Cecilia Ester Castañeda/
Escritora
Con el fin de la temporada festiva vuelve la realidad cotidiana. Después de los buenos deseos y la carga anual de batería es hora de administrar la inspiración a lo largo de un nuevo año. Es un año, como muchos sabemos, de cambios, de retos, de incertidumbre y de definición.
Las temperaturas atípicas registradas en las últimas semanas nos han servido como nunca de alerta respecto a la ligereza con la cual hemos abordado nuestra relación con el clima, aquí y en otras latitudes.
El 2018 se presenta con México como el cuarto riesgo financiero a nivel mundial, de acuerdo con análisis del grupo Euroasia reportado por El Diario, sólo después del creciente liderazgo chino, los conflictos internacionales, la guerra fría cibernética y antes de las relaciones entre Estados Unidos e Irán y de la erosión de las instituciones. Las dudas en torno a nuestro futuro económico generadas por la estancada renegociación del TLC y las elecciones presidenciales, sobre todo de resultar ganador López Obrador, nos vuelven así de importantes en esta globalizada era.
De sobra está decir que dichos riesgos se disparan a nivel local debido a la ubicación de Ciudad Juárez, también a las características de nuestra economía. Sin embargo, lo anterior, informó este medio, se da mientras se rompen asimismo récords de obesidad en el estado y las ciudades de Chihuahua y Juárez ocupan respectivamente los lugares 49 y 77 con mayor número de muertes viales en Latinoamérica. Sí, ya sabemos que la actividad delictiva de nuestra entidad ha sido un foco rojo —uno de los primeros cinco, dice El Diario— en el país. Basta haber puesto algo de atención a las noticias locales de los últimos tres días para conocer la gravedad de los homicidios en la frontera.
¡Con razón Armando Cabada prefiere volver a irse de campaña que concretar resultados en la administración municipal aunque siempre no sea necesario abandonar la presidencia para tratar de reelegirse!
El alcalde no es el único funcionario en renunciar para buscar otro cargo. Al parecer, muchos políticos siguen sin darse cuenta del cambio en los tiempos. Prefieren dejar objetivos inconclusos en una situación de urgencia para fijar su atención en un futuro donde, según ellos, podrán servir mejor a la ciudadanía… aunque no conozcan los conceptos aquí y ahora, continuidad, resultados, compromiso, responsabilidad.
¿Y los juarenses? ¿Hemos estado a la altura de las circunstancias? Independientemente de que cada uno haga examen de conciencia, el 2018 nos alcanzará de una u otra manera a todos y sus desafíos sólo se resolverán si llevamos a cabo nuestra parte como sociedad civil. A veces olvidamos que la democracia se basa en la participación activa de los distintos elementos de la sociedad, en los contrapesos políticos, la fiscalización, la denuncia, la rendición de cuentas. Si uno de esos elementos no cumple su función el poder se concentra en un número menor de actores y resulta más difícil que éstos respondan a los intereses colectivos. Cuando, por cualquier razón, ni siquiera hay retroalimentación general ¿cómo puede controlarse el equilibrio de intereses?
Ser ciudadano no significa nada más votar y esperar que las autoridades satisfagan nuestras necesidades o expectativas. Hace falta cumplir, asegurarse de ser tomados en cuenta, colaborar, exigir, respetar y contribuir con la perspectiva de la posición de cada uno. En ocasiones, también, implica complementar la labor de las autoridades.
El debate sobre la función gubernamental es muy antiguo. Pero ni la administración más eficaz, honrada y bienintencionada, ni el mandatario con mayor visión, resulta suficiente cuando existe una ciudadanía apática o que cree que las reglas sólo son para los demás y las acciones individuales no tienen repercusiones colectivas. La misma estructura y el proceso por el cual se toman las decisiones en el Gobierno lo vuelven poco adaptable a situaciones noveles. Si eso ocurre en el mejor de los casos, ¡imagine la capacidad de autoridades corruptas o ineptas!
Durante un momento tan complejo como el 2018, por lo tanto, corresponde a los juarenses ser los ciudadanos que más convengan a nuestra comunidad. No podemos esperar la llegada de líderes milagrosos. No existen —mejor haríamos en preocuparnos por aspirantes a conducir los asuntos públicos que hacen campaña descalificando a los demás o culpando a terceros de nuestros males, de quienes no admiten cuestionamientos pero juegan a ofrecernos mundos perfectos instantáneos, siempre instantáneos.
Aprendamos, eso sí, a ser los ciudadanos merecidos por el país que anhelamos. Quizá nos demos cuenta de poder alcanzar paulatinamente el grado de responsabilidad y compromiso generalizado de donde surgen mejores gobiernos. Porque es precisamente ese nivel de ciudadanía la que brinda la pauta para las acciones de los representantes de la sociedad, tanto buenas como malas, al respetarse o transigirse las reglas y exigir o no resultados. Es cierto, la conducta de los gobernantes influye en los ciudadanos. Pero también pasa al revés: los ciudadanos presionan o dejar hacer a las autoridades.
Entonces este nuevo año seamos verdaderos ciudadanos. Involucrémonos. Pongamos atención. Informémonos. Votemos. Propongamos. Actuemos. Respaldemos. Organicémonos. Preveamos. Mantengamos los lazos comunitarios. Aprendamos la diferencia entre criticar y descalificar. Compartamos aptitudes, aprendizajes, recursos. Trabajemos en equipo. Concentrémonos en éxitos y en resultados. Perseveremos. Seamos proactivos, optimistas, emprendedores, creativos, imaginativos.
Seamos, ante todo, responsables. La cultura de la legalidad no se mantiene por arte de magia, sino nutriéndose a diario en todos los espacios. Sigamos las reglas. Resistamos la tentación de sacar provecho porque sentimos merece mucho más de lo que hemos recibido. Es el argumento justificador de los abusos: desde echar la basura al lado de los vecinos hasta evadir impuestos y aceptar sobornos.
El calentamiento global tampoco se ha disparado en los dos últimos siglos por casualidad. ¿Vale la pena, me pregunto yo, disfrutar 24 horas diarias de las comodidades modernas si nuestros nietos pagarán las consecuencias?
Hagamos nuestra parte. Vivimos en una era de empoderamiento individual como nunca antes. Asumámoslo. Todos podemos contribuir a exacerbar los peligros o a mitigarlos.
Y ante la incertidumbre en varios ámbitos prevista para el 2018, quiero citar las palabras de José Galicot Behar, el fundador del programa Tijuana Innovadora, en una entrevista televisiva que dio a Milenio. “Ésta es nuestra respuesta a Trump; ésta es nuestra respuesta a los malos, a la parte negra de la sociedad, incluso a los malandrines: cuidar nuestra ciudad, ser mejores ciudadanos, cuidar la naturaleza, hacer cosas que nadie hace”.
Una actitud así es nuestra mejor defensa ante los desafíos de cualquier tipo.
Porque, ya lo dijo Gandhi, el peor error es rendirse.
ceccastaneda@hotmail.com