Opinion

¿Supertazón o Super Bowl?

Cecilia Ester Castañeda/
Escritora

2018-02-07

¿Por qué ya casi nadie dice Supertazón?, preguntaba un amigo en Facebook después de ver a las Águilas derrotar a los Patriotas. Perspicaz observación que hoy en día se aplica, creo, a numerosos ámbitos lingüísticos fuera de los deportes. O si no, ¿por qué el Ratón Miguelito ahora es Mickey Mouse, la Casa de Música cambió su nombre a Sounds, los homosexuales se han convertido en gays, los directores generales en CEOs, las campanitas en kisses y en vez de ir de compras se va de shopping?
En una era de globalización en la cual predomina la cultura estadounidense resulta lógico que también se exporten palabras en inglés. De hecho, los idiomas siempre se han nutrido del contacto entre los pueblos —“restaurante” viene del francés, “ojalá” es árabe y “chocolate” tiene origen náhuatl.
Tradicionalmente se trata de un fenómeno muy marcado en las regiones fronterizas. Sin embargo, la comunicación en tiempo real así como el acelerado ritmo de transculturización actuales lo han intensificado y extendido prácticamente por el mundo entero.
Los novedosos productos de la tecnología han dado pie a toda una generación de vocablos extranjeros, obviamente —como software, smartphone, e-mail—. Al menos en Ciudad Juárez, la influencia se siente asimismo en los nombres de personas, de empresas y hasta de eventos. Esto último, creo, en parte se debe la presencia más palpable de compañías trasnacionales a raíz del TLC, a los modelos de éxito difundidos públicamente y a una cierta desilusión con el rumbo de nuestro país. La modernidad se piensa en inglés.
Pero el gran número de anglicismos recientes también tienen que ver con los medios masivos. Siempre ha habido, por ejemplo, publicaciones con gran número de términos en inglés como cuestión de estilo editorial. A eso desde hace varias décadas se suma la difusión internacional de producciones hollywoodenses y a la falta de innovación y alcance en las realizadas en países hispanoparlantes. Vemos, pareciera, más copias de programas extranjeros que nacionales
En general, en los medios de cualquier origen además resultan muy comunes los errores de traducción del inglés al español. La mayoría, curiosamente, se debe a desconocer los términos en español del tema abordado o a quedarse pensando en inglés. Porque no basta ser bilingüe para traducir. Cuando se olvida lo anterior las consecuencias a veces son casi “insoltin an onaceptabol”, por parafrasear a Ricardo Anaya, pues se termina, desperdiciando —transgrediendo incluso—, un idioma con tantos recursos como el nuestro por ignorancia o simplemente pereza. Entonces se corre el riesgo de ir perdiendo algo primordial para nuestra identidad.
Claro que todas las lenguas se han modificado a lo largo de la historia y siguen evolucionando. ¿Pero acaso en México o en España no existen fresas? ¿Por qué estamos usando “berries” para referirnos a las “bayas”? Peor aún, ahora solemos recurrir a eufemismos en inglés como “bubis” con el propósito de no mencionar las partes del cuerpo femenino.
En ocasiones la adopción de anglicismos sólo es por cuestiones prácticas. Debido a que en español se emplean más conjunciones o palabras largas, a veces se facilita usar el término en inglés. Simplemente es más rápido escribir “fracking” que “fracturación hidráulica”, decir “picky” en vez de “quisquilloso”.
Hace varios años, en los periódicos locales se usaba “robo vehicular a mano armada”, no “carjacking”, mientras que el “bullying” era “acoso” u “hostigamiento”. Pero terminó ganando el menor número de caracteres pensado en los encabezados y la uniformidad con los medios paseños.
En cuanto a la final del futbol americano, Joel, cuando yo era traductora de deportes al principio la consigna era usar Super Tazón para El Diario de Juárez y Superbowl para El Diario de El Paso. Pero a veces la misma nota se publicaba en ambas ediciones, siendo frecuente que los editores de una ciudad tomaran la versión escrita pensando en la otra. Al final se decidió que los traductores utilizáramos siempre Super Bowl para evitar confusiones. Así, con la práctica y el ejemplo, contribuimos a establecer la nueva regla.
Es la forma en la cual evolucionan los idiomas: por una diversidad de razones que se conjugan y pueden ser tan absurdas como las “fake news”. 

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