Cecilia Ester Castañeda/
Escritora
Ahora que con motivo del aniversario de Ciudad Juárez está por otorgarse la Presea Fray García de San Francisco en honor al fundador de lo que en 1659 empezó siendo Villa Paso del Norte, se me ocurre la importancia de los premios en la cohesión de una comunidad.
Claro, dicho reconocimiento sirve para reflexionar sobre la historia fronteriza, una historia repleta de altibajos y protagonismo a nivel nacional e internacional. Porque, lo sepamos o no, a Ciudad Juárez le ha tocado ser un microcosmos del devenir de los acontecimientos globales de los últimos siglos. ¿O dónde se aprecian en forma tan constante los sucesos que han impactado a México desde su nacimiento y al mismo tiempo se tiene un parámetro permanente sobre la política exterior de Estados Unidos?
El ocho de diciembre podemos celebrar con orgullo nuestra identidad, nuestra resiliencia. Y si bien esta última palabra aún nos suena extraña, para entenderla basta saber que una vez más seguimos de pie a pesar de todo.
Tan sólo por esa razón merecemos reconocernos.
Logísticamente, es más fácil hacerlo a través de los miembros actuales de la comunidad juarense dedicados a actividades positivas: rendir un tributo a los ciudadanos embarcados en poner su granito de arena, los que llevan a cabo su labor con excelencia, a las personas responsables, a quienes deciden seguir las reglas, a los héroes, a los hombres y mujeres capaces de resistir las salidas fáciles, a los que no desisten, aceptan retos, nos abren puertas, marcan el camino o hacen la diferencia. En resumen, merecen un homenaje nuestro todos aquellos gracias a quienes, mediante detalles grandes y pequeños, mantenemos el rumbo.
¿Acaso no están haciendo simplemente sus obligaciones?, dirán algunos. Sí y no. Sí, a todos nos corresponde realizar con eficiencia varias funciones a nivel familiar, laboral y social. No, no siempre lo logramos o perseveramos. Como cualquier empleado puede atestiguar, por ejemplo, en el trabajo la retroalimentación está compuesta por más que el salario. Sentirse reconocido es un factor importante a fin de motivarse para dar lo mejor de sí.
El reconocimiento constituye una necesidad sicológica básica. En el caso de una comunidad, sirve de aliento para llevar a cabo actividades centrales a efecto de mantener el tejido social. Muchas veces, sin embargo, esas acciones son mal remuneradas –si es que lo son— o cuentan con escaso apoyo. Reconocerlas públicamente puede marcar toda la diferencia del mundo para alguien que asume su responsabilidad ciudadana.
Cierto, cuando llama la atención la labor de personas u organizaciones es porque llevan largo tiempo dedicadas a ella. No la hacen por dinero, se supone. Pero en el camino también hay otros intentando abrirse paso, buscando los medios, desarrollando la convicción de trabajar por su comunidad. Los tributos a figuras más conocidas les sirven de aliento en momentos de duda, contribuyendo la difusión de las contribuciones prosociales a guiar sus propios esfuerzos.
Felicidades, Aprocáncer, por la presea que se le entregará mañana por apoyar a enfermos. Felicidades asimismo al equipo Scrump, ganador del primer lugar en el Hackatón “Tira Paro” 2017 de la CANIETI y la UACJ, por su diseño de un aplicación de software para el transporte de los universitarios. Felicidades a las personas de capacidades especiales galardonadas con las Alas Púrpura de la fundación Alas y Raíces por su valentía y superación. Desde luego, felicidades al profesor Ernesto Ochoa Guillemard por el Premio a la Trayectoria Artística que le otorgó el gobierno municipal debido a su contribución al teatro juarense. Todos ellos están siendo reconocidos la presente semana.
Gracias, a los homenajeados y las instancias premiadoras. Una parte importante de cada tributo es su efecto en la comunidad al recordarnos las acciones valiosas que se realizan día a día en todos los ámbitos. El galardón no es sólo para los que tienen su nombre inscrito en él. Es un regalo para Ciudad Juárez entera al contribuir a equilibrar nuestra noción de comunidad.
En estos tiempos convulsos, los reconocimientos representan un bálsamo de esperanza. Ojalá se dieran muchos más.
ceccastaneda@hotmail.com