Opinion

La guerra de lodo

Sixto Duarte/
Analista

2018-02-26

Como cada elección, los candidatos y los partidos muestran su oferta política para convencer al electorado que su plan de gobierno es el más adecuado para el país. Desafortunadamente, nuestra cultura democrática no está del todo desarrollada. A esto ha contribuido la clase política, por tener otras prioridades, y la sociedad, por su indiferencia. Es un hecho que los (pre)candidatos presidenciales y partidos se subirán a un ring durante la contienda electoral, a lanzar acusaciones los unos a los otros. Lo que menos importará aquí será si son acusaciones reales y con sustento, o meras especulaciones. La gente se hartará de ver esta guerra de lodo, y como siempre, decidirá que es mejor no votar en la elección. Es un círculo vicioso en el cual está atrapado nuestro sistema democrático.
Las propuestas de los candidatos presidenciales han sido etéreas e intangibles. Mejores salarios, seguridad, mejor nivel de vida. Es la misma cantaleta de todos los procesos electorales. El tema es que ninguno ha dicho cómo se piensan lograr estas metas. Y la realidad es que, desgraciadamente, debido a la falta de cultura democrática, parece ser que al electorado no le interesa. Muchos están más pendientes de los golpes, señalamientos y acusaciones que se hacen unos y otros. Las publicaciones en las redes sociales dan testimonio de ello.
Andrés Manuel López Obrador lleva años señalando a lo que él denomina “la mafia del poder”. Es sencillo decir, como lo hace, que quiere acabar con la corrupción, y que buscará que los salarios suban. Sin embargo, no ha definido una estrategia en el mismo sentido. Echar abajo todas las reformas constitucionales aprobadas es otro de sus planes. En discurso suena atractivo para la sociedad decepcionada. Es un mensaje fértil en aquellos que irracionalmente creen que el gobierno de Peña es lo peor que le ha pasado al país. Este sector de la población no se ha puesto a reflexionar sobre las consecuencias de las mismas. Estoy de acuerdo con que hay reformas que no han reflejado un beneficio tangible a la población. Pero hay otras que sí. Sin embargo, el candidato de Morena no ha profundizado en el detalle, y aprovechándose de la baja popularidad de Peña, promueve este cambio radical en nuestro sistema. No se le conocen directamente actos de corrupción, aunque el círculo que lo rodea no está exento de señalamientos. Una de las peores decisiones asumidas por López Obrador fue la postulación de Napoleón Gómez Urrutia como candidato plurinominal al Senado. López Obrador y sus seguidores, han manifestado que Gómez Urrutia no ha sido encontrado culpable de ningún delito, y por tanto no se le puede señalar. Diríamos entonces que ese mismo principio aplica para los señalamientos de corrupción que él constantemente hace sobre actores de otros partidos políticos. Morena lanza lodo para todos.
Para el caso de José Antonio Meade, considero que la decisión del PRI al postularlo, obedece a un ejercicio de autocrítica y reflexión. A Meade no se le conocen actos de corrupción. Era uno de los funcionarios mejor evaluados del gobierno de Peña. Ha sido hasta ahora, en días recientes, que se ha tratado de vincular a Meade en un presunto desvío de recursos donde aparentemente habría participado Rosario Robles, exsecretaria de Desarrollo Social. Hasta aquí Meade sale más o menos limpio, pero tampoco su campaña ha estado exenta de lanzar lodo a los demás. Para eso se importó al expriista, expanista y hoy nuevamente filopriista Javier Lozano. El senador Lozano lo único que ha hecho desde que llegó a la campaña de Meade es golpear, señalar, y denostar a Anaya y a López Obrador. Su trabajo, más que promover a Meade, ha sido golpear a los demás candidatos. También desde esta campaña, se ha lanzado lodo a los demás.
El fenómeno que sigo sin entender es el de Ricardo Anaya. No es una persona preparada como lo es Meade. Tampoco es un líder social como López Obrador. Anaya ha ascendido en la escalera del poder en base a la intriga palaciega y los golpes bajos. Pregúntenle a  Gustavo Madero si no me creen. No existe tampoco una sola propuesta tangible por parte de él. Recuerda a Fox pues su propuesta se basa en “sacar al PRI corrupto” del gobierno. Nada más. Otro candidato tirando lodo. Es curioso que acuse corrupción cuando él mismo ha sido señalado de manera constante como un corrupto que se ha enriquecido a partir del poder. Aunado a ello, otra investigación por lavado de dinero se ha abierto recientemente en donde se le involucra. En este circo, parece que lo menos importa son las propuestas y compromisos.

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