Opinion

Batallas de Acapulco

Sergio Sarmiento

2018-03-01

Ciudad de México.- Este 27 de febrero, cuando Rafael Nadal anunció su retiro del Abierto de Tenis de Acapulco, hubo expresiones de incredulidad y enojo. Muchos habían comprado entradas con la idea de ver a un tenista que no sólo es el número 2 del mundo, sino a los 31 años de edad una verdadera leyenda del deporte. No faltaron quienes dijeron que el anuncio tardío era un fraude. Los precios de los revendedores que se colocan todas las tardes y noches a las afueras del estadio se desplomaron. "Ya se acabó el torneo", escuché decir.  La afirmación me hizo recordar lo ocurrido en este mismo Abierto de Tenis en 2005, cuando Carlos Moyá, el campeón defensor, fue eliminado por el argentino Mariano Puerta. También entonces escuché voces que decían que el torneo se había acabado. En la ausencia del mallorquín Moyá, sin embargo, surgió un nuevo jugador de apenas 18 años de edad, de pelo largo, camiseta sin mangas y pantaloncillos hasta la rodilla, un jugador zurdo con un estilo muy peculiar de golpear la pelota. Este joven también mallorquín, que sorprendió a todos al convertirse en el nuevo campeón del Abierto, se llamaba Rafael Nadal. 
Este miércoles recordé lo ocurrido hace 13 años mientras veía una épica batalla entre el argentino Juan Martín del Potro y el español David Ferrer. El Abierto de Tenis de Acapulco se ha convertido en uno de los torneos más importantes del mundo en su categoría de 500 puntos de la Asociación de Tenistas Profesionales.  
La baja de Nadal no impidió que el torneo empezara con cinco jugadores del top 10, algo inusitado para una competición de 500 puntos. Dubai, su perenne rival, tenía solo a uno, el búlgaro Grigor Dmitrov. Para mí, que me tocó acudir a los primeros abiertos mexicanos en el Club Alemán de la Ciudad de México, la transformación de este pequeño torneo en una contienda de primer orden en apenas 25 años ha sido sorprendente.  
El torneo no ha sido afectado por el retiro de Nadal, pero tampoco por la violencia que se ha vuelto tan común en Acapulco. Este miércoles se llevó a cabo un ataque contra un sitio de taxis en la colonia Progreso en el que murió un taxista y otro quedó herido. Es el último de una serie de ataques a taxistas. La gente del puerto se queja que el cobro de derecho de piso se ha vuelto insoportable. Las escuelas de una sección de Acapulco fueron cerradas durante varias semanas por la inseguridad y apenas ahora se han abierto nuevamente gracias a patrullajes de la policía y militares. 
El Torneo de Tenis, que tiene lugar en el Hotel Princess de la zona Diamante, parece ajeno a ese mundo, pero el estadio es custodiado por policías y elementos del Ejército. Los vecinos me dicen que han tenido que contratar seguridad privada porque la municipal no garantiza nada.  
Acapulco tiene esta semana y la siguiente dos de sus eventos públicos más importantes de cada año: el Abierto de Tenis será seguido por la Convención Nacional Bancaria. La creciente violencia no ha ahuyentado hasta ahora ni a los organizadores ni a quienes asisten, pero un solo incidente de violencia puede hacer que las cosas cambien.  
Por lo pronto, yo asisto con entusiasmo a las batallas de los gladiadores de la raqueta. La semana que viene estaré de regreso para escuchar a los banqueros y a sus invitados. Los organizadores de ambos eventos están haciendo su trabajo y generan actividad económica. Falta que los gobiernos -municipal, estatal y federal- cumplan con su responsabilidad de garantizar la seguridad.  

Necedades
El Registro Nacional de Necesidades de Cada Persona de José Antonio Meade me parece una propuesta lamentable. Necesitamos un Estado que cumpla con sus funciones fundamentales, como dar seguridad, y no uno que busque resolver todas las necesidades de los gobernados.

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