Opinion

México se polariza y se divide

José Ignacio Gallardo/
Analista

2018-02-20

Cada día que pasa y conforme se sigue acercando el 1 de julio, el país se dirige a una polarización que seguramente no traerá nada positivo. En estos momentos las redes sociales son un reflejo del nivel de encono que existe en la sociedad mexicana. Lo peor de todo es que el nivel de divisionismo, intolerancia y polarización avanza sin que a nadie le interese detenerlo. De hecho quienes deberían de procurar mantener la unidad de la sociedad, son los que más contribuyen a que México se encuentre cada vez más dividido.
La falta de tolerancia se está convirtiendo en el sello distintivo de este proceso electoral. Sólo basta leer los comentarios en las redes sociales para darse cuenta que todo mundo quiere imponer sus ideas. Ya no hay diálogos, ni tampoco debates de ideas, y mucho menos búsqueda del convencimiento con base en los argumentos. No, ahora de lo que se trata es de imponer criterios a partir de los insultos, de las aseveraciones sin sustento, del chantaje y hasta de la amenaza.  No importa si se tiene o no la razón, ahora de lo que se trata es de imponer ideas e impedir que los otros puedan pensar por sí mismos y tomar sus propias decisiones. Y eso es lo que se ve todos los días y cada vez con más frecuencia. La negociación, la diplomacia y en general los buenos modos  se han estado dejando de lado, preocupantemente. Y esto inquieta a más de uno, porque las campañas electorales, formalmente no han iniciado. Y si en estos momentos de intercampañas ya el horno no está para bollos, no es difícil imaginar  lo que puede ocurrir en plena campaña.  Porque serán muy intensas, de pronóstico reservado y no aptas para cardiacos.    
De por sí ya se vive un clima demasiado violento en las calles de muchas ciudades de este país, como para que también esa violencia se vea reflejada en el actual proceso electoral. Y desafortunadamente este clima de confrontación ya ha provocado algunos incidentes que demuestran la fragilidad de la tranquilidad y paz social que se vive en México. Recientemente se han suspendido mítines políticos en algunas delegaciones de la Ciudad de México debido a enfrentamientos entre simpatizantes de Morena y seguidores del Partido de la Revolución Democrática. No ha sido uno sino varios los eventos que han sido cancelados cuando ya faltaba poco para su culminación, debido a que sillas, mesas y muchos insultos empezaban a ser lanzados al aire en un sentido y en otro.
Si no se pone un remedio efectivo a esta situación, todo se puede salir de control. Y este proceso electoral está costando demasiados millones a los mexicanos como para que al final de la contienda, el país quede dividido y todo mundo confrontado. No únicamente las calles están inundadas de violencia, ahora también las redes y más recientemente los mítines políticos. Lo más recomendable sería que los políticos y los gobernantes comprendieran la imperiosa necesidad de serenarse y de realmente ponerse a trabajar para lograr restablecer la armonía y la unidad entre los mexicanos. Pero parece que entiende todo lo contrario. El caso del gobernador chihuahuense es una muestra de los muchos botones que existen. Y es que si Javier Corral en vez de estar atacando sistemáticamente a los medios de comunicación utilizara ese desbordado apasionamiento en confrontar a la delincuencia y al crimen organizado, otro seria el estado en el que se encontraría Chihuahua. Pero no, Corral prefiere dedicar mucho de su tiempo en profundizar la polarización de la sociedad chihuahuense, en vez de dedicarse a gobernar. 
Es urgente por eso, que se convoque a la firma de un pacto entre los actores políticos y autoridades para que este proceso electoral contribuya a la unidad de los mexicanos. Lo que se requieren son soluciones para los retos que el país enfrenta. Un México confrontado y dividido no puede hacerle frente a los grandes desafíos que vienen de afuera. Los mexicanos no pueden convertirse en enemigos automáticamente sólo por el hecho de pensar diferente. El enemigo no debería de estar en casa, todo lo contrario.  

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