Opinion

Deseos para 2018

Adela S. González/
Analista

2017-12-31

Lo más común al inicio de año es formular los mejores deseos. Pasados los festejos decembrinos llegan facturas acompañadas de arrepentimiento sin que eso borre los buenos días transcurridos.  Entre otros propósitos de carácter general está bajar de peso y para ello existen las “dietas de hambre” y los gimnasios. Nada nuevo para el año nuevo. Pero hay otros deseos y propósitos que como sociedad deben hacerse en la esperanza de alcanzar resultados positivos que barran la podredumbre.
El año recién terminado puede catalogarse desastroso pues se recibieron golpes graves que en la inmensa mayoría dejaron desilusión y pocas esperanzas de resarcir daños infligidos por gobernantes astutos y mañosos que acometieron contra todo y todos diseminando desconfianza y poco ánimo para empezar el ciclo con diferente diseño y acciones libres de políticos sucios y fuerzas que sin sutileza se han apoderado del diario vivir. Influencia del narcotráfico, las aprobadas incursiones militares en seguridad de competencia civil; la economía que tiembla ante la factibilidad del retiro del TLC y el hecho de ser mundialmente señalados de corruptos y mal educados van en el mismo costal de calamidades que ya están aquí.
¡Qué paradoja!, el panismo echado de la presidencia hace seis años, el presidente Enrique Peña Nieto empezaba entre festines y aplausos priistas, con las esperanzas en él depositadas y confianza de realidad en promesas de campaña… el mundo abierto. ¿Cuándo perdió la brújula que guiaba al camino prometido? ¿Hubo engaño al presentarlo como el mejor y más apto para la presidencia? ¿Qué parte del poder lo deslumbró para que el declive de su mandato se acelerara de manera que termina el sexenio en el descrédito, ahogado en críticas y corrupción? La lección debe ser aprendida y el examen final serán las elecciones del 1 de julio.
El proceso electoral inició el 10 de septiembre con difusión de reglas por el INE; formalmente las precampañas arrancaron el 14 de diciembre enfocadas a llamar la atención en postulaciones para renovar 3,447 cargos de elección. En  casi tres mil estaciones de radio y televisión se transmitirán alrededor de 50 millones de anuncios de partidos y autoridades electorales. Exceso de propaganda para despertar expectativas estancadas en la ociosidad de pensamiento y confusión entre candidatos cuyas propuestas son tan parecidas que no marcan diferencia, excepto las del puntero populista y utópico presentado como corrector de los fracasos acumulados en la historia reciente de los que fue partícipe.
Conviene entonces, formularnos como propósitos de año nuevo frenar los malos gobiernos, acabar desvíos y financiamiento a partidos, prebendas a servidores públicos (la lista empieza con senadores y diputados), impulsar el empleo y administrar programas sociales que fomentan la pobreza sin disminuirla; mejorar el sistema judicial para acabar la impunidad y fortalecer a la sociedad civil para que con madurez e inteligencia vigile la conducción gubernamental.
Agreguemos como principal de todos estos propósitos que pueden alcanzar coincidencia común (no creo ser la única que desea la transformación del país, estado y ciudad), mejorar la educación, que asumo es la vía más efectiva y quizá única para sembrar principios, valores cívicos y sociales, y conocimiento que prepara para la competencia y desarrollo. El magisterio debe revisarse.
No estamos ante un simple cambio de gobierno o personajes en quienes vemos continuidad y quienes decidirán sobre un devenir difícil y complicado. Es tiempo de quitarse lastres y tomar decisiones que demandan determinación y valentía para actuar y pensar recordando al Presidente Kennedy y su propuesta de no preguntar qué puede hacer el país por mí, sino qué puedo (y debo) hacer yo por mi país.

asierra040@gmail.com

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