Opinion

Tener un Buen Gobierno

Carlos Angulo Parra/
Analista

2018-02-09

Parece ser que nosotros los juarenses tenemos un gran complejo, nos sentimos avergonzados de nuestra ciudad, decimos que es fea, sucia, con un entorno de desorganización que hace aparecer caótica, en fin, como un feo rancho grande. Sin embargo, los juarenses, a pesar de esto, amamos a nuestra ciudad y vivimos en ella con entusiasmo. ¿Por qué? Pues, mi interpretación es que Juárez tiene muchos atributos que muchas veces no vemos los juarenses. El más grande de todos es: su gente.
¿Quién es la gente de Ciudad Juárez?, somos, simple y sencillamente todos los que aquí vivimos, independientemente que hayamos o no hayamos nacido en Juárez. ¿Qué nos caracteriza, cuál es el esencial atributo de la comunidad que nos distingue de las demás? Bueno, somos frontera, pero hay otras fronteras en México. En efecto, pero nuestra frontera está en el desierto, tiene raíces chihuahuenses, y luchamos muy fuertemente para lograr lo que hemos obtenido. Todos lo hemos hecho, de una u otra forma, brincando múltiples obstáculos. Por ejemplo, yo me fui a estudiar a la Ciudad de México en los años ochenta y nunca visualicé quedarme a vivir ahí, a pesar de que tuve muy buenos trabajos y oportunidades.
Yo siempre quise regresar a Juárez, porque vi que era una tierra de oportunidades; pero sobre todo, oportunidades para que un joven abogado pudiera hacer una buena familia y contribuir al desarrollo de este desierto. Todo mundo con los que yo trabajaba y me interrelacionaba me hicieron la vida imposible, que, por qué regresaba a esa ciudad del vicio, que Juárez tenía muy mala fama, que las fronteras eran lugares peligrosos y no aptos para desarrollar una familia decente, y muchos otros defectos.
También me dijeron que no iba poder desarrollar la profesión de abogado en las ligas que yo deseaba participar, que yo era una persona ambiciosa y únicamente me iba a encontrar un mercado legal para representar a viudas y hacer lanzamientos en arrendamientos de gente que no pagara la renta.
Pues bien, yo continué con mi necedad, renuncié a mi trabajo en México y me puse a laborar en un banco con el fin de que me mandaran a Juárez a abrir la Gerencia Regional de Fideicomiso, que por cierto, la misma se encontraba en Torreón, y yo con mi necedad los convencí que debía de estar en Juárez. Logré convencerlos.
Luego trabajé con unos abogados que eran los que más maquiladoras representaban en la ciudad. A los cuatro años abrí mi propio despacho que creció exponencialmente, ya que nos dedicábamos a promover en los Estados Unidos, inicialmente, luego en el resto del mundo a que las empresas se establecieran en nuestra ciudad o en otros lugares de México.
Después de doce años de arduo trabajo y de miles de millones de dólares en inversiones que trajimos a México, la mayoría a nuestra ciudad, se me invitó a asociarme con el despacho de abogados más grande del mundo, hasta mi jubilación.
Lo que quiero probar con esto, es que en Juárez hay muchísimas historias paralelas de éxito, en todas las áreas de la economía y en todos los niveles de participación. Por eso, hospeda personas trabajadoras y responsables de todo el país, que vienen a buscar oportunidades de superación personal y crecimiento de su familia.
La gente de Juárez lleva la responsabilidad principal de producir y apoyar con toda clase de bienes y servicios, manufacturas por más de 50,000 millones de pesos anuales en valor total de producto.
Entonces me pregunto: ¿por qué no podemos tener un buen gobierno?, si los juarenses somos tan productivos y talentosos, que realizamos procesos productivos, de organización, de creatividad e innovación, de logística, control de calidad, de transporte, de control contable y legal, para estar en las ligas mayores en la manufactura mundial.
Claro está que no es por falta de talento y oportunidades. Lo que hace falta en Juárez es la determinación de tomar el gobierno por parte de tanta persona que hay capacitada para realizar procesos gubernamentales eficientes a bajos costos y de alto rendimiento para establecer el orden.
Para ello, se necesitan grandes dosis de participación ciudadana y transparencia; pero, sobre todo, lo que se necesita es voluntad política para que esto suceda. Pero esta voluntad no se va a dar si los ciudadanos no tomamos la determinación de decir un “ya basta”. De nunca más dejar a nuestros gobiernos solos actuando en la opacidad de los conciliábulos de los intereses creados y las componendas.
Con los juarenses, se puede poner orden en nuestra ciudad, haciendo diagnósticos a profundidad de cómo reestructurar a nuestro gobierno, para convertirlo en una maquina de alta capacidad y eficiencia que nos genere bien común.

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