Enrique Aranda/
Analista
Ciudad de México.– Si bien la elección de José Antonio Meade Kuribreña como precandidato único a la Presidencia y de Mikel Arriola Peñalosa a la jefatura de gobierno de la aún naciente Ciudad de México de cara al 2018, sin militancia partidista ambos, ha sido asumida como un acierto por amplios sectores de la sociedad, a nadie escapa que, para uno y otro, el trecho a cubrir hacia la (eventual) conquista de las posiciones a las que han sido nominados es aún larga y tiene en el partido que representan, el Partido Revolucionario Institucional, su peor obstáculo…
Y esto, que no sorprende ya a nadie, ha comenzado a generar tal inquietud, molestia y (mal disimulado) desconcierto al interior del priismo que “rodea” a uno y otro, que nada raro sería que en las semanas por venir, y más aún concluidos los recién inaugurados tiempos de precampaña, comencemos a ser testigos de la multiplicación de presencias “ciudadanas y apartidistas”, igual en el equipo del extitular de Hacienda que en el del exmandamás en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
Lo que suena lógico y hasta explicable, sin embargo, no parece vaya a resultar tan fácil de aceptar para quienes, como los integrantes del círculo íntimo del presidente
Enrique Peña Nieto, particularmente, los que se identifican con el ahora titular en Relaciones Exteriores Luis Videgaray Caso, se asume como artífice de la estrategia que derivó en ambas (pre)candidaturas y que, en razón de ello, piensan “tienen el derecho…” de estar, dar forma a las estructuras, opinar e incluso, decidir, sobre el rumbo a seguir por las respectivas campañas.
Ello, obvio, independientemente de que todos, incluidos los arriba citados, entiendan que si Meade Kuribreña y
Arriola Peñalosa no inician, desde ya, un proceso orientado a subrayar públicamente su incuestionable perfil ciudadano primero y, luego, a deslindarse con todo aquello que es identificado como “propio del priismo…”, la corrupción e impunidad de manera particularmente destacada, las posibilidades de mantener al tricolor en las posiciones en disputa se verán seriamente afectadas…
Que nadie entonces se llame a sorpresa si, en cuestión de días, tras los festejos navideños en particular, comenzamos a ser testigos de una auténtica metamorfosis al interior de los equipos que, amparados por las siglas del Revolucionario Institucional de Enrique Ochoa Reza, el Verde Ecologista de México de Carlos Puente y Nueva Alianza de Luis Castro Obregón, promueven las aspiraciones de Meade y Arriola.
De darse, huelga destacar, no serán estos que mencionamos cambios sólo aparentes, sino de fondo. Eso al menos es lo que se asegura.
ASTERISCOS
* Inquietud y creciente malestar genera ya al interior de la bancada senatorial de Acción Nacional que ¿lidera? el cuestionado Fernando Herrera, el “desplazamiento” que de varias de sus figuras más activas, la presidenta de la Unión Interparlamentaria Mundial Gabriela Cuevas Barrón entre ellas, viene haciendo la dirigencia partidista, la real, en aras de “entregar lo más posible…” a Partido de la Revolución Democrática y Movimiento Ciudadano, en el marco de su antinatural alianza.
* No deberá concluir el actual diciembre, a decir de sus afines, antes que el controversial mexiquense Luis Enrique Miranda Nava deje la principal oficina en la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) para ir en busca de una posición en la próxima bancada del Revolucionario Institucional en el Senado…¡por vía plurinominal, claro!
* En Guanajuato, lejos aún la definición de quién, en su momento, buscará recuperar para la priismo la gubernatura, nada parece más claro que el creciente posicionamiento de José Luis Romero Hicks, extitular de Finanzas a nivel estatal con Vicente Fox Quesada y, luego, con él también a nivel federal, titular del Banco Nacional de Comercio Exterior (Bancomext).