Opinion

Bandera, Patria y Memoria

Sergio Pacheco González/
Analista

2018-02-26

El Artículo 1 de la Ley sobre el Escudo, la Bandera y el Himno Nacionales (última reforma, DOF 01-12-2016), establece que éstos “son los Símbolos Patrios de los Estados Unidos Mexicanos”. El Artículo 3 indica que la bandera tiene “tres franjas verticales de medidas idénticas, con los colores en el siguiente orden a partir del asta [sic]: verde, blanco y rojo. En la franja blanca y al centro, tiene el Escudo Nacional”. Por su parte, el Artículo 9 dispone que en todo acto cívico u oficial en donde la bandera esté presente, se le deberán rendir honores, los “que, cuando menos, consistirán en el saludo civil simultáneo de todos los presentes, de acuerdo con el Artículo 14 de esta misma Ley”.
Esta, como muchas otras fechas del calendario cívico, tiene el propósito de conmemorar, es decir, poner en acto la memoria, para evitar que se instale el olvido sobre aquellas acciones, eventos, personajes o instituciones, que favorecen la configuración de la identidad nacional. Por ello, el Artículo 10 al establecer el 24 de febrero como la fecha en que habrá de celebrarse el Día de la Bandera, también dispone:
“En este día se deberán transmitir programas especiales de radio y televisión destinados a difundir la historia y significación de la Bandera Nacional. En esta fecha, los poderes de los tres órdenes de gobierno realizarán jornadas cívicas en conmemoración, veneración y exaltación de la Bandera Nacional”.
Tal y como está dispuesto, a lo largo y ancho del país se realiza el izamiento de bandera, en ceremonia protocolaria, cumpliendo con la formalidad del acto respectivo. Este año, como suele ser, la ceremonia principal, por la presencia del jefe supremo de las fuerzas armadas, los titulares de éstas y los representantes del Senado y la Cámara de Diputados, tuvo lugar en el Campo Marte. Sobre lo sucedido en este acto, se ha dicho bastante. No obstante, vale la pena recuperar lo expresado por el presidente de la República ante lo sucedido: “No importa si está al revés o al derecho, hacia atrás o hacia adelante; la bandera es el símbolo que nos da sentido de identidad”, como lo han reproducido diversos medios.
Sin duda, la bandera es uno de los símbolos que mayor arraigo tiene en el imaginario nacional. Esto no está en duda y no se modificará por un error de presentación. Bastante sanción social ha estimulado ya, y probablemente otro tipo de sanciones tendrán lugar en el ámbito castrense. Si algún significado oculto pudiera tener, así se mantiene, y en todo caso, pareciera ser que los destinatarios capaces de descifrar el mensaje no estarían dispuestos a hacerlo público, al menos por ahora.
Lo que llama a la reflexión, es lo poco identificada que pareciera estar la ciudadanía con quienes encarnan y debieran representar la continuidad de los ideales de lo que conocemos como patria. Al respecto, quizá valga la pena recuperar lo que un maestro enseñaba a uno de mis hermanos en la secundaria: “Patria no es sólo el lugar donde nacimos, patria son los bosques, los mares, el petróleo, las minas”, todo aquello por lo que lucharon nuestros antecesores y que hoy se encuentra a disposición del mejor postor.
Es dable pensar que José Emilio Pacheco podría tener una concepción cercana a ésta, cuando elabora su poema Alta traición, el que se transcribe a continuación.

No amo a mi patria.
Su fulgor abstracto
es inasible
Pero (aunque suene mal)
daría la vida
por diez lugares suyos,
cierta gente,
puertos, bosques de pinos,
fortalezas,
una ciudad deshecha,
gris, monstruosa,
varias figuras de su historia,
montañas
—y tres o cuatro ríos.

(https://circulodepoesia.com/2014/01/alta-traicion-palabra-en-el-tiempo/)

Poema escrito en 1966, veinte años después, a la luz de los efectos del terremoto de 1986, señala Pacheco, podría ser considerado un poema patriótico.
Y es, precisamente, en nombre de la patria, que se realizan múltiples acciones, acuerdos y convenios. Uno de ellos, el Pacto por México. De sus frutos, la reforma energética, por ejemplo, no se observan beneficios que favorezcan un mayor bienestar de la ciudadanía. Así, la grieta entre gobernantes y gobernados se ha ampliado. He ahí la paradoja, en la misma medida en que se han ampliado los cauces democráticos, menor aprecio se tiene de sus resultados.

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