Oscar Fidencio Ibáñez Hernández/
Académico
En muchas ocasiones he escuchado el uso de creatividad como sinónimo de innovación, sin embargo, los teóricos de la innovación coinciden en que ésta implica la comercialización de algo creado o modificado, y la creatividad es la capacidad de crear, aun sin que lo creado se comercialice. Por ello hay quienes sostienen que no puede haber innovación sin creatividad, pero sí puede haber creatividad sin innovación.
La imaginación se encuentra en la base de todo el proceso, ya que nos permite representar imágenes de cosas reales o ideales, implica la facilidad para generar nuevas ideas o proyectos, de manera especial cuando concebimos en la mente cosas que no percibimos por los sentidos.
En su libro de “Innovación a la mexicana” Ramón Muñoz explica que las personas prefieren recordar antes que imaginar, y dado que nuestro cerebro construye paradigmas a partir de nuestros recuerdos y así funciona inconscientemente la mayor parte del tiempo, es difícil que usemos la imaginación como parte de un proceso creativo que en su momento nos puede llevar a la innovación.
Mucha gente relaciona la innovación preferentemente con la tecnología o la ingeniería, sin embargo ésta se da en procesos administrativos, en políticas públicas, en el arte, y en cualquier área del conocimiento, aunque la mayoría de las veces los despliegues tecnológicos tangibles representan con más claridad la innovación, a manera de ejemplo, recordemos el reciente lanzamiento del SpaceX, con el Tesla tripulado por un robot rumbo a Marte que maravilló a todo el mundo y que representa un cúmulo de avances tecnológicos innovadores en un solo evento.
En su momento, la creación del Instituto Municipal de Investigación y Planeación (IMIP) representó una innovación en las instituciones de planeación en México y así fue reconocido por diversas instancias nacionales e internacionales, además de los incontrastables impactos positivos que ha tenido para la ciudad. Respondió a la necesidad de planeación urbana de esta frontera que creció a través de invasiones toleradas e incluso provocadas, y como todas las instituciones, puede anquilosarse, o puede replantearse retos urbanos que le den vigencia a través de la innovación.
En la actualidad la falta de drenaje pluvial y sus graves consecuencias en la economía, infraestructura y seguridad, plantea uno de los principales retos urbanos de Ciudad Juárez, y lamentablemente, a pesar de que mucha gente está de acuerdo en la necesidad de atender y resolver el problema, muchos líderes y autoridades locales parecen dejarse dominar por los paradigmas construidos por los recuerdos, y no se atreven a imaginar soluciones, a crear alternativas y finalmente a concretar soluciones innovadoras.
En menos de un mes hemos padecido socavones espectaculares por hundimiento de colectores en las vías principales de la ciudad, los enormes boquetes del Boulevard Independencia afectaron no solo el funcionamiento de la zona sur oriente de la ciudad, sino además a los habitantes de una colonia por el derrame de aguas negras que corrió entre las calles; hace un par de semanas se inició la reparación por enésima ocasión del colector Zempoala que corre bajo la Avenida Hermanos Escobar entre Plutarco Elías Calles y Ave. Del Charro para prevenir más hundimientos.
Hoy se tienen identificados por lo menos dos puntos de alto riesgo en el Boulevard Juan Pablo II que se han acordonado y restringido al tráfico para evitar una desgracia, al mismo tiempo que se preparan las alternativas para su reparación, cualquier disminución de la circulación en esa zona va a impactar el tráfico en toda la ciudad.
Tres vialidades clave en el funcionamiento cotidiano de Juárez, y todas asociadas al deterioro de los colectores por falta de drenaje pluvial.
Necesitamos imaginar, crear e innovar con soluciones nuevas, por ejemplo, no existe un organismo encargado de operar y mantener la precaria infraestructura de contención pluvial que existe y que cada día se deteriora, un organismo que además busque las alternativas de proyectos de inversión, construcción, y gestión que beneficien al entorno ambiental y social de la ciudad.
Nuestros problemas son al mismo tiempo la oportunidad que tenemos para innovar, sólo que hasta ahora parece que los juarenses hemos preferido recordar y lamentar nuestras desgracias, en lugar de imaginar y crear nuestro futuro.