Opinion

¡No más armas!

Juan Carlos Loera de la Rosa/
Empresario

2018-02-18

A escasamente cinco años de la masacre en la escuela Sandy Hook de Newton, Connecticut; donde murieron veinte niños y ocho adultos incluyendo al perpetrador del ataque (una tragedia que nunca más debería repetirse), el pueblo norteamericano se encuentra una vez más de luto por el asesinato de 17 personas también en una escuela, esta vez en Parkland, Florida. Pero esos deleznables sucesos no han sido los únicos, desde lo ocurrido en Connecticut han sido múltiples los eventos en los que individuos armados abren fuego indiscriminadamente contra la población civil arrancando vidas inocentes. Tristemente recordamos las matanzas colectivas en el cine de Aurora, la discoteca en Orlando, el casino de Las Vegas, la iglesia de Texas, la universidad en Santa Mónica y el centro comunitario de San Bernardino; en todas ellas el arma preferida fue el rifle AR-15, un mortífero artefacto semiautomático que está al alcance de cualquier ciudadano estadounidense que pueda pagar alrededor de ochocientos dólares; tan sólo en el año 2016 se vendió indiscriminadamente más de un millón y medio de este tipo de armas.
Estos sucesos ocurren en un escenario político durante el debate en el Senado de Estados Unidos sobre el reforzamiento de las leyes de inmigración que propone perversamente un muro costeado por México a cambio del eventual reconocimiento del derecho a la ciudadanía de los “dreamers” (jóvenes adultos que llegaron de niños a Estados Unidos sin documentos). El debate se enfoca más en la prohibición y complicados trámites migratorios que en el derecho humanitario que tienen los “dreamers” de vivir en el país en el que han crecido y al cual sus padres han colaborado sustancialmente en su desarrollo económico. Todo esto se propone con el pretexto de aumentar la seguridad interna de Estados Unidos. La abominable idea del muro, la prohibición a los viajeros de países musulmanes de entrar al país y el aumento exponencial en el presupuesto para la seguridad fronteriza poco o nada ayudarán para incrementar la seguridad de la población civil ya que el objetivo de los migrantes se enfoca únicamente en obtener empleo y así mejorar su economía y por ende la de los Estados Unidos, muy lejos están de albergar intenciones homicidas.
Por lógica elemental sabemos que el objetivo primordial de los republicanos es controlar el incremento de la población latina; la cual, de seguir creciendo al ritmo actual, en unas décadas significaría eventualmente la posibilidad de conquistar el control político del país. Este razonamiento de controlar el crecimiento demográfico con tintes raciales y políticos ya ha sido con anterioridad el pretexto de los conservadores durante las décadas de los sesenta y setenta, esto originó campañas masivas de esterilización entre la población latina de Puerto Rico y la afroamericana.
Menciono esto porque me parece aberrante e inhumano que dichas personas sean estigmatizadas de “ilegales”, cuando su único empeño estriba en trabajar, estudiar y ser productivos para la sociedad, mientras que al amparo de leyes retrógradas Estados Unidos y el mundo se inundan de armas “legales” que únicamente sirven para arrancar vidas de personas inocentes, al mismo tiempo que asociaciones conservadoras como la NRA (National Rifle Association) proponen armar a los profesores para evitar las balaceras en las escuelas.
Los hechos de Parkland, Florida no representan únicamente un problema para los Estados Unidos, es un asunto de todos. Las víctimas inocentes de la escuela preparatoria no han sido las únicas, aunque desearíamos que fuesen las últimas. La excesiva proliferación de armas ha rebasado las fronteras; en México también han sido asesinados y masacrados niños, hombres y mujeres.
Nunca podrán quedar en el olvido las masacres de Villas de Salvárcar, la de San Fernando en Tamaulipas, los constantes enfrentamientos entre las bandas delincuenciales y muchos otros ataques contra la población civil sucedidas en nuestro país como consecuencia de la estrategia equivocada de los gobiernos mexicano y estadounidense para abatir el narcotráfico, mientras la mezquina comercialización de armamento incluso ha sido tolerada por quienes debieran combatir el crimen.
Desde luego que debemos ser respetuosos de las leyes extranjeras; sin embargo, una vez abierto el debate en la sociedad estadounidense donde hay casi tantas armas como habitantes, los mexicanos y su gobierno, como terceros interesados en el tema, y a consecuencia del contrabando de armas y su ingreso a nuestro país con funestas consecuencias, debemos pronunciarnos a favor de una regulación más estricta en la materia. Mientras tanto, esta política permisiva traerá para muchos ciudadanos estadounidenses y mexicanos más violencia y masacres como la que tristemente ha enlutado a muchos hogares recientemente.
Mientras la cultura de la guerra y la supremacía blanca sea la que domine, el esfuerzo deberá incrementarse, aunque quizás resulte del todo infructuoso.
"Las leyes callan, cuando las armas hablan" Marco Tulio Cicerón, siglo I A.C.

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