Opinion

Repartiéndose el pastel electoral

Francisco Ortiz Bello/
Analista

2018-02-17

En la elección del domingo uno de julio, los candidatos buscarán obtener la mejor tajada del pastel de votos que los ciudadanos depositarán en las urnas, unos para conservar el poder, otros para recuperar lo perdido, y los demás para alcanzarlo por primera vez, pero todos con el mismo objetivo: ganar.
Los partidos políticos y sus coaliciones, así como los candidatos independientes se aprestan ya para iniciar la que será una de las campañas políticas más interesantes y desconcertantes de que se tenga memoria, porque los chihuahuenses podremos elegir, por primera vez en nuestra historia, en la misma jornada electoral, todos los cargos de representación popular federales (presidente de la república, senadores y diputados federales), y todos los cargos estatales (diputados, presidentes municipales, síndicos y regidores), excepto de gobernador. Será pues una elección histórica y atípica.
Son varios los elementos que la convierten en elección histórica y atípica, los analizaremos todos, pero sin duda el más determinante será que es una elección concurrente (voto por cargos federales y estatales simultáneamente), por todos los efectos que eso provocará. O al menos, los que se espera que provoque.
El primero de esos efectos que se busca será el de lograr una mayor participación ciudadana, que ya venía rondando índices demasiado bajos en Chihuahua y, principalmente en Juárez, incluso por debajo del 30 por ciento debido a un hartazgo y cansancio de los electores ya que prácticamente teníamos elecciones cada año. Sólo como dato ilustrativo, en los últimos 18 años hubo elecciones en 15 de ellos, es decir, casi consecutivas año con año.
Es por esta razón que los actuales representantes populares, electos en el 2016, tienen periodos de ejercicio recortados, de 6 a 5 años en el caso del gobernador, y de 3 a 2 años en los casos de alcaldes, diputados, síndicos y regidores, con el fin de empatar en este año los procesos electorales estatales y federales. Ya será hasta el 2021 la siguiente elección, lo que significa un “descanso” o receso de dos años.
Así pues, se pretende combatir la baja participación social en los procesos electorales, con todas las ventajas que ello implica, por ejemplo, una mayor y más amplia representatividad ciudadana, pero también que los representantes electos cuenten con más legitimidad basada en un más grande respaldo social.
Hoy en día, en promedio, un alcalde de Juárez (excepto Cabada) cuenta tan sólo con el 10 u 11 por ciento de respaldo social, porcentaje que se obtiene al establecer la relación entre el número de votos que obtienen (en promedio) y el total de la población juarense. La cifra es todavía menor cuando se realiza la misma operación con legisladores.
La participación ciudadana en elecciones históricamente en nuestra ciudad ha sido muy baja. En las elecciones del 2004 sólo el 36.5 por ciento de los electores votaron. Luego, en 2007, esta cifra cayó dramáticamente al 27.8 por ciento. En 2010, el índice se ubicó en el 29.6 por ciento. Mientras que para el 2013, apenas alcanzó el 30.3 por ciento.
En 2016, se presentó un repunte inesperado en el índice de participación ciudadana, al llegar casi al 42 por ciento, empujado en muy buena medida por los más de 207 mil votos obtenidos por Armando Cabada como candidato independiente a la Alcaldía, un hecho sin precedentes en la estadística electoral de Juárez.
Otro efecto que se pretende con la concurrencia electoral de este año es disminuir sensiblemente los costos por la organización de procesos electorales, ya que la recurrencia señalada -elecciones casi anuales- representaba de igual forma una erogación importante para cada proceso, gasto que se optimiza al organizar simultáneamente los procesos federal y estatal, aprovechando de mejor manera los recursos materiales, humanos y económicos.
Recordemos que nuestro sistema electoral ha resultado ser de los más caros del mundo. A los mexicanos nos cuesta mucho dinero sostener nuestra democracia, con todo y lo endeble o imperfecta que pudiera ser. Aproximadamente, según diversas estimaciones, en México cada voto cuesta entre 18 y 22 dólares, dependiendo de la instancia que realiza la estimación, es decir, alrededor de 360 pesos por sufragio, cifra que se incrementa en relación inversamente proporcional al número de votantes. A menor participación ciudadana, más caro cada voto.
En nuestro país el voto es mucho más caro incluso que en naciones como Rusia, Francia y Brasil (hasta un 5 mil 500 por ciento más). En Rusia y Francia el costo por votante es de 0.44 y 1.88 dólares, respectivamente, pues se imponen estrictos controles en las campañas.
La jornada electoral de 2018 será la más cara en la historia de México, pues los partidos gastarán dos mil 138.3 millones de pesos sólo en campañas, cuando en 2012 costaron mil 680.5 millones de pesos, de acuerdo con cálculos hechos por este diario con base en datos del Instituto Nacional Electoral (INE), publicó a ese respecto el rotativo Excélsior de la Ciudad de México.
Pero, volviendo a nuestro tema sobre el proceso electoral en Chihuahua y en particular a Juárez, ¿De qué tamaño es el pastel que todos los candidatos quieren? De un listado nominal que apenas y rebasa el millón de electores, el promedio del total de votos obtenidos para la presidencia municipal, en las últimas cuatro elecciones es de 305 mil sufragios, excluyendo claro la elección del 2016 que se cuece aparte.
De estos 305 mil votos, también sacando un promedio, quien gana la elección obtiene alrededor de 160 mil votos. Sin embargo, en 2016 el fenómeno independiente encabezado por Armando Cabada elevó considerablemente los tres índices mencionados, tanto la participación ciudadana, el número total de votos, así como la suma de los votos que le dieron el triunfo.
En 2016 todos los votos para la Alcaldía sumaron 428 mil, y sólo Cabada obtuvo prácticamente la mitad de ellos, al lograr 207 mil sufragios. De ese tamaño será el pastel para este año.
Aunque vale la pena destacar algunas variables a considerar. Es bastante improbable que el presidente municipal refrende el número de votos obtenidos, para alcanzar su reelección este año, básicamente por dos razones: el desgaste natural del ejercicio del poder, y la “normalización” del voto panista que, en 2016, “migró” sorpresiva y extrañamente hacia el independiente.
Sin embargo, se presenta otro fenómeno o elemento inusual a considerar, habrá 9 candidatos independientes también buscando las diputaciones locales por los distritos de Juárez, así como cuatro candidatos independientes a las diputaciones federales con cabecera en nuestro municipio. Interesante esquema.
Si todo le sale al movimiento independiente como lo han planeado en la pizarra, se podría generar una novedosa sinergia que llevará a los votantes a optar por esa propuesta, de manera colectiva digamos, lo que vendría a robustecer el eventual triunfo de Cabada.
Por el lado de los partidos y sus coaliciones, apenas y su voto duro podría hacerlos rescatar algunas posiciones, pero no se ve por dónde el PRI pueda llegar a su promedio de 140 mil votos, o el PAN al suyo de 120 mil.
Caso aparte es Morena que, en alianza con el PT y el PES, podría dar el campanazo impulsados por el arrastre de López Obrador, así como la buena aceptación que ha recibido la candidatura de Javier González Mocken. En 2016, la suma de votos de estos tres partidos rebasó ligeramente los 30 mil sufragios.
Este es el escenario, esas son las variables ¿Cómo jugarán los factores, elementos y circunstancias? Difícil aún hacer un pronóstico. Al tiempo.

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