Opinion

Tercer sector, la sociedad civil

Víctor Guzmán/
Académico

2018-02-27

Una de las primeras denominaciones que se le dio al tercer sector fue el de “Organizaciones NO Gubernamentales” (ONGs) percibiéndose como un desmarque directo del Gobierno, o versus control gubernamental, hoy en día más conocidas como Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC). La función de ellas es variada dependiendo del perfil u objeto social que desempeñan, las hay de todos sabores y también colores, cumplen con una labor que el Estado debe enfrentar y que por diversas causas no ha logrado cubrir, como lo es generar centros contra las adicciones que funcionen de una manera integral, centros para el adulto mayor con instalaciones dignas, actividades lúdicas para el tiempo libre de los jóvenes alejándolos de acciones que los pudieran perjudicar, parques en buenas condiciones e instalaciones deportivas que funcionen adecuadamente, entre otras variadas y muy diversas actividades.
Hoy en día han surgido nuevos temas que trabajan las OSC y son necesarios para mejorar las condiciones de vida de la sociedad, como lo son la supervisión del erario público, la rendición de cuentas, transparencia, medición de los secuestros, semáforo de asesinatos, desapariciones forzadas, observatorios ciudadanos, uso indebido de los recursos públicos entre otros más, todo es medible y cuantificable, aportan información estadística para encontrar las soluciones o sólo para conocer la realidad de esas problemáticas; no cabe duda que esa búsqueda de información se ha convertido en una piedra en el zapato para las personas que actúan en contra del pueblo, y ha permitido medir el desempeño de quienes gobiernan.
Las organizaciones ejercen un papel muy importante, en el estado de Chihua-hua, según la cifra dada a conocer en 2015 por la Fundación del Empresariado Chihuahuense (Fechac), son un total de 944, de las cuales 300 son de Ciudad Juárez. Esto sin contar las asociaciones que no están registradas legalmente y que de manera discreta pero constante sirven filantrópicamente a una parte de la comunidad. No hay un número exacto de ellas, sólo sabemos que existen y son necesarias para aquellos beneficiarios a los que les cubren sus necesidades.
El principal desafío que presentan en general es la falta de recursos económicos para desarrollar profesionalmente su labor, la participación en convocatorias sociales de los tres órdenes de gobierno ya no es suficiente, se han reducido las oportunidades de ser elegibles, por ello cada vez son más recurrentes a diferentes formas de financiamiento como cuotas de recuperación, donativos en especie y rifas para poder subsistir con un gasto corriente limitado que disminuye el impacto social que pudieran generar en mejores condiciones. Ejemplo: un recibo de luz de un albergue asciende de 8 a 12 mil pesos bimensuales, por tener una tarifa comercial, y una asociación civil no es empresa que genere recursos con fines de lucro. Se considera una incongruencia.
La profesionalización institucional es uno de los talones de Aquiles del también llamado tercer sector. Los cursos, talleres y capacitaciones de actualización son indispensables para su buen funcionamiento, las temáticas recurrentes anualmente son la contabilidad, administración, políticas públicas y elaboración de proyectos sociales, con la finalidad de eficientar la intervención comunitaria en los centros. No basta con atender una problemática en una colonia, se debe hacer de manera profesional. La necesidad de la preparación constante permite que los líderes sociales encuentren herramientas teórico-metodológicas que les ayuden a mejorar su labor altruista, la otra realidad nos dice que no todos los centros tienen los recursos para asistir y capacitarse.
No se puede despreciar tan loable tarea que las Organizaciones de la Sociedad Civil de forma generosa y humanitaria desarrollan, debe ser todo lo contrario. Existen diversas problemáticas que enfrentan a lo largo de su trayectoria como lo son la falta de recursos y apoyo gubernamental, el nulo interés por aligerar la carga de los servicios y permisos para funcionar. Para liberar un poco la carga es necesario recurrir al voluntariado, no solo el que promueven las instituciones educativas de manera obligatoria, sino aquel que es por vocación y que alimenta el espíritu de servicio.

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