Opinion

De Alaska a Patagonia. ¿Cómo se recorre un continente?

Cecilia Ester Castañeda/
Escritora

2018-02-14

Conseguir un objetivo requiere claridad, estrategia, determinación, recursos, confianza. En el día a día la necesidad impulsa a cumplir las metas inmediatas mientras que el propio grupo facilita las labores a largo plazo similares a las de otros miembros de la sociedad. Los deseos de pertenencia y de reconocimiento marcan la pauta a la hora de embarcarnos en actos aprobados por los demás o de evitar comportamientos que sean mal vistos. Estudiamos, trabajamos, formamos una familia.
Pero cuando se trata de objetivos más ambiciosos o fuera de lo común la clave no es tan sencilla. Hace poco leí un libro sobre un mexicano que viajó en bicicleta desde Alaska hasta Tierra del Fuego en el 2015. Hizo 117 días, casi cuatro meses pedaleando 10 horas diarias contra reloj a lo largo de 28 mil kilómetros. 
Curiosamente, cuenta Carlos Santamaría en “La ruta que cambió mi vida”, en Canadá y en Estados Unidos la gente lo felicitaba o lo animaba las ocasiones cuando comentó su travesía. En cambio, dice, en México la respuesta regular llegaba en forma de interrogante: “¿es una manda?”.
Creo que ya entendí parte de la razón de la diferencia en el número de medallas olímpicas con nuestros vecinos del Norte. No, no se trata de una competencia, pero estas anécdotas reflejan una mentalidad mexicana con la cual aparentemente no se conciben los desafíos mayores. Y si a nivel individual no somos capaces de romper esquemas, de ponernos retos, de creer poder vivir nuestro potencial al máximo, de abrir caminos, de tener iniciativa, de imaginar posibilidades, de soñar, ¿podremos visualizar siquiera una sociedad mejor? Es la diferencia entre ver un esfuerzo arduo como penitencia o triunfo, de considerar problema o desafío una labor difícil.
Obviamente las metas grandes requieren mayor esfuerzo. Pero se logran poco a poco. Alcanzarlas, asimismo, parece más viable si se tiene experiencia previa en proyectos exitosos. Y contar con un sistema adecuado de apoyo puede marcar la gran diferencia. También tienen particularidades especiales.
El viaje de Santamaría es un ejemplo de lo que se puede lograr a pesar de la carencia de respaldo oficial o de patrocinadores. No faltaron los imprevistos, los contratiempos. Llegó el momento cuando cumplir su objetivo se trató de una lucha interna contra el cansancio físico y mental.
Al final, narra el ciclista, cruzó la meta sin fanfarrias ni cámaras esperándolo: sólo su hermana y su cuñado aplaudían sonrientes. Los tres se abrazaron mientras él temblaba de frío, cuenta.
Esto también constituye una lección sobre los objetivos ambiciosos. A veces se cumplen sin ruido alguno, no siendo por ello menos importantes. En el caso de Santamaría, él rompió un récord Guinness, pero existen triunfos que no reciben reconocimiento o tienen un impacto más sutil. Como seres humanos y ciudadanos, nos conviene recordarlo: los grandes logros que nos hacen crecer pueden pasar desapercibidos en su momento pero su potencial transformador se reflejará tarde o temprano.   
Mejorar la sociedad requiere objetivos grandes y pequeños. ¿Qué tal si ponemos mayor atención a quienes los cumplen? Sigamos su ejemplo. Quizá sentirnos más capaces sea cuestión de fijar a consciencia metas con las cuales vayamos aumentando nuestras técnicas para lograr lo que nos proponemos. Entonces no dejaríamos tantas cosas a medias y cada logro reforzaría nuestra confianza en vez de la frustrante sensación de impotencia. Comprenderíamos la necesidad de respaldar para llegar más lejos, mucho más lejos.
Y se notaría a nivel colectivo.
En la última semana, hablando de ejemplos, El Diario publicó dos notas que sirven de inspiración. Por una parte, los juarenses Manuel Alejandro Reséndez Landa y Jéssica Bonilla Escápite ganaron medallas de oro en la Copa Federación de Ciclismo de Pista y Ruta. Además, Felipe Montilla e Irineo Silva partieron en motocicleta en un viaje de 60 días rumbo a la Patagonia como tributo a José Manuel Ortiz, su amigo y compañero de Centauros de Juárez que en el 2016 murió atropellado por un conductor ebrio durante un recorrido local del grupo. Iniciaron así un proyecto que habían planeado los tres juntos.
Al parecer la bicicleta y las travesías continentales son lo de hoy.

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