal. Hizo chilar y huerto en los contados meses que fue director del área.
Prácticamente eufórico de contento el grueso del personal en Desarrollo Social porque su exjefe se esmeró en ser odioso para todos.

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Otro odioso que no falla en el Municipio es el síndico, Aarón Yáñez Limas. Ahora la víctima de su conducta ordinaria y aborrecible ha sido un empleado de medio nivel conocido entre sus compañeros de la propia Sindicatura como “Chava” Valenzuela.
Cualquier pretexto fue necesario para que Yáñez le gritoneara, lo insultara, le faltara al respeto como persona y lo despidiera de su trabajo. Igual ha ocurrido con al menos una decena de empleados y funcionarios de esa área municipal.
Posiblemente el nuevo enojo de Yáñez haya sido ocasionado porque en el PRI estatal lo bailaron con 50 mil pesos haciéndole creer que lo convertirían en candidato a diputado o porque los padrinos de su equipo encabezado por Enrique Serrano lo han empezado a castigar, pero qué culpa tiene la gente que trabaja en esa dependencia pública, no privada.
Poca fuerza para desactivarlo ha requerido el alcalde, Armando Cabada, por esa razón.
Quieren más los subordinados de la Sindicatura al presidente municipal que a su jefe el síndico. ¡Vaya desperdicio de tiempo el de Serrano!

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La presidenta nacional de Morena, Yeidckol Polevnsky, hizo amplio paréntesis el miércoles en la ciudad de Chihuahua tras la “encerrona” sostenida por su amigo y jefe Andrés Manuel López Obrador con cerca de 500 gentes en el Sheraton Soberano.
Una vez terminado el evento, la lideresa se trasladó con una breve comitiva a La Garufa. Ahí estuvieron sólo sus más cercanos, el empresario megamillonetas, Miguel González Lardizábal (quien saboreó el anuncio de AMLO sobre la eventual instalación de una subsecretaría de minería en Chihuahua), el cuasi candidato a la Alcaldía chihuahuita, Fernando Tiscareño; el asesor mano derecha chihuahuense que ahora trae doña Yeidckol para todas partes, Fernando Villarreal, y un personaje que nunca creímos tan pegado a López Obrador y Morena, el exdirigente del PRD en el estado y exdiputado local, Héctor “Ety” Barraza.
Pocos dan un peso por Barraza al verlo. Escasa personalidad, figura poco notoria pero un operador político electoral implacable por toda la zona del noroeste. Ha de ser ese su encanto y una de las razones por las que el tabasqueño asegura que tendrá cobertura de casillas al 100 por ciento en el estado.
Otros morenos fueron atendidos y saludados por Yeidckol durante la tarde. Uno de ellos, el expriista Víctor Valencia, quien viajó a Chihua-hua por su cuenta y riesgo, no en el camioncito nuevo Mercedes que trasladó a Javier González Mocken y compañía.

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