Opinion

Señora presidenta

Pascal Beltrán del Río/
Analista

2018-03-01

Ciudad de México.- Por sexta vez en siete procesos de sucesión presidencial habrá una mujer en la boleta. De 1982 a la fecha, sólo en 2000 no la hubo.
Todo parece indicar que, luego de haber cumplido con el requisito de recolección de firmas, Margarita Ester Zavala Gómez del Campo será formalmente candidata a Los Pinos.
De confirmarse su candidatura por parte de la autoridad electoral, Zavala será la sexta mujer que compita por la Presidencia de la República y la primera que lo hace como independiente.
Antes que ella lo hicieron Rosario Ibarra (dos veces, en 1982 y 1988), Cecilia Soto (1994), Marcela Lombardo (1994), Patricia Mercado (2006) y Josefina Vázquez Mota (2012), todas ellas como opositoras.
Desde 1979, cuando la priista Griselda Álvarez se convirtió en la primera gobernadora del país, las mujeres han tenido un importante avance en la obtención de cargos de servicio público.
Sin embargo, también es cierto que ese proceso ha sufrido un estancamiento en tiempos recientes. Por ejemplo, hoy hay una sola gobernadora, la de Sonora; sólo tres de los últimos 20 presidentes de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados han sido mujeres, y en toda la historia del Senado únicamente una vez una mujer ha estado al frente de ese órgano legislativo y eso fue en 1999.
También falta que haya una primera secretaria de Gobernación y de Hacienda; una primera rectora de la Universidad Nacional, y una gobernadora de Banco de México.
Pero volviendo a las candidatas presidenciales, hay que decir que, a diferencia de otros países –como Estados Unidos y Francia, por mencionar dos casos recientes–, México ha tenido mujeres en la boleta, pero no una clara agenda de género alrededor de esas postulaciones.
Ninguna de ellas –y seguramente tampoco será el caso de Zavala– ha centrado su campaña en su condición de mujer ni en las reivindicaciones que generalmente se asocian con los temas de igualdad de género, como son los derechos reproductivos y laborales y, más recientemente, el de no ser blanco de violencia sexual.
En todo caso, las únicas que se aproximaron a esa agenda fueron Mercado y Soto.
En cambio, Ibarra y Lombardo hicieron campaña en torno de reivindicaciones sociales más amplias, surgidas de entre distintas visiones de la izquierda, como el trotskismo y el llamado socialismo real.
Hoy eso puede sonar raro, pues las etiquetas ideológicas parecen pasadas de moda, pero en ese entonces aquellas mujeres realmente representaban cosmovisiones y proyectos de nación integrales que iban más allá de la mera reivindicación de un sector de la población.
En el caso de Vázquez Mota, eso es todavía más claro porque ella era candidata de un partido de orientación conservadora cuyas ideas compartía.
Dicho lo anterior, no debe entenderse que esas mujeres que aspiraron a la Presidencia no tuvieron que sortear trabas e inequidades de una estructura política diseñada fundamentalmente por hombres.
Y todas ellas, lo digo sin la menor duda, aportaron algo para lograr una mayor representación de las mujeres en las instituciones políticas.
Margarita Zavala es vivo ejemplo, pues logró ser legisladora local y federal y ocupar varias posiciones en la dirigencia nacional del PAN antes de darse a conocer mundialmente como la esposa del presidente Felipe Calderón, en cuyo gobierno tomó la bandera de la defensa de las comunidades migrantes.
De hecho, el haber tenido una sólida trayectoria propia como dirigente política dio credibilidad a la intención de Zavala de contender por la candidatura panista a la Presidencia de la República en 2018.
Aun así, no han faltado quienes la han descalificado –sobre todo los antagonistas del expresidente Calderón– como si ella representara la mera continuación del gobierno de su esposo.
Pero entonces, ¿cuál será el sello distintivo de la aspiración presidencial de la hoy expanista Zavala si no es ser una candidata de género?
Sobre todo, reivindicar los valores que comparte un sector del PAN que no comulga con la candidatura de Ricardo Anaya, ahora que el queretano ha arriado esas banderas en aras de una alianza con el PRD.
No es raro que el mismo día que Zavala dio a conocer la imagen de su campaña –cuyo lema será ValorEs Margarita–, Anaya tuvo un acto partidista en el que se hizo rodear de mujeres panistas.
Para ganar la Presidencia, el voto de las mujeres será fundamental, pues representan la mayor parte del electorado.
No obstante, el impulso de la igualdad de género no figura –en los tiempos de #MeToo– entre las principales promesas de campaña de los candidatos presidenciales y eso incluye los de la única mujer que estará en la contienda.

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