Opinion

Ciudad de México, anomalía electoral

Pascal Beltrán del Río/
Analista

2017-12-14

Ha de ser obra de nuestro acendrado centralismo, pero se piensa que quien gobierna la capital tiene medio boleto para llegar a Los Pinos.
Y no de ahora. Desde hace más de un siglo, quien se instala en el Palacio del Ayuntamiento —ayer como gobernador o regente y hoy como jefe de Gobierno— es considerado presidenciable.
Hay quien se ha comprado esa ilusión y quien la ha visto y simplemente ha sonreído.
Es probable que, para los mandatarios capitalinos, los escasos 200 metros que separan la entrada de su oficina de la puerta principal de Palacio Nacional parezcan una distancia muy corta, aunque a la hora de la verdad se abra un abismo, políticamente hablando, entre esos dos inmuebles.
Durante la etapa del autoritarismo priista operaba una regla no escrita que evitaba que los regentes soñaran con la Presidencia.
Eso no obstó para que algunos creyeran que tenían posibilidades de llegar a “la grande”, como Aarón Sáenz (1932-1935), Fernando Casas Alemán (1946-1952) y Manuel Camacho Solís (1988-1994).
En la etapa de los jefes de Gobierno, todos los que surgieron de las urnas han intentado llegar a la Presidencia de la República.
Lo hicieron Cuauhtémoc Cárdenas en 2000; Andrés Manuel López Obrador, en 2006; Marcelo Ebrard, en 2012, y Miguel Ángel Mancera, recientemente.
Los dos primeros estuvieron en la boleta; el tercero buscó la candidatura, pero la perdió, en una batería de encuestas, frente a López Obrador, y Mancera acaba de desistir pelearle a Ricardo Anaya la postulación de Por México Al Frente, la coalición electoral conformada por PAN, PRD y Movimiento Ciudadano.
En un siglo, la capital ha tenido 40 responsables de la administración local, con distintos cargos. Ni uno solo ha llegado a la Presidencia.
La última persona en gobernar la Ciudad de México y luego pisar Palacio Nacional fue Álvaro Obregón. Pero el primer paso del sonorense por la capital sólo tuvo que ver con ser el encargado del Ejército Constitucionalista.
Una vez que tomó la Ciudad de México, tras la firma de los Tratados de Teoloyucan en agosto de 1914, y en su calidad de jefe militar de la plaza, Obregón se propuso hacerla pasar mal a los capitalinos, por no haber sabido defender la vida del presidente Francisco I. Madero.
Antes de él, lo había conseguido Porfirio Díaz, quien también fue jefe militar de la capital, en 1867, luego de la victoria de la República sobre el imperio de Maximiliano.
Así que, en siglo y medio, la capital no ha sido un buen trampolín para alcanzar la Presidencia. Y, aun así, sus administradores y gobernantes no han dejado de soñar con que sí lo es.
Tal vez partan del prejuicio de que la Ciudad de México es el reflejo del país o lo único que importa en él. Están tan equivocados que la estadística electoral muestra que se puede ganar la elección presidencial en la capital y perder el cargo. Y viceversa.
A no dudarlo, la Ciudad de México es una anomalía en el mapa electoral del país.
Ahora Mancera se ha sumado a la lista de los gobernantes capitalinos que no han logrado su sueño y acaba de anunciar que se queda en la Jefatura de Gobierno hasta el final del tiempo de su encargo.
Sin embargo, la capital aún tiene oportunidad de que alcance la Presidencia alguien que tiene vínculos con ella.
Como se sabe, López Obrador fue el segundo jefe de Gobierno elegido de la Ciudad de México. Está en su tercer intento de llegar a Los Pinos —o a Palacio Nacional, como él prefiere decir— y encabeza las encuestas, por lo que tiene oportunidad de ser el primer exmandatario local en llegar a la Presidencia desde que lo hiciera Obregón en 1920.
Otra forma de que gane políticamente la capital sería mediante el triunfo en las elecciones presidenciales de un candidato que haya nacido aquí.
Sólo cinco de los 21 presidentes de la actual etapa constitucional han sido capitalinos de nacimiento (Luis Echeverría, José López Portillo, Carlos Salinas, Ernesto Zedillo y Vicente Fox).
Un sexto podría ser José Antonio Meade (nacido aquí en 1969) o, de alcanzar las firmas que necesita para estar en la boleta como candidata independiente, Margarita Zavala (nacida en 1967).
Los otros aspirantes presidenciales en potencia no son originarios de esta ciudad: el propio López Obrador, Ricardo Anaya y Jaime Rodríguez El Bronco.

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