Opinion

Se pasan de listos

Pascal Beltrán del Río/
Analista

2017-12-12

Los nueve partidos políticos con registro ya entregaron al INE los primeros spots con los que arrancarán la etapa de precampaña (14 de diciembre al 11 de febrero) del proceso electoral federal 2017-2018.
La constante de estos anuncios es la tomada de pelo que PRI, Morena y los partidos que integran Por México al Frente quieren hacerle a los votantes y, más aún, a todos los mexicanos que tendrán que soplarse cerca de 8.4 millones de spots de 30 segundos durante 60 días, a partir del jueves, en los que distribuirán sus mensajes de proselitismo, supuestamente dirigidos sólo a los militantes de sus respectivos partidos, pero que será imposible que no escuchen el resto de los habitantes del país que en algún momento tenga contacto con la radio y la televisión.
Pero siéntase usted contento, porque de no haberse formado tres coaliciones para los comicios que culminarán el domingo 1 de julio, en esta etapa de precampaña, los partidos en lo individual habrían tenido derecho, todos juntos, a más de 11 millones de anuncios en los medios electrónicos.
De esos 8.4 millones, 3.4 millones corresponderán a la alianza que seguramente se formará entre PRI, Verde y Panal para postular a José Antonio Meade a la Presidencia de la República, de acuerdo con la fórmula que aplica para las alianzas. Otros 3.2 millones de spots darán cuenta de la propaganda de Por México al Frente (PAN, PRD y MC) que, sin lugar a dudas, llevarán como candidato presidencial a Ricardo Anaya.
Y 1.8 millones adicionales serán de la coalición que lleva como aspirante a Los Pinos a Andrés Manuel López Obrador, siempre que el Partido Encuentro Social se integre en la alianza que ya forman Morena y el Partido del Trabajo.
Usted quizá haya notado que en los párrafos anteriores hablé de Meade, Anaya y López Obrador como aspirantes consumados, no simples precandidatos.
Formalmente aún son precandidatos, pero ése es parte del engaño que quieren recetar los partidos a los ciudadanos.
Tanto Meade como Anaya y López Obrador son precandidatos únicos de sus respectivas coaliciones y esta etapa de precampaña —que fue concebida por la incongruencia de los partidos políticos, a través de sus representantes en el Congreso— supuestamente tendría que ser para que en el seno de los partidos o coaliciones se dirimiera quiénes se convertirían en sus candidatos.
Eso no va a ser necesario, como digo, porque los partidos han jugado a la simulación durante meses, haciendo creer que la forma en que postularían a sus candidatos sería democrática. Si así comienzan las campañas, imagínese lo que podemos esperar de parte de estas fuerzas políticas cuando se conviertan en gobierno.
Sus primeros spots dan cuenta cabal de ello.
El PRI ni siquiera se preocupa por simular. Mediante la difusión de la imagen de Meade, está diciendo que no le importa el fallo de la Suprema Corte de 2009, en el que se prohíbe que los precandidatos únicos utilicen los spots de precampaña (por la lógica de que no hay contienda interna).
Aunque el PAN incluye una leyenda en la que dice que el spot va dirigido a sus militantes, se trata en realidad de un mensaje propagandístico dirigido a toda la ciudadanía, donde se presumen los gobiernos estatales ganados en elecciones recientes. Y Morena apuesta por el engaño, refiriéndose a los supuestos logros de “ya sabe quién”, evitando citar por su nombre a López Obrador, pero usando la misma música de fondo que, durante meses, acompañaron la imagen y la voz del tabasqueño en sus spots como líder del partido. A la simulación se suma el spot del PT, quien aboga por un hombre que “por más de 20 años ha sido congruente, démosle la oportunidad de gobernar”.
Puro engaño, pues. La incapacidad de los partidos de ceñirse a reglas que ellos mismos han establecido, es un pésimo augurio. Lo único que podemos hacer los ciudadanos es ser rigurosos en el examen de cada una de las propuestas y exigirles que, si van a lanzarnos durante los próximos meses promesas muy difíciles de cumplir, cuando menos se ciñan a la letra y espíritu de la ley.

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