Opinion

La tienda de Cromañón

Carlos Irigoyen/
Analista

2017-11-23

Y ahí está su Buen Fin.
Vaya polémica que se armó. Se destaparon las más ardientes pasiones que un punto o una coma pueden desatar, y es que si hay una gran diferencia entre 10.99 y 10,99. No solamente fue la diferencia económica, fue la diferencia abismal entre ser consumidor y ser consumista.
El jolgorio se destapó muy temprano. Lo que debía ser un día de ofertas, se transformó en un pésimo fin para ese negocio en particular y del cual se pueden dar varias lecturas.
El frenético estado de abusar de un error de la empresa por parte de consumidores que vieron en la oportunidad una auténtica ganga para revender los productos que estaban siendo adquiridos a costos ínfimos y que terminaron siendo regalados por la compañía en un acto de negociación que duró cerca de 13 horas, hasta las dos de la mañana del sábado.
Se atrincheraron, se echaron sobre los productos, le hablaron a “la banda” cual descarado “hooligan” y a algunos, hasta les salió el abogado que todos llevamos dentro cuando nos “pisan” los derechos que tenemos a nuestra disposición. Lamentable que dentro de todo el zafarrancho existieran menores de por medio y que las mujeres hayan exhibido una riqueza de léxico propia de un tianguis callejero donde quizá se muestra una mayor pulcritud en el arte de negociar.
No hablemos de los varones los cuales estaban en una actitud de como se dice coloquialmente “con el cuchillo entre los dientes”; fue la tormenta perfecta al sobrar argumentos de negociación a las dos partes y si de imponer posturas y así es complicado establecer una forma seria de negociación, previsible que una de las dos partes perdiera como aconteció.
Impresionante ver cómo defendían a ultranza una televisión, un microondas, una bocina.
Si así defendiéramos a nuestro país de la corrupción, la negligencia, los malos gobernantes, los fraudes cometidos en obra pública, los malos profesores, los vecinos que no tienen respeto por los derechos de los demás, los ‘líderes charros” que se aprovechan de la ignorancia de sus compañeros de equipos, los que ofrecen litros de 750 ml o kilos de tres cuartos; seguramente seríamos una cultura que no ocuparía el lugar 123 de corrupción mundial con una calificación de 30 sobre 100.
De verdad, increíble y hasta anecdótico que una de las personas que llevaba muchos aparatos estuviera montando guardia sobre lo productos para protegerlos e incluso en un acto de reverendo cinismo acusara a la gente de quererle quitar “sus” artículos diciéndoles “gente abusona”, la tacita hablando de orejas. La turba enardecida gritándole a los dependientes de la tienda que las cosas estaban así por su culpa, ¿Y el comportamiento de barbarie que tuvieron al interior de la tienda donde se comieron mercancía sin pagar y que incluso reportaban que habían puesto colchones para descansar?.
Al menos eso relatan las crónicas de los empleados. Usar como escudos humanos a mujeres y niños es lamentable y detestable, no se justifica en ningún caso y menos por una cuestión de consumismo.
Pero habrá que ser objetivo, la ley les permite pelear por el derecho de comprar al precio que diga la oferta, “ni el proveedor ni sus dependientes pueden negar al consumidor la venta, adquisición, renta o suministro de bienes o servicios.” Y en otra parte refiere a que “el consumidor tiene derecho a gozar de los beneficios de las promociones y ofertas y exigir su cumplimiento durante la vigencia o existencia del bien o servicio promovido.”
Así que, si nos vamos por la ley, bien hecho por estos consumidores que no se dejaron, en el caso de una pantalla el precio decía literalmente $10.990. Entonces, ¿Qué es lo que molesto tanto? Las formas, sin duda. Amparados bajo la ley muchos se vistieron de abuso y pocos o ninguno de una reflexión sobre lo que provocarían al aferrarse a los artículos en cuestión. Lo inverosímil, justo al siguiente día ya se estaban promocionando en el Facebook las televisiones, si a usted le salió gratis y la revende en $15,000.00 ¡Vaya negocio! Probablemente ya tiene usted una Feliz Navidad en lo económico. De esa carta que se supone viene de los empleados de la tienda, retomo unas frases, “la humillación que cada instante recibíamos de parte de esa gente Bulgar (sic), mientras nosotros nos reuníamos a rezar para que la pesadilla se acabará, estábamos muy cansados de tanta impotencia y cuando al fin lograron su cometido salían de la tienda muy victoriosos burlándose de nosotros en la cara porque gritaban " El pueblo unido jamaz (sic) será vencido". ¿Pueden creerlo? ¿Unido para qué? ¿Para el vandalismo?.
En el consumismo la forma no es el fondo. Sin duda lo que provocó la forma tiene un trasfondo que va más allá de un simple acto de consumismo; una cosa es Juan Domínguez y otra sus conclusiones.
cirigoyen@itesm.mx

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