Opinion

Chihuahua al despertar el siglo XX

Víctor Orozco/
Escritor

2018-01-13

¿Cómo eran el país y Chihuahua en las postrimerías del siglo XIX y en los umbrales del XX?. Parecerían preguntas de interés solamente para quienes alimentan la curiosidad por el pasado o para quienes tienen el oficio de historiar. Sin embargo, nadie deja de recibir algún beneficio cuando se asoma a la vida de las generaciones precedentes, siquiera para encontrar algo de explicación a los hechos que corren.
Recojo aquí unas cuantas imágenes de cómo ocurría la vida colectiva hace poco más de un siglo. Vienen de materiales allegados para componer distintos capítulos de la historia de Chihuahua, con la colaboración de la maestra Mónica Villegas. Las fuentes aquí usadas son los periódicos El Norte y Chihuahua Enterprise, ambos publicados en la capital del estado.
Regía el país el general Díaz, nacido en 1830. Para entonces, ya al menos una generación de mexicanos había pasado toda su existencia bajo su gobierno. “Era Dios omnipotente y don Porfirio presidente”, se decía. Y, en Chihuahua, sin ocupar siempre la gubernatura, pero conservando en todo caso los resortes del poder, el personaje similar era el general Luis Terrazas, casi de la misma edad, pues había nacido en 1829. Para las fechas de estas estampas, era gobernador, empresario, banquero, latifundista, minero, comerciante. Distintas notas resaltan la ocupación de buena parte del espacio de los negocios y la política por Terrazas junto con sus familiares. Del año 1904, se consignan las siguientes: “... inicio operaciones en esta plaza la Institución de Crédito  “Caja de Ahorros de la República Mexicana” S.A. Su fundación fue iniciativa de Luis Terrazas y Enrique C. Creel...” “William Slover, representante de la Compañía Fundidora y Refinadora de los Estados Unidos, presento un proyecto de establecer en la ciudad una compañía  fundidora de metales... el proyecto fue presentado a los hombres de negocios de esta capital con el fin de que los 1´500 000 acciones sean compradas, de las cuales ya se tomaron 100,000., entre los personajes se nombra a Enrique C. Creel y al General Terrazas” “Se espera que los Sres. E.C. Creel, Juan Terrazas y Federico Sisniega, tres de los ciudadanos más ricos y progresistas de Chihuahua, lleguen a Ciudad Juárez mañana por la mañana...con el propósito de establecer un banco, que sea una sucursal del Banco Nacional...”
No pasaba inadvertido para la opinión pública los crecientes caudales del gobernador, porque ante un reportaje del peródico El Tiempo de la ciudad de México titulado “Los gobernadores millonarios”, se aclaraba que “...toda la riqueza perteneciente al gobernador Luis Terrazas, es independiente de las funciones públicas que ejerce, que esta fue adquirida como herencia de su padre y se ha incrementado gracias al aumento considerable de la propiedad raíz en los últimos 30 años y por otra parte a los dotes personales del propietario”.
Terrazas no era el único rico que se servía del gobierno. Jacobo Touché, un comerciante libanés que había hecho fortuna con las ventas en abonos y altos intereses, obtuvo un decreto del Congreso exceptuándolo “... por el término de cinco años, del pago de contribuciones del estado y municipales, por doce mil pesos que justificó haber invertido en la construcción de una finca”.
Aunque la modernización de Chihuahua era relativamente nueva, como había sucedido en muchas de las ciudades mexicanas, notoriamente las capitales norteñas, los inicios del siglo revelaban el crecimiento económico. Una nota informaba de diversas empresas asentadas en la capital del Estado: “Las instituciones que a la fecha existen en la ciudad de Chihuahua...son: cuatro bancos: Minero, Nacional, Refaccionario y de Sonora, la caja de Ahorros de la república , la Chihuahua Investment Company... Diez y nueve fábricas: la Compañía Industrial Mexicana que  manufactura toda clase de maquinaria... la Cervecería cuyas marcas diversas se expenden en toda la República; la Estrella, fábrica... para elaborar galleta de primera calidad y la  Industria Fronteriza de Pastas y Fideos; una fabrica de loza...; El Resplandor fábrica de puros; El Tigre Negro, de cigarros, dos fabricas de cerillos, La Oriental y la Chihuahuense, una fábrica de catres de latón y hierro El Triunfo, tres de ropa hecha, La Paz, La Industria Nacional y El Progreso; una de velas, La Victoria; una de escobas, una tenería, dos fabricas de sodas y de aguas gaseosas El León y la de San Francisco y una planta de luz eléctrica e incandescente. Cuatro grandes hoteles: Palacio, Robinson, París y Zuloaga y como veinte casa de huéspedes y mesones. Ocho Boticas... Tres Hospitales: Porfirio Díaz, el Militar y el Americano. Ocho imprentas... Cuatro periódicos, de los cuales uno diario, uno bisemanario y el resto semanarios... El periódico Oficial, El Norte, La Idea Libre...El Correo de Chihuahua, Chihuahua Enterprise, El Arte, El Universo y el Chihuahuense. Tres estaciones ferrocarrileras: la del Central Mexicano, la de Chihuahua al Pacífico y la del Minero de Santa Eulalia, de las cuales salen diariamente 6 trenes de pasajeros...”.
Pocos datos se difundían sobre temas políticos y menos aún sobre oposiciones o protestas. Sin embargo, sí supieron los lectores del proceso incoado a los redactores de El Hijo del Ahuizote en la ciudad de México y de La Gacela de la ciudad de Guadalajara. 
De otras ciudades, se informaba en marzo de 1904, que en Ciudad Juárez hacía siete meses que no llovía con la prevista crisis de la agricultura. Al mismos tiempo, que el ayuntamiento de la ciudad trataba de evitar la llegada de las aguas negras procedentes de El Paso, contaminantes de calles y casas. También de la inauguración del nuevo y moderno servicio ofrecido por el sistema de tranvías que comunicaba a las dos poblaciones. Se daba cuenta también de la llegada a la ciudad de Chihuahua de la comisión encargada de recabar fondos para la construcción del Monumento a Benito Juárez. En 1897 se anunciaba la aparición de El Observador, un nuevo periódico de la ciudad fronteriza. Acerca de la que sería medio siglo después la tercera urbe en población, Ciudad Cuauhtémoc, se informaba en 1904 que “Se estableció una casa de Comisiones y Agencia de Transporte...en la estancia de San Antonio de Arenales, del ferrocarril Chihuahua al Pacífico”.
Y, ¿que espectáculos públicos se ofrecían a los chihuahuenses?. En el teatro Betancourt se presentó la ópera italiana, se anunciaban allí mismo “Nuevas presentaciones en cinematógrafo”, la comunidad china fundó un club de arte, se abrió una academia de gimnasia y un club de atletismo. Desde luego, las consabidas corridas de toros, carnavales, espectáculos de maroma y teatro... Se consignaban cápsulas culturales despreciadas por los prácticos hombres de negocios e ignoradas por la mayoría, como: “Las veinte y cuatro figuras de nuestro alfabeto pueden hacer 620 448 401 billones, 733 439 millones, 360 000 combinaciones” “Existen 226 universidades en el mundo, de las cuales 129 están en Europa, 1 en Africa, 5 en Oceanía, 8 en Asia y 83 en América. La mas antigua se encuentra en Bolonia, Italia...”.  
Fueron estos tiempos de una auténtica vorágine económica. Nada parecía turbar la paz de las fábricas y haciendas, tampoco el grueso flujo de ganancias. Sin embargo, esta modernidad excluyente, estaba sembrando muchos agravios: entre los obreros mexicanos resentidos por los privilegios a los extranjeros, entre los vecinos de los pueblos que perdían sus ejidos, entre las clases medias que sufrían una especie de camisa de fuerza por el asfixiante sistema de privilegios. En 1910, un movimiento electoral encabezado por Francisco I Madero, proporcionó el vehículo político que los rancheros chihuahuenses hicieron suyo. Ellos derrocaron en seis meses a la dictadura. No cambiaron demasiadas cosas, pero sí abrieron caminos, por los cuales seguimos transitando.

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