Opinion

La reelección

Sixto Duarte/
Analista

2018-01-29

A partir de la Revolución de 1910, México ha adquirido una aversión casi patológica respecto de la reelección. No es para menos, pues Porfirio Díaz estuvo más de 30 años en el poder, y Santa Anna fue 11 veces presidente. Benito Juárez, el más grande mexicano de la historia, fue 14 años presidente de nuestro país, aunque la historia lo juzga de manera distinta.
La reelección fue uno de los temas que fue incluido en la reforma política de 2014 en nuestro país. El razonamiento detrás de ella, es que, tres años es muy poco tiempo para que un funcionario o representante pueda desarrollar proyectos a favor de la ciudadanía.
Hay algo de razón en ello, pues como se dice en el argot, el primer año el representante aprende, el segundo trabaja, y el tercero anda buscando una nueva aventura política. Esto genera que el gobierno y el Congreso se estén reinventando cada tres años.
El constituyente permanente estimó que el elector debía tener la libertad de decidir si extender o no el período al funcionario, y premiarlo con la reelección o castigarlo, en caso de incumplimiento. La reelección vino pues, a ser una forma de acercar más al representante con sus representados.
La idea original de incorporar la reelección en nuestro sistema era a su vez, dar continuidad a los proyectos legislativos y de gobierno. La interrupción de proyectos no beneficia a nadie, y perjudica principalmente a la sociedad. Ese es el espíritu detrás de la norma. Sin embargo, al tropicalizar esta figura de reelección, decidimos que en nuestro país, aquellos que aspiraran a reelegirse deberían separarse de su cargo, para poder después volver a él. Es decir, incurrimos en un contrasentido enorme, en un gatopardismo absurdo.
Para que el alcalde Armando Cabada pueda reelegirse, debió solicitar licencia para recabar las firmas que le permitan ser candidato. Después, seguramente lo hará para hacer campaña. Lo mismo pasa con la alcaldesa de la capital, María Eugenia Campos. ¿Entonces qué sentido tiene la reelección? De cualquier forma están abandonando sus cargos, que es precisamente la idea que la reelección trataba de evitar.
La reelección, como idea, trataba de ser una razón más para acercar al elector con el representante. En realidad, la reelección se convirtió en un medio más de control del partido sobre los candidatos. Muestra de ello es lo que pasa al interior del PRI y del PAN. En el caso del PAN, los diputados que le son incómodos al gobernador Corral, no serán siquiera postulados por el PAN. Muestra de ello es que ni Nadia Siqueiros, ni Miguel Latorre serán candidatos en este proceso electoral. En el caso del PRI, de las diputadas que actualmente integran esa bancada, únicamente Rocío Sáenz será postulada para el mismo cargo. Adriana Fuentes aspira a una diputación federal, mientras que Isela Torres, Imelda Beltrán y Karina Velázquez fueron excluidas del proyecto político del PRI-Chihuahua para este año.
Si el lector revisa la historia electoral federal desde 2006, y verifica quiénes han sido candidatos de los principales partidos desde esa fecha hasta hoy en la entidad, se dará cuenta que los mismos nombres se repiten en tres o hasta en cuatro elecciones. Muchos de esos nombres tienen el mérito para aparecer nuevamente en la boleta. Otros, no tanto. Es cuestión de ópticas y de evaluación por parte del elector. Fácticamente, la reelección ya existía desde entonces.

Crisis interna en el PRI
Por falta de espacio, no analizamos esta semana los perfiles de los (pre)candidatos del PRI. Lo haremos en próximos artículos. Por lo pronto destacamos una situación que se dio el fin de semana en el registro de precandidatos del PRI a los diferentes distritos federales de la entidad. Llama la atención que, en todos los distritos hubo registros únicos, salvo en el Tres de Juárez. El ‘fervor democrático’ contagió a un grupo político de la localidad, pues envió varios de sus miembros a inscribirse en ese distrito, algunas aspirantes con mérito, algunos aspirantes sin él. Al final, Lilia Merodio venció esa corriente y se alzó con la nominación. Se sofocó el plan de la dirigencia estatal.
En un ambiente caótico como el actual, debe reconocerse al dirigente municipal del PRI, Óscar Nieto, su determinación de cumplir con su compromiso de no aspirar a ningún puesto de elección popular en esta elección. Lo ha manifestado en días recientes. Esperamos esta determinación se extienda a todos los miembros de esa dirigencia.

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